sábado, 14 de junio de 2014

El flautista de Amelín.

No he logrado tocar la flauta pero tampoco  tengo la intención de tirar la toalla. He empezado a trabajar una novela que implica el destino de los manuscritos no clasificados de la BN de la calle Richelieu, en la trasferencia al Centro Pompidou. Necesitaba agarrarme a una nueva novela, pese a que sé que no he sido capaz de parar la sangría provocada por la ausencia de método en la promoción de las precedentes. No es que espero que suene la flauta por casualidad, es que tengo que mantener mi proyecto de escritura.
Cada vez tengo más claro que el mito de la soledad del creador nos pinta cual Quijotes que se debaten contra la energía que propulsa el viento en los molinos. Pues bien; no tengo vocación de mártir. No me gusta ese juego, puesto que mi única alternativa es encontrarme en un equipo que sea capaz de competir en un mercado muy “profesionalizado” y poderoso.
Formar un equipo es compartir un proyecto y unos intereses y preservar lo mejor de cada uno de los miembros. No me parece una tontería esperar que alguno de los lectores de estas entradas  comparta la situación.
No se trata de pedir la luna o de soñar con angelitos: somos muchos los del gremio de la escritura que, como yo, luchamos por la supervivencia en la adversidad de un mercado que nos ignora. Hasta el memento este bolg ha tenido mil y pico visitas, tiene seguimiento fiel de un pequeño núcleo y las visitas provienen, en gran parte por los seguidores de twitter.  Entre los últimos hay un perfil muy marcado por la presencia de escritores o de relacionados con los oficios o con actividades en torno a  la escritura. También hay un perfil  que proclama la urgencia de la llegada de “Otro mundo Posible”. Me gusta el perfil, porque  soy de los convencidos de que la escritura es, también, una visión del mundo. Se han producido algunos guiños que creo que han sido positivos para todos los participantes. Todo amenaza con quedarse en una simple mueca, pero, con un mínimo esfuerzo se podrían repetir los guiños y podríamos, incluso, involucrarnos un poco más para optimizar los resultados. Ya sería un buen avance para plantearnos los gérmenes del equipo.
Claro que me gustaría aún más que los avances fueran mayores, pero la cuestión es avanzar. Claro que me gustaría que sonara la flauta, pero está claro de que no lo hará por casualidad.



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