El escándalo de los títeres
La detención de los titiriteros en
los Carnavales de Madrid es una prueba más de que la caza de brujas necesita
ser denunciada.
No es porque
ya estemos acostumbrados a las tácticas de la Santísima Inquisición que debamos
aceptar la detención de unos señores porque han ofrecido un escenario de “caza de brujas”. Es un
escándalo.
También lo
es la manera de presentar los hechos: padres que hubieran visto el cartel “Gora
AlkA ETA” y que no hubieran visto que éste hubiera sido colocado sobre alguien
que se quiere condenar; el ejecutor es muy astuto: la denuncia que se
planteaban hacer los detenidos debe ser juzgada suficiente para acusarlos de “enaltecimiento
del terrorismo”.
Otra cosa es
la cuestión de la adecuación de los gastos que el Ayuntamiento destinó al
espectáculo. Eso es harina de otro costal, lo que realmente interesa a unos
ciudadanos atrapados entre los viejos y los nuevos poderes. Según la concejala
de Cultura no se trataba del espectáculo que requerían los asistentes y no se
había visionado previamente a su contratación. Es un fallo cuando los caudales
son tan escasos y las demandas de los ciudadanos tan lacerantes.
Echo en falta
una información objetiva sobre la gestión de los nuevos poderes locales y con
el tumulto que montan los escándalos y con la falta de medidores objetivos que
permitan certezas, estamos muy perdidos. Tiene que haber datos fiables ¿Por qué
no los hay?
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