Iris me obliga a salir. No cumpliré mi promesa de artículo, pero te ofrezco el borrador:
La primavera ciudadana de 2018.
La del 68 tardó en llegar a España
pese a que la “calle” se movia. Se sigue moviendo la última, no ocurre así en
el Legislativo, pese a los excesos del ejecutivo ¿Qué pasa?
La historia de España durante el siglo XX es también la
historia de un enriquecimiento perpetrado en condiciones excepcionales. Grandes
nombres, los poderosos personajes que unieron su fortuna y su destino a la
suerte del franquismo, desde el entorno familiar del general Franco y en la
cima de su régimen, han sabido adaptarse al sistema democrático, mientras una
nueva generación (Aznar, Rato, Trillo Figueroa, Arias-Salgado,
Fernández-Cuesta, García Escudero, Calvo-Sotelo, Fernández-Miranda, Cabanillas,
Mariscal de Gante... apellidos viejos con rostros jóvenes) se preparaba para
ejercer el poder bajo la Monarquía parlamentaria.
También subsiste el “régimen territorial:
Ahora,
como en los años 40, los apellidos que continúan ejerciendo el poder económico
y político en Catalunya son los Millet, los Cortina, los Carceller, los Mateu o
los Trias, mientras que al conjunto de España son los De Oriol, López de
Letona, De la Mora y Mon, Suárez o De Borbón, por poner algunos ejemplos",
señala a Público el periodista Lluc Salellas, que acaba de publicar la obra El franquisme que no marxa [El franquismo que no se va] (Edicions
Saldonar), un trabajo de investigación en el que analiza,
entre otros puntos, las conexiones entre las grandes familias catalanas y el régimen
de Franco.
En 1980, Juan Luis Cebrián
publicó La España que bosteza . Veía así el Pacto de la Moncloa: “La derecha [lo] utilizó para agrupar y consolidar
sus fuerzas, evitando… que la izquierda asumiera siquiera parcialmente el poder”.
Año 1996. El Partido Popular llega al poder y se encuentra la
puerta abierta. Los gobiernos socialistas de Felipe González se han encargado
de abrir el melón de la venta al capital privado de participaciones en grandes
empresas públicas, no solo en pérdidas como Seat, vendida al grupo Volkswagen,
sino también algunas de las que, lejos de suponer un lastre para el Estado,
daban altos beneficios.
La realidad es
que, cuando llega el PP al Gobierno, de Telefónica queda ya solo un 21% en
poder del Estado; de Argentaria, un 28,1%; de Repsol, un 10%; de Gas Natural (a
quien se le vendió la pública Enagás creando un monopolio gasístico de facto),
un 3,8%... Sigue siendo mayoritario el capital público en Tabacalera (52,4%) y
sobre todo en la pieza más valiosa del joyero: Endesa, en la que el Estado
mantenía el 67% del capital.
Un ejemplo de
los cambios:
Argentaria precisamente había sido uno de los primeros
destinos de los chicos de Rato. Apenas 15 días después de llegar al poder, el
PP sustituyó en la presidencia a Francisco Luzón por Francisco González. Luzón
no se fue a fundar Podemos ni era un quintacolumnista del comunismo metido en
la entidad. De hecho, fue rápidamente fichado por Emilio Botín y se encargaría
con el tiempo de convertir América Latina en la principal fuente de ingresos
del Santander. La única explicación para su salida cuando llegó el PP es que no
era de los suyos. Los elegidos.
¿Es de extrañar
la invasión de la corrupción? ¿Hasta
cuándo seguiremos soportando el “garrote vil” de los recortes? La justicia no ha pedido seguir ignorando la
corrupción del partido del gobierno. Al mismo tiempo, aquella se dispone a
cursar una eurorden de busca y captura contra el rapero mallorquín Josep
Valtonyc, por un delito que las justicias de los Estados de Derecho no
reconocen como tal. ¿Qué hace falta para que despertemos de la Santa Siesta?