Brigitte
Siempre he
odiado a mi madre porque que me “vendió”, a los 16 años; pero los 12 años de
casada han sido, sin duda, los más tranquilos de mi vida. Mi marido tenía
cuarenta, pero estaba muy bien conservado. Era teniente coronel.
-¡Eres una
niña tonta!-Me había gritado mi madre sin piedad- No hay para medias.
Ella las
vendía, en estraperlo; tenía casi de todo y en el fondo, pese a la guerra que
habían iniciado los moros contra nosotros, tan argelinos como ellos o más,
vivíamos muy bien, gracias a los excelentes contactos de mi progenitora con el
ejército.
Esa era su
canción preferida; privarme de todo y mostrarme que lo tenía al alcance de la
mano: dejarme seducir por Pierre Joseph. En realidad lo hubiera hecho de buen
grado: me atraía y era muy consciente de que podía darme una vida mucho mejor
de la que me esperaba.
Tardé tres
días en dejarme convencer, dos meses en quedarme preñada y una semana para
casarme con gran pompa en la catedral de Orán. Los primeros años fuimos muy
felices, aunque tuvimos que abandonar Argelia. Nunca se lo perdonaré a de
Gaulle.
Las cosas
empezaron a funcionar mal cuando Pierre Joseph pasó a la reserva y teníamos que
aguantarle en casa. No es que yo tuviera problema alguno. Tenía una interina
para las grandes limpiezas y sabía organizarme para tener todo al gusto de mi
marido y mantener el ritmo de vida que corresponde a la esposa de un general,
puesto que Pierre Joseph había sido ascendido. Él estaba realmente orgulloso de
mí y yo gozaba en mi papel y con el sexo, que en raras ocasiones hacíamos en la
cama.
Tuvimos dos
hijos, Pierre, en 1957 e Isabel, nacida en el 60. Aquí me paré, pese a que mi
marido quería una familia numerosa. Él nunca lo supo, pero recurrí a un
ligamento de trompas, pese a que entonces creía en las ansias de paternidad de
mi pareja.
Así lo
parecía cuando pasaba poco tiempo en casa. Yo había educado a mis hijos para
que fueran adorables con su padre, cosa que no resultaba difícil los ratos que
estaba entre nosotros. Otra cosa fue cuando lo teníamos todo el tiempo entre
las piernas. Yo sabía capeármelas. No así Isabel y después. , siempre he creído que bajo la
influencia de su hermana mayor, Pierre. No tardaron en detestarse y el general
hizo uso de su rango.
Descubrí con
horror que no era hijos lo que quería, estaba dominado por la fiebre de
perpetuarse y completamente decidido a
imponer su santa voluntad. Para algo sirve la academia miliar.
No podía
presenciar indiferente tal atropello; mis hijos no serán “formateados” y
programados por su padre. Tenía que usar mis recursos para evitarlo. No me
había planteado dejarle; estaba satisfecha, teníamos una vida cómoda y me
resultaba fácil desarmar al militar. El conflicto entre éste y mis hijos se me
escapaba de las manos. Pierre no quería ir al internado elegido por su padre
para preparar la entrada en la academia militar. Isabel no paraba de proclamar
su pacifismo, pese a los castigos y airadas amenazas que profería su padre. Era
un infierno y cada vez tenía menos margen de intervención.
Pronto tomé
el bando y el odio de mis hijos. No podía soportar al tirano. Nuestro hogar se
transformó en un campo de batalla y él se refugió en las putas y en el alcohol.
Nada bueno para cualquiera de nosotros.
Llegué a un
acuerdo, un buen acuerdo; recibía una pasta, el divorcio y la custodia.
Aceptaba el hecho que la cantidad
recibida cubría la totalidad de mi demanda. En aquel momento estaba dispuesta a
renunciar a todo. Me consideraba generosamente compensada. Aún mejor, liberada
de alguien a quien había llegado a odiar tanto o más de lo que lo hacían mis
hijos.
Nos íbamos a
nuestra querida África de la que nos sentíamos despojados. Teníamos pasta
suficiente para montar un negocio y vivir como reyes. Optamos por Dakar, la
última ciudad africana en la que habíamos vivido.
Empezamos
con poco. El comercio menudo con Las Palmas. Volábamos a la última una vez por
semana. Llevábamos artesanía y traíamos lo que pedían nuestros clientes
senegaleses. Pasamos unos buenos añitos. Las cosas podían habernos ido mejor,
pero no iban del todo mal, contando con los gastos que me suponía la educación
de mis hijos en caros colegios franceses.
No sirvió
para gran cosa, ninguno de los dos sentía interés alguno por los estudios y tuve que contentarme con la educación
secundaria, sin más. Yo creo que los tres guardamos muy buenos recuerdos de
nuestra estancia en Dakar, pero tuvimos que irnos…
Pierre es
tan visceral como su padre y se metió en una banda de la que he querido saber
muy poco, inspirada en el Ku Klux Klan. Mis hijos, desgraciadamente, no son muy
inteligentes. No paraban de meterse en líos, hasta que tuve que recurrir a
influencias y a dinero para poder sacarlos, sanos y salvos de Senegal.
Nos
instalamos en Las Palmas y nuestra “fortuna” se fue espumando; por gastos poco
controlados y sobre todo por depositar mi confianza en un hijo de puta que me
propuso un excelente negocio que resultó una ruina. Nunca hubiera yo pensado
que llegara a dejarme embaucar por un hombre, pero lo hice.
Isabel y yo
hemos logrado salir adelante, pero Pierre se enroló en la legión francesa y
pasamos unos cuantos años sin saber de él. Ahora tenemos contactos y sé que es
feliz.
¡Aquellos
maravillosos años! Aún queda; como mi madre decía “Quien tuvo retuvo” y me
busco la vida ¡Si no fuera por los problemas que me está acarreando el
blanqueo! Felizmente tengo una buena abogada de oficio, pero la justicia no
parece querer ver que alguien me traía las tarjetas y que yo no sabía que lo
que cargaba era dinero negro. ¿Por qué hubiera tenido que saberlo?
La cosa
pinta muy mal para mí; los políticos parecen haberse librado, pero yo sé que
José puede ayudarme. Manolo, el ex concejal que me metió en el lio, en el
fondo, no es mala gente. Quiere vengarse de un partido que le ha dejado tirado.
Está
dispuesto a tirar de la manta, dinamita para la oposición, para la que trabaja,
en negro, José. No me ha gustado la negativa a recibir a Juancho, mi pareja,
pese a que éste ha dejado ya la droga. No lo he tenido muy en cuenta; José y yo
siempre hemos sido amigos muy leales y aunque no me pega su actual
intolerancia, sé que me ayudará.
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