Ayer me
encontré a mi amiga Gladys, que vive en Villaviciosa y es de origen cubano. Es
curioso, Villaviciosa es más un pueblo grande que ciudad pequeña y pese a la
mutua simpatía, no nos habíamos visto desde octubre y como cada vez que nos
encontramos, ella estaba atrapada por el tiempo. La última vez que nos vimos,
le conté mi proyecto de Cádiz. Ahora tenía que contarle el trance que me había
hecho volver en enero, en vez de mayo, teníamos que hablar de la visita de
Obama y de su opinión sobre mis dos últimas novelas, que le regalé en el
encuentro anterior. Ella es muy reservada sobre su vida y lo único que sé es
que está atrapada en el tiempo, con el curro y con su carga familiar. No se
pone a mirar al reloj, pero se siente que tiene prisa, aunque sonríe.
Logramos que
cupiera todo en lo que teníamos y me comentó que mis últimas novelas no estaban
mal, pero que prefería las primeras.
Encuentro corto;
unos minutos. Mucho de qué hablar y empatía, y todo cupo.
Te lo quería
contar
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