Los de aquí
y los de allá
Terraza del Bar
Simón, Sábado siete, 14,50
He llegado con la lengua fuera y flagelándome.
Tanto yo como María y Juan, hemos llegado al mismo tiempo, aunque habíamos
quedado a las dos de la tarde, con el fin de evitar que Simón y Natalia
mantuvieran el bar y el restaurant
abiertos hasta las tres de la tarde, para atender a los fieles clientes entre los
que nos encontramos Julen y yo Julen y yo y estoy seguro que tú también lo
estarías. Estos tres nuevos mosqueteros que pretendían redimir a Simón y a Noelia,
ansiosos por unirse a las celebraciones de una boda familiar; uno de esos raros
momentos en que se reúne la familia. Hemos terminado a las cuatro de la tarde. Hemos chuleado una hora al Simón
que pretendíamos rescatar
Yo venía muy
mal. No es que me encontrara mal, nada
de eso, he pasado una noche, excelente y todo iba bien hasta que me he quedado
atrapado por el cambio de móvil, que he hecho hoy, para poder ofrecerte fotos, por ejemplo. El
único problema, aquí y en Lima, es que la tienda estará cerrada hasta el lunes
y por fácil que me ha parecido, cuando me lo han explicado, no consigo recibir
o enviar llamadas. Conozco gente que se la monta bien en esto, pero están
ocupados en este momento. Tendré que aprender. En Epulón son muy pacientes para
escuchar, yo tengo que adoptarme al horario y aprender a comunicar. Entre
tanto, tengo este blog y me sigue apetecido acudir cada día a esta cita y
contarte mi vivencia de Medina Sidonia.
María y Juan
se han cargado mi paranoia que traía.
-Se espera
al lunes si no encontramos a alguien que
lo puede resolver antes.
Juan es
ciego, pero me parece que compartimos algunos de los candidatos, el tiene más,
pero tanto los suyos como los míos están más liados que una morcilla. Noelia
y Simón se lo hacen con la manga, pero
hace falta mucho morro para agobiarlos a las cuatro de la tarde,
Se esfumaron
como por encanto mis trabas: Veo a María, la pareja de la que se siente
orgulloso Juan. Se conocieron, hace tres años en el programa “Juan y Medio”.
Desde entonces viven en pareja. Para María, Medina Sidonia es la “tierra
prometida”.
Gestiona lo
que toca y mantiene la sonrisa. Ensombrece el martirio, pero sus espaldas lo
delatan.
¡Qué te voy
a contar! Los tres que dábamos el coñazo
A Simón, a las cuatro de la tarde, somos incapaces de utilizar el nuevo
teléfono. Es fácil, sin embargo, para Noelia, Simón y para todos los que
conocemos, que cargan ya con su propio a gobio.
He hablado
un rato a solas con María. Compartíamos un buen trecho de ruta. Me he sentido
muy a gusto, pero había una agenda. ¿Qué quieres? Una imagen de María vale más
que mil decursos. La mirada de María tiene mucho que decir. Siento no poder
mostrarlo y prometo que a partir del
lunes me pongo al día y esto empieza.
Alienes, al
menos dos, me preguntaban si yo espero, a mi edad, ver funcionando este loco
proyecto en que me he metido. Las miradas de Noelia, de Simón de María, de
Iván, de tantas y de tantos otros que voy mencionando en este breve testimonio me
dicen, a su manera, que no tengo otra alternativa, que estoy donde tengo que
estar cuando tenía que estar y haciendo lo que tengo que hacer. Si, tengo ese
apoyo en esas miradas y estoy muy a gusto, eso es Medina Sidonia; la mezcla
histórica del territorio, que se produce en cada momento en estas voces y en
otras, como ocurre cada tarde del Viernes en el bar Central, cuando se reúnen los
girigaditanos. Una pena que el Bar no
estuviera aún abierto. La cordobesa María, los no sé qué, que somos Julen, yo, y
creo que tú, siempre hemos sido exquisitamente recibidos, y hubiera sido
resuelto el problema tecnológico, bueno, cuestión de agenda. Estaba cerrado y
yo tenía que contártelo, como prometido, en nuestra cita.
Recuerda que
es un borrador y que ya no puedo más.
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