miércoles, 1 de marzo de 2023

Nuestra cita cotidiana

 

El 2 de marzo de 1940, Franco sacò una ley represiva: “Ley sobre represión de la masonería y del comunismo, 1940”: http://www.historiasiglo20.org/HE/texto-ley1940.htm

 

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Artículo tercero. Toda propaganda que exalte los principios o los pretendidos beneficios de la masonería o del comunismo o siembre ideas disolventes contra la Religión, la Patria y sus instituciones fundamentales y contra la armonía social, será castigada con la supresión de los periódicos o entidades que la patrocinasen e incautación de sus bienes, y con pena de reclusión mayor para el principal o principales culpables, y de reclusión menor para los cooperadores (...)”

BOE, 2 de marzo de 1940

 

 

 

Eduardo Montagut añade: “La represión franquista de la Masonería”: https://www.elsaltodiario.com/nueva-revolucion/la-represion-franquista-de-la-masoneria

 

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El franquismo hizo en este preámbulo un ejercicio de interpretación historiográfica desde sus parámetros ideológicos al considerar que la Masonería, en primer lugar, era una sociedad secreta, y luego que habría participado activamente en la pérdida del imperio colonial, promovido la crueldad de la Guerra de la Independencia, y en las guerras civiles del siglo XIX, fomentado las perturbaciones que llevaron a la crisis de la Monarquía Constitucional de Alfonso XIII y la caída de la Dictadura de Primo de Rivera, para terminar siendo responsable indiscutible de los “numerosos crímenes de Estado”, y en el proceso que se había producido para que España fuera “satélite y esclava de la criminal tiranía soviética” en tiempos de la Segunda República. Se concluye que era responsable de todos los conflictos desde el comienzo de la época contemporánea, volviendo a mezclar acontecimientos, ideologías, organizaciones y procesos históricos muy distintos y hasta contradictorios entre sí, en un ejercicio intensamente maniqueo de la Historia.

 

El mismo personaje añade: La represión franquista: https://www.nuevatribuna.es/articulo/historia/represion-franquista/20160208184906125173.html

 

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La represión franquista, por lo tanto, debe ser entendida en ese contexto de los años treinta. Pero, fundamentalmente, fue una represión que se ideó como un instrumento fundamental para acceder al poder y para consolidar el nuevo régimen. El discurso de la integración de los vencidos nunca fue sincero porque nunca hubo un interés real en llegar a una reconciliación. Todas las medidas represivas desarrolladas hasta el final de la dictadura prueban fehacientemente esta afirmación. Hemos expresado que fue una represión ideada; efectivamente, no fue una explosión incontrolada. La represión franquista en la guerra y, por supuesto, en la dictadura fue planificada desde el primer momento, aunque podría aducirse que fue mucho más virulenta por el hecho de que el golpe fracasara y derivara en una guerra civil. Pero las directrices generales de exterminio y castigo ya las encontramos en las propias instrucciones del general Mola. Además, los hechos han terminado por confirmar que no hubo grandes diferencias a la hora de reprimir entre las zonas que hicieron frente a los sublevados y aquellas donde no hubo guerra porque el golpe triunfó rápidamente. Los estudios de la represión en Galicia o en Castilla-León confirman lo que aquí decimos.

Al terminar la contienda la represión se convirtió en una verdadera continuación de la guerra y no es fácil encontrar paralelismos, por su intensidad cuantitativa y cualitativa, con otras represiones ejercidas contra ciudadanos del mismo país, si exceptuamos el Gulag soviético y la represión ejercida contra los judíos alemanes por parte de Hitler.

La represión en la dictadura tuvo varias características. En primer lugar, pretendió ser ejemplar. En segundo lugar, duró hasta el final de la existencia de la dictadura, aunque adoptara fórmulas nuevas para adecuarse al transcurso del tiempo, al contexto internacional y, sobre todo, porque los objetivos humanos y organizativos a reprimir cambiaron a partir de finales de los años cincuenta porque había que perseguir más a los nuevos opositores que a los vencidos. En tercer lugar, abarcó a un porcentaje muy alto de la población española. Otra de sus características fue el intenso miedo que generó y que paralizó a la sociedad española, tan movilizada en el pasado.

Julian Casanova añade: “La Iglesia y la represión franquista”: https://elpais.com/diario/2008/11/26/opinion/1227654005_850215.html

 

En realidad, por mucho que se quiera culpabilizar a la República o repartir crueldades de la Guerra Civil, el conflicto entre las diferentes memorias, representaciones y olvidos no viene de ahí, de los violentos años treinta, un mito explicativo que puede desmontarse, sino de la trivialización que se hace de la dictadura de Franco, uno de los regímenes más criminales y a la vez más bendecidos que ha conocido la historia del siglo XX.

Lo que hizo la Iglesia católica en ese pasado y lo que dice sobre él en el presente refleja perfectamente esa tensión entre la historia y el falseamiento de los hechos. "La sangre de los mártires es el mejor antídoto contra la anemia de la fe", declaró hace apenas un mes Juan Antonio Martínez Camino, secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal, en el fragor del debate sobre las diligencias abiertas por el juez Garzón acerca de la represión franquista. "A veces es necesario saber olvidar", afirma ahora Antonio María Rouco. Es decir, a la Iglesia católica le gusta recordar lo mucho que perdió y sufrió durante la República y la Guerra Civil, pero si se trata de informar e investigar sobre los otros muertos, sobre la otra violencia, aquella que el clero no dudó en bendecir y legitimar, entonces se están abriendo "viejas heridas" y ya se sabe quiénes son los responsables.

Y, para postre, por gentileza de Público, el articulo ¿La tercera restauración borbónica?:

 

 

 

 

España se acostó franquista y se levantó democrática. Los jueces del franquismo pasaron a ser los jueces de la democracia. De los 16 jueces del Tribunal de Orden Público, el juzgado político encargado en encarcelar a los demócratas, diez pasaron a la Audiencia Nacional y seis al Tribunal Supremo. Se quedaron igualmente los policías –de ahí vendría el Batallón Vasco Español, la Triple A, Conesa, Billy El niño, los GAL o Villarejo-, se quedaron los catedráticos –ahí está la universidad que tenemos- y los periodistas –Juan Luis Cebrián, que dirigiría El país, venía de ser el Jefe de Informativos de la RTVE franquista-.

Por todo eso, es verdad lo que dice el que fue Director efímero de El Mundo, David Jiménez, "Juan Carlos I se exilia. Se queda la prensa que lo encubrió, el empresariado que lo corrompió, la clase política que lo protegió, la judicatura que miró a otro lado y el ejército de cortesanos que lo aplaudió". Lo ha dicho igualmente la directora de Público, Virginia P. Alonso: "para construir un muro así y mantenerlo durante más de 40 años son necesarias muchas manos; las de Gobiernos, empresarios y periodistas, sin ir más lejos; pero también las de la propia familia real, en la que se incluye a su hijo, el actual rey, Felipe VI".



Gracias a l@s 1103 que acudisteis a la cita de  ayer

Gracias a Iris

Gracias a ti

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