Doy mucha importancia a los lunes, ¿es el principio de la semana no? Hoy ha sido un lunes especial; he recibido un mensaje de Felipe. Hace un montón de años que no teníamos noticias el uno del otro. Él tenía una librería en Las Palmas, en aquellos años en que no teníamos acceso a Internet y el síndrome de insularidad periférica era mucho más fuerte que ahora. Para mí, con exactamente tres libros, en la sección de Filología Francesa, en el, entonces Colegio Universitario de Las Palmas, era un refugio. Lamentábamos la penuria y las dificultades para conseguir financiación y los libros, de París. Entonces aún estábamos en el culo del mundo y desde que podía hacer un pedido de libros, ya muy duro de pelar, tenía que esperar meses para que llegaran. También Felipe tenía que esperar el abono de unas facturas, aunque para que le sirvieran tenía que pagar. Felipe cerró la librería, yo seguí y saqué mi plaza de Titular de Civilización Francesa en la Universidad de Las Palmas, París se había acercado mucho más a mí y tenía más acceso a los libros. La última vez que vi a Felipe, yo estaba a punto de jubilarme. No comprendí muy bien a qué se dedicaba, porque nos pusimos a hablar del Hierro y de Fuerteventura. Hará de eso como 10 años y hoy me he encontrado un mensaje suyo en mi buzón. Me ha encontrado porque ha leído el artículo de ayer, publicado hoy:
En busca del axioma perdido
Es el último el que ha llamado su atención y cuando se ha fijado
en el nombre del autor, ha pensado en aquéllas conversaciones. Así me lo ha
comunicado y así lo he sentido también. Aquellos tiempos no eran tan malos,
porque en la librería de Felipe aliviábamos la precariedad con, quizá sueños,
pero en todo caso, aquello era una librería.
El hecho de recibir comentarios sobre mi artículo es muy
grato, pero, sobre todo, lo que me ha gustado, es tener la impresión de retomar
aquéllas discusiones.
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