viernes, 2 de junio de 2017

Nuestra cita cotidiana

Mi primer encuentro  con Carlos Ortiz de Zárate

Táchira, 14 de diciembre de 2016.
No soy buena para recordar fechas. La del primer contacto por twitter se produjo el 14 de diciembre. Era el último día del semestre. Estaba en mi despacho. Me acompañaba la señora de limpieza del departamento, Andrea.
Dos días después  cumpliría 42. Ignoro la razón del adelanto de fechas en los registros de la universidad. Las cosas pasan por algo y así lo intuí  cuando recibí el anuncio del seguimiento.
El mensaje decía “Te sigo y comparto tu muro”. Nada más. El resto fue “Magara”. Había corrido a refugiarme en el despacho para ocultar la rabia de mi impotencia. Necesitaba llorar en mi intimidad.
Me equivocaba pensando encontrarla en mi despacho. Una de mis estudiantes, María, me esperaba con una tarta de calabaza. Quería que apagáramos juntas las 42 velas. La rabia tenía que dejar paso a la ternura. Soy de natural agradecida y el detalle era enternecedor. Pese a las circunstancias que sufre mi querida Venezuela, a la actividad de la rumorología que adelantaba la noticia oficial de la decisión de suspender la rama de turismo a partir del primer semestre de 2017 , que yo no sospechaba hasta que me enteré en la reunión que acababa de abandonar, había víctimas que pensaban en mí.
Intenté disimular mi rabia. Es muy fuerte. Ciento veinte alumn@s se quedarán fuera de una universidad que decide, sin argumentos válidos, eliminarl@s. María lo sabía y no hizo mención alguna. Me lo ha confesado después. No era momento de lamentaciones, estábamos allí para celebrar. Ya nos ocuparíamos de encontrar solución a nuestra  exclusión.
María es muy perceptiva y notó mi zozobra. Yo también la suya; la noticia no era para menos. Ambas supimos imponer la celebración y de acuerdo tácito,  dimos brevedad a la misma. Había que evitar el estallido y apurar las excusas de que las lágrimas que se empeñaban en salir provenían de la emoción por la celebración.
Nunca he tardado tan poco en apagar las velas. Nos fundimos en un abrazo y ella encontró la disculpa que permitía explicar la separación sin alimentar la sospecha de la imperiosa necesidad de ambas de recluirnos en nuestros rincones para sacar la rabia.
Me vino muy bien la interrupción. El afecto de María había apaciguado mis entrañas. Me Metí a Twitter. Tenía muchas cosas que contar. Soy activista y me preocupa el mundo en que nos toca vivir. Además mis mensajes no caen en saco roto.
Me siento comprendida y arropada, como me ocurre con mis alumn@s. Es una herramienta que da voz a la ciudadanía global. Lástima que las nuevas tecnologías sirvan más para encerrarnos en nuestras burbujas y para asustar. No es el caso de mi grupo: compartimos información que nos empodera.
No recuerdo de qué tratábamos el 14 de diciembre. El mensaje de Carlos ocupó mi mente y mi rabia.
Era breve, pero me impactó hasta el punto de sentir la necesidad de entrar en su muro. Justo en ese momento entró Andrea. Primero miró lo que quedaba de tarta. Después a la pantalla.
Lo que descubrió en la última fue más fuerte que sus ganas de probar la tarta. Vio en la foto de Carlos un extraño parecido con un vicerrector que compartimos en nuestros afectos.
Nos pusimos a hablar mientras nos terminábamos el pastel. Carlos fue el tema. Buscamos juntas más información sobre la persona. Vimos, en su blog las dificultades que tenía para sacar un billete en la página de Renfe. Había encontrado plaza en el Alvia Jerez Madrid que salía a principio de la tarde del 24 de diciembre.
Estaba en El Duque de Medina Sidonia y pensaba que no había agencia de viajes en la ciudad. Los problemas usuales entre American Express y Renfe. El quería coger ese tren y temía que se vendieran las plazas disponibles. Se agarró un buen berrinche. No podía utilizar otra tarjeta. La página de la compañía ferroviaria solo admite las tarjetas que ya han sido utilizadas en la misma.
Me sonó una historia tan difícil de asimilar como la que estaba padeciendo. Todo se arregló con una simple llamada telefónica. Hay una agencia de viajes en Medina Sidonia y la dueña le dio su confianza, sacando el billete, a la espera de que pasara a pagarlo.
Carlos necesitaba tres días, el tiempo de cumplir con sus entonces citas diarias en su blog. Los horarios de apertura de la agencia coincidían con los que el demandante del billete usaba para completar su relato. Este hombre cumplía su compromiso de escribir el borrador de un capítulo diario. Por eso ha publicado seis novelas.
El berrinche no había dado frutos. Solamente cuando pasó la tormenta se informó de la existencia de la agencia. El resto sobra. La confianza que le otorgó su interlocutora fue “Magara”, explicaba Carlos.
Me quedé con la movida. Siempre he creído en la energía cósmica, encontré más información en “El principado de la Fortuna”. La lectura de la novela fue muy posterior. Entonces encontré un alma gemela. Comprendí por qué quería viajar a primera hora de la tarde. Quería cenar con su familia. Sabía que la estancia tenía que ser breve para evitar confrontaciones. Quería cumplir y evitarlas. Tomaba su billete de regreso a Villaviciosa para el 26 a las once.
Me veía en el contexto. También estaba la magia de Villaviciosa. Ciudad que visité y disfruté hace años y que he vivido recientemente al ver los vídeos de la presentación de Catarsis.
Contesté al mensaje comunicando mi cariño por Villaviciosa. Lo agradeció y añadió con orgullo “Asturias es mi tierra de adopción. Soy vasco”. Añadió” vivo con mi compa Julen” Pensé que se trataba de su pareja. ¿Por qué me afectó? Imaginaba el enorme cariño que se tenían, colmado de la ternura proveniente de “Magara”. Yo quería entrar. Me sentía excluida. Pronto comprendí que se trataba de su mascota y que me hacían sitio. . Entre 16  y 20 de diciembre   la agitación política del país se hizo  sentir, el gobierno venezolano asestó  un duro golpe a las mafias financieras  y bancarias, integradas por venezolanos, colombianos, brasileños y alemanes. Delinquían en   tráfico y lavado de dinero, el continente africano era su destino. Llevaban años apropiándose de los billetes de 100 bolívares, los de más valor en Venezuela. El gobierno decidió eliminar el billete. Ya se habían llevado los malhechores 300.000 millones de  bolívares en esos billetes. Nos amargaron la celebración de las navidades. No había liquidez y se colapsaron los bancos. Con todo ello, lo más grave  fue la barbarie que se impuso. Gran parte de los comercios en Ciudad Bolívar fueron saqueados, hubo que imponer toque de queda, sí, fue una navidad triste  y muy convulsa para much@s venezolan@s
Hasta mediados de enero de 2017, no interactué más con en el twitter de Carlos, los motivos no los sé.





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