Me he retrasado
un día y no ha sido porque me faltaran ganas de contarte tantas cosas, sino por
circunstancias que justificadas. Lo comprenderás en el relato que sigue.
Llegué a la
Villoría el pasado domingo. Un oasis en el desierto invernal. Sobra el Anorak,
Un cielo azul, un sol que acaricia, tranquilidad campestre, unas vistas que me
gustaría dibujarte, fotografiar o, al menos encontrar algún enlace, pero te lo
cuento, a falta de la imagen que valdría más que mil discursos.
El establecimiento
se encuentra en una ladera de la colina sobre la que se enclava medina Sidonia.
Hay una excelente vista de la misma, se ve, en medio precioso ganado que pasta
con tranquilidad. La Villoría ella misma está rodeada de campos y de depósitos
de grano. Fui recibido por Gina, que me arropó desde mi llegada. Eran las 15 y
el cocinero, Ángel, estaba esperando que
almorzara para cerrar la cocina. Me había preparado rabo de Toro….
Te cuento
estas pequeñeces, porque parecen simples, pero resultan imponderables en el mundo” civilizado”. No
hubo conflicto por el choque de horarios, disfruté de la comida y no vulneré el
horario de Ángel. Se creó un vínculo con Gina y con Ángel. Después me sobró
tiempo para disfrutar a mi libre Albedrío hasta la hora de le cena.
Aprovechamos Julen y yo, nos sentimos en la naturaleza
y muy a gusto. El único problema fue que intentamos subir la colina, a las 18,
para que bajara el sol. Nos costó mucho, a Julen y a mí llegar a Medina
Sidonia, es una pequeña carretera muy escarpada por la que pasan, a veces, coches.
Y hay que encontrar un resquicio porque no cabemos todos. Hay un buen trecho;
muy lejos del idílico paseo que imaginaba, Visitamos un poco el centro y
regresamos un taxi. 6 euros. Mi primer chasco. Cuando desayunaba tranquilamente
en la terraza, -Ángel me dijo que nos llevaba, si queríamos y claro que
quisimos. Nos llevó al Ayuntamiento y nos recibió sobre la marcha Ché, la
técnica de cultura. Me sentí, inmediatamente adoptado, ayudado con los archivos
y me llevó a visitar a Carlos el ermitaño instalado en lapincha La ermita de los Santos Mártires Ayer Che me
permitió consultar los archivos del XVIII, me mudé al hotel El Duque, para
poder disfrutar de Medina Sidonia. No me arrepiento, esta gente son unos
supervivientes. Nada que ver con los “civilizados. Sonríen a la adversidad,
hacen fácil lo que normalmente hacemos difícil.
Echo en
Falta a Gina, Noelia y Ángel. También el proyecto de Rocío, pero te dejo,
porque tengo que respetar el horario Pilar, la señora de la limpieza, hemos llegado a un
acuerdo para que dejara mi habitación hasta el final. También en el hotel el
Duque se arreglan las cosas fáciles.
Me voy a
descubrir Medina Sidonias, aquí te lo ponen muy fácil.
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