Escándalo
Nos quedamos
en el “escándalo” de Raphael y no parece que seamos conscientes de que el que
nos ofrece la actualidad es mucho más demoledor. He seleccionado dos noticias
publicadas este sábado, que reflejan lo que nos están obligando a tragar, para
reincidir en la posibilidad y en la urgencia de digerir la basura con que nos
acribilla el “discurso de la arrogancia”.
El País
“El ex
número 2 del BBVA ganó 3,28 millones por
cuatro meses de trabajo”
Público
“El ministro
del Interior Recibió a Rato en su despacho el día que se negó a declarar ante
el juez”
Ambos
artículos aluden a hechos que se han producido, respectivamente, en mayo y en
julio; la publicación de los mismos no obedece, así, a criterios de actualidad.
Impactan, sin embargo, en nuestra cotidianidad; son un “escándalo”- El primero
nos cuenta el despilfarro de los bancos con sus directivos y el segundo nos
muestra un gobierno que acuerda privilegios a imputados en delitos financiaros:
[El encuentro], “se
produjo el pasado 22 de julio, duró unas dos horas y se desarrolló en una clima
de "cordialidad", según reconocen las fuentes de Interior citadas por
el periódico”.
Claro que Rato no es un
simple financiero y ha ocupado altos puestos en las instituciones; el artículo
deja sin explicar la justificación de la recepción del ministro del Interior o
el interés del ex vicepresidente para ser recibido: “el mismo día que éste
acudió a los juzgados y se negó a declarar por considerar que requería más
datos de Hacienda sobre los delitos que se le imputan”.
Hay voluntad de
escandalizar, de romper referentes. No es necesario hacer un esfuerzo para
recordar las bajadas de sueldos y las pérdidas de derechos que sufrimos los
ciudadanos para pagar los despilfarros financieros y la corrupción, están en la
actualidad y en nuestra cotidianidad.
"El discurso de la arrogancia , que publiqué a principios de milenio, advertía del recurso al
escándalo y a la basura en la mediatización del neoliberalismo. Posteriormente,
intenté pasar la alerta con la novela "Cowboy from Brooklyn Hoy me permito insistir, porque no hay razón para que traguemos y el
discurso del neoliberalismo se alimenta de escándalos que no podemos
permitirnos
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