“¡Que salgan
del armario!”- responde un amigo ante mis
comentarios sobre algunos de los discursos que se produjeron en el marco de la
reciente Asamblea General de la ONU (28 de septiembre/3 de octubre). No le
falta razón; las proclamaciones de la Agenda 2000 levantaron muchas esperanzas
y nos encontramos ante el mundo en que nos toca vivir .No impide que algunas de
las cosas que se han dicho, o que estaban entre bastidores, tienen un gran impacto en el escenario en que
nos movemos y empujan a salir.
Comenzaré
por los bastidores, con la cita de dos simples ejemplos; el escándalo Volkswagen
y el hecho de que Francia mantenga su proyecto del misil nuclear M51, con una
autotomía de 8000 Km y con capacidad para transportar entre 6 y 8 bombas
atómicas con una potencia exterminadora 100 veces superior a la de Hiroshima.
Nadie ha pedido cuentas a los representantes de los Estados implicados, que han
firmado y proclamado la adopción de la Agenda 2030 y discurseado.
Hay tantos
ejemplos en los mundos de los oradores que la mención rebasa esta columna y el
foro de la ONU, pero que violan las bellas proclamaciones de la Agenda 2030
para el Desarrollo Sostenible: un instrumento para defender a las personas, al
planeta, la prosperidad, la paz y el acceso a la justicia.
En los
discursos hay frases que mencionan terapias, aunque los oradores no salgan del armario. Me
limitaré a dos ejemplos:
Francisco I
proclamó que pese a que la la ONU tiene la misión de defender la justicia “ El panorama mundial hoy nos presenta, sin
embargo, muchos falsos derechos, y –a la vez– grandes sectores indefensos,
víctimas más bien de un mal ejercicio del poder: el ambiente natural y el vasto
mundo de mujeres y hombres excluidos”. Recomiendo leer el artículos, porque
tiene otras proclamaciones interesantes.
Por su parte Felipe VI dijo:
““La globalización de
las finanzas, de la tecnología o de la información debe ir acompañada por la
globalización de la solidaridad”
Hay muchos
otros ejemplos, claro y estoy convencido de que muchos los compartimos, vengan
de donde vengan y salgan o no salgan del armario. La cuestión es que estamos
donde estamos y que las proclamaciones no pueden quedarse en meras promesas
cuando esto está que arde y nos estamos quemando.
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