Rosa
Delia
Gané esta plaza por oposición y mi hoja de servicios
no tiene mácula. Me ha tocado una jueza que siempre parece tener algo para afearme.
No es que lo diga o que salga en sus informes. Es la cara de asco que me pone.
Hay veces que tengo que hacer grandes esfuerzos para no estallar, pero siempre
me aguanto ¿Qué otra cosa puedo hacer?
No sé qué tribunal pudo dar su plaza a esta individua,
serían antisistema como ella. ¡Cómo está este mundo! Dejamos que la gentuza se nos meta en casa como si de la suya
se tratara ¿Cómo se puede ser jueza y votar Bildu? Lo sé, porque me lo ha
contado mi amiga Elisa, que trabaja en Correos. Se había dejado un sobre
abierto y vio la papeleta. A estos vascos de mierda los metía yo en un campo de
concentración.
¿Qué decir de la maricona que me precedió? Felizmente
hay justicia; cogió el SIDA, aunque aún sigue vivito y coleando, mientras
otros, que son decentes, mueren como chinches, de cáncer,… o sufren ictus.
Ese individuo era del agrado de la señora jueza. No
quiero siquiera imaginarme lo que era esto en aquellos tiempos… Se dice que
muchos temblaron cuando fue diagnosticada la enfermedad por temor a haber sido
contagiados y todos sabemos cómo se transmite…
-¿Podría usted pasar por mi despacho?
Es un mensaje telefónico de la jefa. Muy pronto me
llama la condenada…¡Habrá que ver cómo ha venido! Ayer se fue con Ensio y no ha
salido del piso de éste hasta que se ha venido al juzgado. Ella lo ignora, pero estoy al corriente de
todo lo que hace. Una tiene amigos y ellos son muy descuidados: se han tomado
un Bloody Mary en la cafetería más próxima. Buen escenario para exponer su
resaca, aunque se nota que el Ensio pasó horas en los maquillajes.
Lo va a pasar mal la pobre. Entre los documentos que
ayer tenía que firmar eran las disposiciones para concluir el vis-à-vis que
había concertado para Remedios y Antonio. El desprecio con que me trató era
suficiente para justificar mi silencio. De puta a puta, taconazo. Yo no tengo
por qué entrar en sus magulles. El procedimiento que lleva con Martirio es
imprevisible; no soy jueza, pero sé más que ella.
_Ayer me dijo que los documentos que tenía que firmar
podían esperar a hoy. No me parece que sea el caso de éste –tiene en su mano la
orden de concluir el vis-à vis-
-Ayer se lo presenté en varias ocasiones desde que
pasó la hora prescrita. A cada intento me comunicó que el asunto podía esperar.
Se caya como la bruja mala que es, pese a su disfraz
de hada buena. Lo firma y me indica:
-Que se proceda inmediatamente.
-Ya no es necesario. Él se tiró por la ventana y ella
ha sido detenida por escándalo público.
Mantengo la mirada fija para que se entere de lo que
vale un peine.
-Mañana pasará por el juzgado
Veremos, entonces cómo se sale esta tía del embrollo
en el que se metió por sus heréticas prácticas de la judicatura. Siempre se ha dicho que quién ríe el último, ríe mejor.
Yo lo haría a carcajada limpia, como lo hago cuando no la tengo cerca. Los
hechos no son para menos. Todo pichichi se desternilla. Lo malo es que la
historia documentada lo echa todo a perder. La encausada es Martirio y la
causa, el escándalo que se montó con su colchón. Nadie mete a Antonio. Se
trata, simplemente, de una nueva picia de Martirio.
Ya ha terminado de firmar todo lo que tenía pendiente.
Cuando levanta la vista no parece muy afectada. Terminará por caer; tiene que
haber justicia.
_ ¿Espera por algo?
Es ella y esta vez me ha pillado. No había otra razón
que mi rabia para quedarme. He cometido una falta. Mea Culpa. Además, había,
muy a propósito, dado voz al vulgo, puesto que Antonio no figura en la
documentación del nuevo procedimiento que afecta a Martirio. En su cara veo que
pasa olímpicamente de mis opiniones, que me desprecia.
Eso es todo lo que puedo pensar mientras me dirijo a
mi rincón de recepcionista. Esta es mi vida de 8 a 15, menos cuando salgo a
fumar un cigarrillo o a tomarme algo. Nada me lo impide en este momento; todo
despachado y nadie a la espera.
Suerte que Elisa haya podido librarse para tomarnos un
Rueda en la cafetería más cercana para
ambas. Ya se ha enterado del Bloody Mary que se han tomado mi jefa y Ensio esta
mañana, se lo ha contado Julia, la camarera. Hemos hecho unas risas con las
poses de la maricona, tan fina “que te cagas”, como dice Elisa con tanta
gracia.
-A propósito de cagar, un día les vi salir del wáter
juntos. No sé lo que harían, pero te diré que tu señora jueza se pasó un buen
canguelo cuando se enteró de lo del SIDA.
-No me lo habías contado nunca ¿Por qué?
-Supongo que porque no salió el tema, como ha sido el
caso hoy.
-Es nuestro tema de conversación preferido
-Y cada día más cargado, querida. Esa mujer es un
fenómeno, cada día sorprende más ¿Sabías que es drogota?
-No es que me extrañe ya nada de esta condenada mujer,
pero no lo sabía… No creo que se pinche, porque se cubre del mínimo tejido que
permite la decencia y no se observa marca alguna…
-Algunos la han visto esnifando coca como una loca.
Hay quien dice que han tenido que reparar su puente nasal…
Me interesa más el caso Martirio ¿Qué se dice?
-He escuchado de todo. Lo que sé es que se ha tirado
envuelta en un colchón y que esta vez se ha pasado tres pueblos interrumpiendo
el tráfico a mediodía.
_ ¿No se habla de Antonio?
-¿Su querido? ¿Por qué debería hablarse?; él nunca ha
estado metido en las fechorías de Martirio.
-Ella estaba encerrada en su casa cuando los agentes
la han detenido… No fue ella quien se tiró envuelta en el colchón.
-Me estás volviendo tarumba. Yo sé lo que me han
contado y todos estamos hasta la
coronilla de Martirio.
Lo bueno que tiene esta cafetería es que sus
cristaleras me permiten controlar mi entrada del juzgado y veo que entra otro
antisistema pesado que viene cada año a pedir su Fe de vida. Si ya antes me
caía mal, peor ahora, que me quedo con hambre.
Es un pobre tipo por muchos títulos universitarios que
tenga, que se los podía meter por algún sitio, en vez de castigarme con
ejemplares de sus novelas y airear, sin pudor su ímpetu por cargarse el
sistema. Eso sí, no es de “Podemos”.
Ya hace tiempo que me castiga con su indiferencia,
aunque, eso sí, usa la cortesía y no lo hace porque sabe que puedo poner en la
calle a su inseparable mascota, Julen. Lo hace porque no quiere ser
beligerante. Es cierto, el hecho de que no podamos soportarnos no tiene por qué traducirse en hostilidad.
Nos hemos mirado cuando le he entregado el documento,
ya firmado por la jueza. Yo no estaba aún recuperada de mi obligada visita. ¿Lo
notó él? Estoy segura de que no se ha enterado de la última movida de Martirio,
aunque simpatiza con ella. No lo sabe, porque no se entera de la fiesta. Vive
en su mundo perdido. ¿Por qué nos hemos mirado, cuando de sobra sabemos que no
podemos esperar consuelo o interés alguno? Después, sin que pueda o me interese saber por qué, nos hemos
encontrado a la salida de la puerta de la calle para echar un pitillo. No
tenemos nada que preguntarnos o respondernos. Es simplemente el tabaquismo.
Algo más de lo que comparto con mi marido, No puedo
creer que sea yo quien se hace esas preguntas o quien se dijera que más vale un
buen apaño a tiempo que vestir santos.
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