miércoles, 3 de junio de 2015

Caminitos IV

Rosa Delia


Gané esta plaza por oposición y mi hoja de servicios no tiene mácula. Me ha tocado una jueza que siempre parece tener algo para afearme. No es que lo diga o que salga en sus informes. Es la cara de asco que me pone. Hay veces que tengo que hacer grandes esfuerzos para no estallar, pero siempre me aguanto ¿Qué otra cosa puedo hacer?
No sé qué tribunal pudo dar su plaza a esta individua, serían antisistema como ella. ¡Cómo está este mundo! Dejamos que la  gentuza se nos meta en casa como si de la suya se tratara ¿Cómo se puede ser jueza y votar Bildu? Lo sé, porque me lo ha contado mi amiga Elisa, que trabaja en Correos. Se había dejado un sobre abierto y vio la papeleta. A estos vascos de mierda los metía yo en un campo de concentración.
¿Qué decir de la maricona que me precedió? Felizmente hay justicia; cogió el SIDA, aunque aún sigue vivito y coleando, mientras otros, que son decentes, mueren como chinches, de cáncer,… o sufren ictus.
Ese individuo era del agrado de la señora jueza. No quiero siquiera imaginarme lo que era esto en aquellos tiempos… Se dice que muchos temblaron cuando fue diagnosticada la enfermedad por temor a haber sido contagiados y todos sabemos cómo se transmite…
-¿Podría usted pasar por mi despacho?
Es un mensaje telefónico de la jefa. Muy pronto me llama la condenada…¡Habrá que ver cómo ha venido! Ayer se fue con Ensio y no ha salido del piso de éste hasta que se ha venido al juzgado.  Ella lo ignora, pero estoy al corriente de todo lo que hace. Una tiene amigos y ellos son muy descuidados: se han tomado un Bloody Mary en la cafetería más próxima. Buen escenario para exponer su resaca, aunque se nota que el Ensio pasó horas en los maquillajes.
Lo va a pasar mal la pobre. Entre los documentos que ayer tenía que firmar eran las disposiciones para concluir el vis-à-vis que había concertado para Remedios y Antonio. El desprecio con que me trató era suficiente para justificar mi silencio. De puta a puta, taconazo. Yo no tengo por qué entrar en sus magulles. El procedimiento que lleva con Martirio es imprevisible; no soy jueza, pero sé más que ella.
_Ayer me dijo que los documentos que tenía que firmar podían esperar a hoy. No me parece que sea el caso de éste –tiene en su mano la orden de concluir el vis-à vis-
-Ayer se lo presenté en varias ocasiones desde que pasó la hora prescrita. A cada intento me comunicó que el asunto podía esperar.
Se caya como la bruja mala que es, pese a su disfraz de hada buena. Lo firma y me indica:
-Que se proceda inmediatamente.
-Ya no es necesario. Él se tiró por la ventana y ella ha sido detenida por escándalo público.
Mantengo la mirada fija para que se entere de lo que vale un peine.
-Mañana pasará por el juzgado
Veremos, entonces cómo se sale esta tía del embrollo en el que se metió por sus heréticas prácticas de la judicatura. Siempre  se ha dicho que quién ríe el último, ríe mejor. Yo lo haría a carcajada limpia, como lo hago cuando no la tengo cerca. Los hechos no son para menos. Todo pichichi se desternilla. Lo malo es que la historia documentada lo echa todo a perder. La encausada es Martirio y la causa, el escándalo que se montó con su colchón. Nadie mete a Antonio. Se trata, simplemente, de una nueva picia de Martirio.
Ya ha terminado de firmar todo lo que tenía pendiente. Cuando levanta la vista no parece muy afectada. Terminará por caer; tiene que haber justicia.
_ ¿Espera por algo?
Es ella y esta vez me ha pillado. No había otra razón que mi rabia para quedarme. He cometido una falta. Mea Culpa. Además, había, muy a propósito, dado voz al vulgo, puesto que Antonio no figura en la documentación del nuevo procedimiento que afecta a Martirio. En su cara veo que pasa olímpicamente de mis opiniones, que me desprecia.
Eso es todo lo que puedo pensar mientras me dirijo a mi rincón de recepcionista. Esta es mi vida de 8 a 15, menos cuando salgo a fumar un cigarrillo o a tomarme algo. Nada me lo impide en este momento; todo despachado y nadie a la espera.
Suerte que Elisa haya podido librarse para tomarnos un Rueda  en la cafetería más cercana para ambas. Ya se ha enterado del Bloody Mary que se han tomado mi jefa y Ensio esta mañana, se lo ha contado Julia, la camarera. Hemos hecho unas risas con las poses de la maricona, tan fina “que te cagas”, como dice Elisa con tanta gracia.
-A propósito de cagar, un día les vi salir del wáter juntos. No sé lo que harían, pero te diré que tu señora jueza se pasó un buen canguelo cuando se enteró de lo del SIDA.
-No me lo habías contado nunca ¿Por qué?
-Supongo que porque no salió el tema, como ha sido el caso hoy.
-Es nuestro tema de conversación preferido
-Y cada día más cargado, querida. Esa mujer es un fenómeno, cada día sorprende más ¿Sabías que es drogota?
-No es que me extrañe ya nada de esta condenada mujer, pero no lo sabía… No creo que se pinche, porque se cubre del mínimo tejido que permite la decencia y no se observa marca alguna…
-Algunos la han visto esnifando coca como una loca. Hay quien dice que han tenido que reparar su puente nasal…
Me interesa más el caso Martirio ¿Qué se dice?
-He escuchado de todo. Lo que sé es que se ha tirado envuelta en un colchón y que esta vez se ha pasado tres pueblos interrumpiendo el tráfico a mediodía.
_ ¿No se habla de Antonio?
-¿Su querido? ¿Por qué debería hablarse?; él nunca ha estado metido en las fechorías de Martirio.
-Ella estaba encerrada en su casa cuando los agentes la han detenido… No fue ella quien se tiró envuelta en el colchón.
-Me estás volviendo tarumba. Yo sé lo que me han contado  y todos estamos hasta la coronilla de Martirio.
Lo bueno que tiene esta cafetería es que sus cristaleras me permiten controlar mi entrada del juzgado y veo que entra otro antisistema pesado que viene cada año a pedir su Fe de vida. Si ya antes me caía mal, peor ahora, que me quedo con hambre.
Es un pobre tipo por muchos títulos universitarios que tenga, que se los podía meter por algún sitio, en vez de castigarme con ejemplares de sus novelas y airear, sin pudor su ímpetu por cargarse el sistema. Eso sí, no es de “Podemos”.
Ya hace tiempo que me castiga con su indiferencia, aunque, eso sí, usa la cortesía y no lo hace porque sabe que puedo poner en la calle a su inseparable mascota, Julen. Lo hace porque no quiere ser beligerante. Es cierto, el hecho de que no podamos soportarnos  no tiene por qué traducirse en hostilidad.
Nos hemos mirado cuando le he entregado el documento, ya firmado por la jueza. Yo no estaba aún recuperada de mi obligada visita. ¿Lo notó él? Estoy segura de que no se ha enterado de la última movida de Martirio, aunque simpatiza con ella. No lo sabe, porque no se entera de la fiesta. Vive en su mundo perdido. ¿Por qué nos hemos mirado, cuando de sobra sabemos que no podemos esperar consuelo o interés alguno? Después, sin que  pueda o me interese saber por qué, nos hemos encontrado a la salida de la puerta de la calle para echar un pitillo. No tenemos nada que preguntarnos o respondernos. Es simplemente el tabaquismo.
Algo más de lo que comparto con mi marido, No puedo creer que sea yo quien se hace esas preguntas o quien se dijera que más vale un buen apaño a tiempo que vestir santos.



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