sábado, 7 de mayo de 2016

Nuestra cita cotidiana

Los de aquí y los de allá

Terraza del Bar Simón, Sábado siete,  14,50
He  llegado con la lengua fuera y flagelándome. Tanto yo como María y Juan, hemos llegado al mismo tiempo, aunque habíamos quedado a las dos de la tarde, con el fin de evitar que Simón y Natalia mantuvieran el bar y  el restaurant abiertos hasta las tres de la tarde, para atender a los fieles clientes entre los que nos encontramos Julen y yo   Julen y yo y estoy seguro que tú también lo estarías. Estos tres nuevos mosqueteros que pretendían redimir a Simón y a Noelia, ansiosos por unirse a las celebraciones de una boda familiar; uno de esos raros momentos en que se reúne la familia. Hemos terminado a las cuatro  de la tarde. Hemos chuleado una hora al Simón que pretendíamos rescatar
Yo venía muy mal.  No es que me encontrara mal, nada de eso, he pasado una noche, excelente y todo iba bien hasta que me he quedado atrapado por el cambio de móvil, que he hecho hoy,  para poder ofrecerte fotos, por ejemplo. El único problema, aquí y en Lima, es que la tienda estará cerrada hasta el lunes y por fácil que me ha parecido, cuando me lo han explicado, no consigo recibir o enviar llamadas. Conozco gente que se la monta bien en esto, pero están ocupados en este momento. Tendré que aprender. En Epulón son muy pacientes para escuchar, yo tengo que adoptarme al horario y aprender a comunicar. Entre tanto, tengo este blog y me sigue apetecido acudir cada día a esta cita y contarte mi vivencia de Medina Sidonia.
María y Juan se han cargado mi paranoia  que traía.
-Se espera al lunes si no encontramos a alguien  que lo puede resolver antes.
Juan es ciego, pero me parece que compartimos algunos de los candidatos, el tiene más, pero tanto los suyos como los míos están más liados que una morcilla. Noelia y  Simón se lo hacen con la manga, pero hace falta mucho morro para agobiarlos a las cuatro de la tarde,
Se esfumaron como por encanto mis trabas: Veo a María, la pareja de la que se siente orgulloso Juan. Se conocieron, hace tres años en el programa “Juan y Medio”. Desde entonces viven en pareja. Para María, Medina Sidonia es la “tierra prometida”.
Gestiona lo que toca y mantiene la sonrisa. Ensombrece el martirio, pero sus espaldas lo delatan.
¡Qué te voy a contar!  Los tres que dábamos el coñazo A Simón, a las cuatro de la tarde, somos incapaces de utilizar el nuevo teléfono. Es fácil, sin embargo, para Noelia, Simón y para todos los que conocemos, que cargan ya con su propio a gobio.
He hablado un rato a solas con María. Compartíamos un buen trecho de ruta. Me he sentido muy a gusto, pero había una agenda. ¿Qué quieres? Una imagen de María vale más que mil decursos. La mirada de María tiene mucho que decir. Siento no poder mostrarlo y  prometo que a partir del lunes me pongo al día y esto empieza.
Alienes, al menos dos, me preguntaban si yo espero, a mi edad, ver funcionando este loco proyecto en que me he metido. Las miradas de Noelia, de Simón de María, de Iván, de tantas y de tantos otros que voy mencionando en este breve testimonio me dicen, a su manera, que no tengo otra alternativa, que estoy donde tengo que estar cuando tenía que estar y haciendo lo que tengo que hacer. Si, tengo ese apoyo en esas miradas y estoy muy a gusto, eso es Medina Sidonia; la mezcla histórica del territorio, que se produce en cada momento en estas voces y en otras, como ocurre cada tarde del Viernes en el bar Central, cuando se reúnen los girigaditanos. Una pena que el  Bar no estuviera aún abierto. La cordobesa María, los no sé qué, que somos Julen,  yo,  y creo que tú, siempre hemos sido   exquisitamente recibidos, y hubiera sido resuelto el problema tecnológico, bueno, cuestión de agenda. Estaba cerrado y yo tenía que contártelo, como prometido, en nuestra cita.

Recuerda que es un borrador y que ya no puedo más.

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