Los
Rothschild y España
He
hecho una corrección en la primera parte y he decidido juntar las dos partes.
Esta poderosa familia
había jugado un papel muy importante en la
recuperación del trono español por los Borbones, en 1814.
La generosa inyección
económica de estos poderosos financieros dio vida a unos ejércitos dispersos
por su procedencia: inglesa, portuguesa o española enemiga de la dinastía
bonapartista.
El duque de Wellington
estaba atrapado por la desmoralización de sus tropas, en el sur de Portugal y
el oportuno envío de numerarios, que le hicieron los magnates alivió el malestar de
un ejército que jugó tan importante
papel en la Guerra de la Independencia.
Las políticas de
Fernando VII no eran del agrado de los prestamistas, tampoco éstos sentían la
menor simpatía por la España feudal que apoyaba a éstos.
El tío párroco de Llodio afirmaba tener
pruebas de financiación de la Revolución Francesa por esta familia y ya estaba preparado para plantearme los bailes
políticos de la alta finanza.
Tengo que reconocer
que me fue de gran utilidad hacerlo.
Comprendí que los intereses
de la “Casa”, eran parar la expansión napoleónica y lograr de la debilidad del régimen que estaba
ayudando a restaurar concesiones mineras, como es el caso de la de Almadén, que
necesitaban para completar su predominio mundial en el mercurio.
Esos beneficios, más los obtenidos por el generoso préstamo a
Inglaterra, sirvieron para operaciones más lucrativas en territorios que ofrecían mayor rentabilidad de la que podían
obtener en la decadente España.
Para volver a fijarse en este último reino fue
necesaria la pujanza financiera de los hermanos
Pereire que puso en peligro el liderazgo de unos Rothschild
acostumbrados a mangonear.
Ambos rivales habían
sido socios en la construcción de ferrocarriles en Francia, pero iban
apareciendo desacuerdos entre dos familias judías, la última de origen
prusiano, la primera sefardíes portugués; ahora ambos franceses.
Es difícil de explicar
el retraso de la instalación de líneas férreas en Francia, para los Pereire era
necesario recuperar el tiempo perdido en la puesta en funcionamiento del motor
de desarrollo económico, que los financieros tradicionales, entre ellos, sus
socios, retrasaban.
Para los Rothschild la inversión debía
realizarse en territorios con potencial de despegue.
La nueva finanza
iniciada por los socios ambiciosos fue cobrando una fuerza que ponía en duda el
liderazgo de Lionel Rothschild en las finanzas mundiales.
España, en 1835 vino
a ser el campo de batalla entre los dos magnates financieros mundiales.
No era el territorio
más apetecible para inversiones ferroviarias en aquel momento. ¿Por qué fue
campo de batalla para dos tiburones financieros, precisamente cuando ambos
tenían en el sector una gran parte de sus negocios?
Los Pereire, en los
30 estaban ya lanzando sociedades, en Francia y en el resto de Europa, capaces
de crear líneas férreas que movieran mercados donde no había “mercancía”. Según
la ortodoxia financiera dominante, representada por los Rothschild en la
tierra, esos proyectos carecían de cimientos y el fracaso del negocio podría ser un revulsivo para los inversores y
ralentizar avances en lo que apuntaba como nueva revolución industrial.
La ortodoxia se
defendió, aunque con dificultades, en Francia y en Austria; era tiempo de parar
los pies a los herejes en todos los territorios en que pretendieran imponerse.
Supongo que la
primera razón que justificaba la mirada a España era la gratitud que debía Su
Majestad Católica a los financieros que
hicieron posible la victoria que les recuperó el trono.
También supongo que Daniel Weisweiller y yo tuvimos un papel importante en lograr que
el frente español cobrara un gran protagonismo
Los Rothschild no solamente asestaron un
duro golpe a los Pereire; además obtuvieron grandes beneficios y dejaron claro su liderazgo en el ferrocarril europeo.
Hay decisiones
tomadas por estos señores que lamento, como es el caso de la inversión en las
Guerras Carlistas.
Tendría mucho que
contar sobre las guerras de estos magnates financieros y sobre los efectos que
tuvo en la misma el éxito de la casa Rothschild en España. Me limitaré a
comentar que la venganza de los Pereire
fue muy dura: fundaron el Crédit Mobilier,
el 9 de septiembre de 1852; una sociedad
financiera con un capital de 60 millones
de francos que serviría de garantía a las diversas sociedades de crédito que
abrieron en toda Europa, incluida España, por supuesto.
Para entonces yo
había ya creado la marca Urquijo, puesto que desde 1840 disponía de capital, contactos y proyectos.
Además, mi patrón
optó por apoyar la facción que hizo más daño a España, la que agrupaba a forales
con los defensores de la estricta aplicación de la ley Sálica abolida por
Fernando VII en 1830. La reina consorte, María Cristina de Borbón Dos Sicilias
se había quedado embarazada y quería tomar precauciones en el caso de que
pariera una hembra.
El hermano del rey,
Carlos María de Isidro esperaba la muerte del soberano para ascender al trono
por el derecho que tiene el segundogénito a suceder a un finado primogénito que
no deja herederos. La minoría de Isabel II y consiguiente regencia de una madre
de conducta poco ejemplarizante encendió unas Guerras Carlistas que costaron
mucha sangre y dineros.
Fueron especialmente
duras para mí; a la defensa del orden de “Dios Patria y Rey”, los insurrectos
añadían la de los Derechos Forales. Mi tierra mi gente y mi causa estaban
demasiado metidas en el incendio.
La casa en España
supo apreciar y aprovechar mi
discrepancia en el tema.
Mi foralismo se opuso
con todas sus fuerzas a unas Guerras Carlistas que fortalecían una España
feudal que nos hundía más en la inercia.
Continúo siendo un
hombre de confianza para mis antiguos patrones.
No se trata solamente
de gratitud: compartimos la convicción de que España necesita potenciar
emprendedores.
Gracias a l@s 565 que acudisteis a la cita e ayer:
https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/
Gracias a Iris
Gracias a ti