Me permito tomar prestado el título a Simone de Beauvoir para expresar
mis sentimientos de reconciliación con la muerte; mi madre falleció el pasado
miércoles y nunca pensé que un cadáver pudiera expresar tanta paz; muchas
gracias, Chari era su nombre.
Tenía 96 años y solamente los dos últimos fue dependiente,
especialmente el último, tras sufrir ruptura de cadera. Podemos vivir de
diferentes formas la fatalidad y por sorprendente que parezca, en este caso, la
solidaridad y el talante hicieron posible una calidad de vida y sobre todo una
humanidad, mucha humanidad.
Muchas gracias, Chari, me has dado un ejemplo de muerte; tu propio
organismo produjo los efectos de la sedación y así la placidez protegió el
trance. Muchas gracias, Chari, seguiré tu ejemplo.
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