JUANA
Nací en Cabra del Santo Cristo. Tuve que
abandonar mi tierra cuando me quedé embarazada, aún no había cumplido 16 años.
Yo era y continúo siendo, pequeñita y
fea; razón por la que me contrató doña Ramona:, esposa de un marido aficionado
a “beneficiarse” de las mujeres que contrataba su señora.
La primera vez que fui violada por este
monstruo tenía 14 años. Con nadie podía contar. Es más, tenía que asegurarme de
que se ignorara el asunto. La señora me echaría inmediatamente y mis padres me
darían una zurra.
.Cuando mi embarazó se hizo notar, la
señora me obligó a casarme con un gañán, le dio dinero para comprarle y para
que me llevara todo lo lejos posible. Supongo que, también, mis padres
recibieron lo suyo; puesto que asistieron a la boda bien contentos. Salí
de la casa donde servía. Con nadie pude hablar. Así me sacaron de mi querida
provincia de Jaén. Doña Ramona tomó todas las precauciones para que se ignorara
el origen del fruto de mi vientre.
Mi marido, José, me llevó a Bilbao.
Allí, sin dejarme tiempo para descansar, me violó con aún más brutalidad que lo
hacía el patrón. José tenía reservado un puesto de barrendero en el puerto,
que, en aquella época, llegamos en 1956, se encontraba en Santurtxi. Iba con él
hasta que llegó el parto; de las
barreduras sacaba trigo y otros productos. Costaba mucho limpiar, pero yo sabía
apañarme, y así pasaron los años hasta que mi esposo fue encarcelado por
contrabando; aprovechaba su situación para recibir cartones de cigarrillos, que
le tiraban del barco. Fue denunciado por un carabinero, por competencia
desleal. Estos funcionarios cobraban el “diezmo”, como llamaban al latrocinio
que imponían a los marinos que intentaban sacar del barco cualquier producto,
tan necesario para una España hambrienta.
Me sentí aliviada, nunca he deseado mal
a alguien, aunque el muy sinvergüenza se quedaba con todo lo que adquiría con
tanto descaro.
Iba a visitarle a prisión, tuve que
dejar de hacerlo por los insultos.
¿Para qué pensar más en un pasado tan
abrumador?
Nada volví a saber de una persona que se
me había impuesto. Me dedicaba a hacer limpiezas en casas particulares. Fui una
madre afortunada, a mi retoño le iba muy bien en los estudios y lo que aprendía
me lo enseñaba a mí.
Mi niño siempre lograba beca que pagaba
sus estudios y nos ayudaba. Él solamente tenía dos sueños: que yo dejara de
trabajar y terminar la carrera de Derecho.
–¡Tenemos que luchar contra los
abusos a las mujeres! Mi padre biológico y su “santa” esposa, gozan aún de
buena salud. Necesitamos lograr un análisis de ADN antes de que muera el
infame.
–¡No te he educado para guardad
rencores!
–Yo no siento rencor alguno. Lo que
considero importante es evitar que otras pobres mujeres sean víctimas de
monstruos como ellos.
–¿Y qué harás?
–He hablado con una profesora que es muy
sensible al caso. Quiere conocerte.
Fui informada justo cuando la visita
tocaba el timbre.
No me sentí incómoda, pese a lo difícil
que me resultaba hablar de aquel horrible pasado.
–Mis males salían a chorros ¡Tanto
tiempo tapiándolos!
Alicia, así se llama la visita, me dio
un abrazo muy tierno. Añadió:
–¡Lo tenemos! Solamente necesito que me
firmes estos papeles.
Conocía perfectamente los términos que
requerían mi aprobación, para ser representada por Alicia y por una procuradora que no conocía.
–No tenemos con qué pagar.
.Juan me aclaró.
–Alicia ha sido suspendida de
empleo y sueldo por denunciar los abusos sexuales de ciertos magistrados que
ejercen la docencia en la Facultad .
–¿Te acusaron de calumnias?
Pregunté
–Difícil lo tendrían; todo el mundo está
al corriente.
Respondió Juanito, y, añadió:
–Fue ella la difamada.
–Si todo el mundo está al corriente de
los abusos de los magistrados ¿Por qué callan?
Pregunté.
–Dejémoslo estar.Centrémonos en el
asunto por el que nos hemos reunido.
Cortó, con amabilidad, Alicia, y añadió:
–Pediremos las pruebas de ADN. No pueden
negarse. Ahora toca ocuparse de esta querida anfitriona; Juana, te hemos
inscrito en las pruebas de acceso a la universidad para mayores de 25 años.
–¿Qué?
–Juan certifica que estás ampliamente
preparada.
–Solamente soy una simple fregona.
–Es soberbia pecar de humildad
.–Supongo que no querrás menospreciar las
capacidades de Juan.
–Tengo que trabajar para mantenernos. En
el supuesto que aprobara el examen de acceso, no podría asistir a clase.
–Juanito tiene ya un trabajo de
asistente, que junto a la beca, sería suficiente.
–¿Y mi jubilación? Estoy cotizando desde
que a las que trabajamos por horas, se nos consideró autónomas.
–Recibirás una buena indemnización muy
pronto.
–No quiero ese dinero. Si lo
consiguieras, mi parte servirá para ayudar a las mujeres.
–Tu hijo tendrá derecho a su parte de la
herencia.
Éste respondió con la velocidad del
rayo.
–Yo haré lo mismo que mamá.
La profesora penalizada tenía su
respuesta preparada.
–Tengo
trabajo para ti. He renunciado a mi plaza y voy a abrir un bufete. Cuento
con vuestra valiosa ayuda.
Pregunté:
–¿Con
qué dinero contaremos para iniciar el bufete?
–Tengo
una pequeña herencia, lo suficiente para mantenernos hasta ganar nuestro primer
caso,
Entré,
con nota, en la Facultad de Derecho. Estudiaba por la noche, utilizaba los
apuntes y los manuales de mi hijo. Solamente me presentaba a los exámenes y
sacaba buenas notas. Comprobé que las acusaciones de Alicia a los magistrados eran
ciertas. Conseguí la confianza de algunas de las víctimas. Las pobres chicas
estaban demasiado asustadas para testimoniar en contra de quienes podían
destruir sus carreras. Les conté mi historia, y, unas cuantas comprendieron que
teníamos que defendernos De pronto, mis buenas notas se transformaron en
suspensos. Monté tal escándalo que logré que una comisión viera mis exámenes Recuperé
mis notas y mi coraje convenció a una gran parte de las víctimas, para que
testimoniaran en un juicio que ganó nuestro gabinete. Alicia fue indemnizada y
tuvimos dinero para continuar trabajando.
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