El discurso del rey
No soy
monárquico o navideño, pero, este año, con la que nos está cayendo, en un
solsticio de invierno iluminado por el
plenilunio y en un verano que no parece querer irse, esperaba que el jefe del
Estado planteara alternativas o, al menos perspectivas. No ha sido así, se ha
expresado un monarca que proclama buenos
deseos y una lectura partidista de nuestra historia sobre la que ha construido
sus proclamaciones y “principios” que no abren vías de salida.
El palacio
Real no es, de manera alguna, la representación de nuestra historia, puesto que
las construcción y remodelaciones del mismo obedecían a intereses que no tenían
nada que ver con la “unidad de España” o de los españoles. Por otra parte, el
constructor, Felipe V quiso hacer de su residencia el consuelo por la pérdida
del esplendor de Versalles y construyó un palacio real que duplicaba la
superficie de Versalles o Buckingham, cuando España ya no era una potencia y
que apenas había emergido de los destrozos de la Guerra de Sucesión.
Tampoco hay
que olvidar que Felipe V abdicó, para activar sus derechos en la línea de
sucesión a Luis XIV o que en el antiguo Alcanzar sobre cuyas ruinas se
construyó el actual palacio, fue sitiada Juana la Beltraneja, legítima
candidata al trono.
No, tampoco
el palacio real es un lugar para hablar de ley, con las intrigas que han
alimentado las guerras, como hemos sufrido, porque esas leyes tenían diferentes
interpretaciones y eso sí que forma parte de nuestra historia, la razón de los
más poderosos se ha impuesto a los vencidos, porque sí.
El discurso
se pronunció en la Sala de Tronos, según el monarca “donde la Corona celebra
actos de Estado” Era de esperar, como ya he indicado en el primer párrafo, que
así fuera y desde luego no se puede construir la historia a nuestro antojo y
tampoco ignorar los graves problemas que nos amenazan. No podemos sentirnos
orgullosos de los resultados obtenidos en la Cumbre del Clima, cuando se ha
vuelto la espalda al presente que amenaza, como es el caso del verano que no
parece querer irse, cuando, los poderosos han retrasado una década la reducción
de emisiones contaminantes. Tampoco se puede afirmar la unidad de España,
cuando ésta está dividida por todos lados: mientras algunos gozan del AVE, los
ciudadanos de otros territorios sufrimos de infraestructuras ferroviarias del
XIX, somos el territorio con mayor número de aeropuertos…, se están recortando
derechos ciudadanos y cada vez hay más ciudadanos bajo el umbral de la pobreza…
Eso es la
unidad de España del postfranquismo, la de pagar entre todos los lujos de otros,
el despilfarro, al que ya he hecho mención en la construcción del Palacio Real
y del que en la actualidad tenemos una larga lista de ejemplos. Esa unidad de
España, es, asimismo, un buen caldo para la corrupción, a las pruebas me
remito.
Otra cosa
sería si nuestro modelo territorial tuviera un modelo equitativo y coherente.
El jefe del Estado debería haber hablado de eso. Es posible una unidad en esa
perspectiva, ya lo creo, pero temo que a la que se refería el monarca no era
esa, sino la de Susana Díaz o la del PP, esa que permite despilfarros, y
corrupción con unos dineros aportados por todos los españoles cuyo objetivo es
ayudar al desarrollo de los territorios más desfavorecidos.
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