domingo, 10 de abril de 2022

Nuestra cita cotidiana

 

·       El 10 de abril de 1865 ocurrió la tragedia de “La Noche de San Miguel”. La SER lo presenta así: “La Noche de San Daniel: el infierno en la Puerta del Sol”: https://cadenaser.com/audio/001RD010000004499337/

“Museo Internacional del estudiante” añade: “PIEZA DE LA SEMANA - Nº 35 – La Noche de San Daniel del año 1865”: http://www.museodelestudiante.com/Pieza/Pieza35.htm

 

 

Debes Pinchar, para animarte, copio:

 

En el año 1865 el Gobierno de España decidió enajenar una parte del Patrimonio Real para hacer frente a la delicada situación que atravesaba la Hacienda Pública. Este hecho motivó la repulsa de un sector de la población que era contrario a que se hiciera entrega del 25% a la Reina Isabel II. Don Emilio Castelar, catedrático de Historia en la Universidad Central, se puso al frente de aquel movimiento publicando varios artículos contrarios a la usurpación de los bienes del pueblo para favorecer, en cierta medida, a la Monarquía.

Como consecuencia de todo ello, el Gobierno presionó al Rector, don Juan Manuel Montalbán, para que destituyera a Castelar pero, su negativa a tomar esta medida, motivó el cese de ambos y la dimisión de otros catedráticos en solidaridad con sus compañeros.

 

 

En la fecha en que tomaba posesión el nuevo Rector, los estudiantes se echaron a la calle arropados por obreros, intelectuales y miembros de diversos partidos políticos. Al caer la noche del 10 de abril, los manifestantes se concentraron en la Puerta del Sol para dar una serenata de apoyo a Montalbán, que había sido prohibida con anterioridad por el Ministro de la Gobernación. Fue entonces cuando la Guardia Civil, apoyada por unidades de Infantería y de Caballería, cargó contra la muchedumbre y el enfrentamiento se saldó con el triste balance de 14 muertos y de 193 heridos.

 

El 10 de abril de 1919 fue asesinado Emiliano Zapata. Jan Martínez Ahrens lo explica muy bien: “Toda la munición contra Zapata”: https://elpais.com/cultura/2016/12/20/actualidad/1482199810_385787.html

 

Un estudio saca a la luz la guerra de exterminio que el Gobierno mexicano, apoyado por EE UU, libró hace un siglo contra el revolucionario con armas químicas, deportaciones y torturas masivas.

Con una visión mucho más avanzada que Pancho Villa y otros señores de la guerra, el sureño abogó por el derecho de huelga, el reconocimiento de los pueblos indígenas y la emancipación de la mujer. Pero su fuerza no sólo radicaba en un programa político capaz de hacer saltar por los aires las convenciones burguesas. Aquel campesino devenido en revolucionario tenía a un lado a un ejército dispuesto a morir a sus órdenes y al otro, a miles de campesinos a los que había devuelto el pan y el orgullo. No pasó mucho tiempo hasta que fue visto como el gran enemigo a batir por el poder carrancista. La ofensiva fue implacable. “Para ello el Gobierno contó con la ayuda de Estados Unidos. Carranza en diciembre de 1914 apenas disponía de 1.700 fusiles; en menos de un año Washington le proporcionó más de 53.000”, señala Pineda.

Con este respaldo, Carranza y su general se pusieron manos a la obra y ya en febrero de 1916 empezaron a fabricar, con maquinaria importada de Estados Unidos, las espoletas para el gas asfixiante con el que pensaban aniquilar a los zapatistas. “Posiblemente se prepararon con fosgeno, un veneno incoloro y con olor a maíz verde, cuyos síntomas no son inmediatos”, explica Pineda.

El coronel carrancista Jesús Guajardo fue enviado para matarle. Primero hizo saber a los zapatistas que estaba dispuesto a desertar y luego, como prueba de confianza antes de encontrarse con el líder revolucionario, fusiló a 50 soldados federales.

Ambos acordaron reunirse el 10 de abril de 1919 en la Hacienda de Chinameca, en Morelos. Cuando Zapata cruzó el umbral, la traición cayó sobre él. Aunque logró desenfundar su pistola, no pudo apretar el gatillo. Siete balas acabaron antes con él.



Gracias a l@s 1122 que acudisteis a la cita de ayer

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