Pese a los
esfuerzos, no he conseguido concluir escrito alguno desde el miércoles pasado.
Hoy no puedo escapar a nuestra cita, gracias amig@.
Es como si estuviera
renaciendo y estuviera reuniendo fuerzas para asumir mi responsabilidad de mi
propia vida. Antes mi perspectiva era cortoplacista y me aferraba a la
producción frenética. Ahora soy demasiado selectivo. Es incómodo, pero tengo
que superarlo.
Estoy
atrapado en el cerebro de una niña precoz, pero de cuatro años, metida en las
intrigas del Versalles de la Maintenon, el de la mojigatería. Tengo muy claro
el proyecto de mi sexta novela. No me sirve lo que he escrito y llevo una
semana empezando y suprimiendo. No he sido aún capaz de meterme en el cerebro
de esa niña, que es la autora del primer capítulo del diario. Me pasa algo parecido
con los intentos de escritura de artículos de opinión. Sé muy bien lo que
quiero decir, pero no encuentro la manera de decirlo.
Espero
superar pronto esta crisis, pero tengo que pasarla. No me quedan las prisas que
antes me empujaban y tengo que empujarme yo solito, porque no pienso permitir
que la autocrítica devore mi creación: necesito agarrarme a escritos; hechos y
a tener algo que agradecer cada día en la materia. He pensado en imponerme dos
páginas de novela y algún artículo de opinión. Pero, de momento solamente he
mantenido esta cita. Un grano no hace granero, pero ayuda.
Te lo quería
contar, porque sé que te importo y porque sé que te alegrarás de haberme
ayudado. No podía faltar a esta cita y he burlado las murallas de mi feroz
autocrítica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario