domingo, 9 de noviembre de 2014

Amaneceres

Llevo una temporada con pesadillas: estoy perdido en una gran ciudad. No recuerdo mi dirección, solamente trozos de rasgos de la calle. Sé que se trata de una pensión barata y de condiciones de tres al cuarto y con perfil de  “Corte de los  milagros”. Hay variantes, pero una constante que se perfila en los elementos expuestos. La pasada noche se concreta de la siguiente manera: estaba en París, ciudad que conozco muy bien, porque allí residí una gran parte del periodo 1965/1971 y porque he mantenido mi cordón umbilical que me ha unido hasta muy recientemente; creo que aún no lo he roto. Mi amiga Francine, que murió hace unos años, trataba de ayudarme a ubicarme, pero la imprecisión de mis datos desactivaba sus esfuerzos.
Aquí se plantea el vil metal. Yo no tenía pasta. Por lo que interpreto, Francia había salido del euro. Dada la hora nuestra búsqueda se realizaba en taxi; para retorcerlo, puesto que mi benefactora tenía coche. Ésta me previno que ya no podría pagar aumentos en la tarifa, puesto que el taxímetro marcaba ya no recuerdo la cantidad y la moneda; traducido eran 500 euros…
La pesadilla se complica mucho más. No sé muy bien cómo, terminamos, acompañados de algunos amigos, en el despacho de Mitterrand. No había parafernalias o lujos, pero si bocatas, que estaban sobre una pequeña mesa, junto a las muestras de corrupción que habíamos llevado. Las últimas eran asquerosas; restos humanos, sangre y excrementos. El panorama no nos impedía comer bocatas, teníamos hambre.  Mitterrand se disculpó por tener que retirarse para ocuparse de urgentes asuntos, pero no nos echó. Sabíamos que teníamos que irnos, pero no lo hacíamos. Mi problema era que me sentía obligado a invitar a cenar, éramos muchos y como ya he indicado, lo tenía muy mal para pagar, pero, de pronto recordé que AM cierra las cuentas del mes el 7 y que por tanto, el cargo se haría el mes siguiente. Podía invitar…
No es que quiera explicar la pesadilla. Algunos detalles, sin embargo, tienen conexión con mi situación. Me limitaré a mencionar algunos. El encontrarme perdido, la presencia de Mitterrand, el agobio económico y la corrupción, están en el contexto general y particular. Mitterrand estaba mancillado por la corrupción, pero también representaba una alternativa a de Gaulle y sobre todo a la unidad de la izquierda. Mi crédito aplazado, posiblemente esté relacionado con el regalo que recibí anoche de mi amigo Mario Rolando Vives Alvarado, que quiero compartir con vosotros: https://www.youtube.com/watch?v=zF1FtXc0TWU.

La presencia de la muerte es lógica, puesto que estoy asistiendo al final de un ser muy querido, también la sensación de estar perdido se justifica porque no acierto a afinar en el uso de instrumentos al alcance y Mario me ha dado la esperanza. ¡Qué bonito! Se ha deshojado la pesadilla. Gracias, Mario. 

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