Fiesta y olé
En
Villaviciosa de Asturias no hay centro de día para viejos o partidas para poner
en servicio una segunda ambulancia que reduca los más de tres cuarto de hora de
espera que he presenciado, tampoco hay partidas para proceder a la
descontaminación de una ría que lleva años contaminada. Sí hay dinero para
pagar decibelios y actuaciones que impiden dormir, durante una semana, a la
mayoría de ciudadanos y para fuegos artificiales. Tendríamos que hacer cuentas
y replantear las partidas.
Me felicito que
el alcalde de Cádiz haya tomado la iniciativa, alguien tenía que hacerlo. A mí,
estas cosas me dan mucha esperanza, porque pienso que es un enfoque que abre
este debate de la equidad en el reparto de los recursos municipales, vivo en
Villaviciosa que es una población envejecida. Estoy convencido de que una
mayoría de los ciudadanos desearíamos que se priorizaran las partidas de la
dotación de la segunda ambulancia, de la apertura de un centro de día para
mayores que lo necesiten y de la descontaminación de la ría a los de las
fiestas, aunque esta vez he tenido la posibilidad de mudarme.
Lo malo es
que hemos hecho un mito de la fiesta y damos por hecho que lo que tenemos es
realmente la fiesta, y no es así; lo que tenemos es el negocio de la fiesta y
desde luego, la última no puede medirse en decibelios o en el “prestigio” de
los contratados. Tiene otras funciones más nobles, como es el caso del
acercamiento entre los ciudadanos que la fiesta negocio no hace, porque excluye
y agobia a una parte muy importante de los ciudadanos y porque aísla a los que
participan.
Reitero mis
felicitaciones al alcalde, porque su iniciativa aviva la confianza en el
balance de los Cien días de los Gobiernos Locales de Cambio que anunciaba en mi
artículo de la semana pasado “Un rayo de luz”
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