Ayer también llovió café en este apartamento. Una comercial
con esa belleza que sale de las entrañas llamó a nuestra puerta. Iris se
acababa de bañar y no es de su gusto recibir así.
Abrí, siempre lo hago, pese a que solamente llamen comerciales
y a lo duro que resulta negarse a que su esfuerzo no sea reflejado en la
comisión por captación, el único pago que recibe de la empresa.
Iris y yo estábamos muy liados y la empresa cuyos servicios
ofrecía nuestra visitante es una gran causante de nuestros agobios; no doy más
detalles para evitar que se identifique a la empresa.
Cuando la encantadora persona cuyo nombre no estoy
autorizado a revelar, pero que, estoy convencido, pronto conocerás, intentó
presentar su producto sacó todos los demonios de mi cuerpo.
Ella, siempre encantadora, dejó que me despachara a gusto
con mis neuras y me apeteció invitarla a entrar a la llovida de café.
Iris
no se sintió incomodada, pese a tener el pelo mojado por falta de secador y a
estar agobiada, justo en aquel momento, con la empresa que representaba nuestra
invitada.
Hablamos de la llovida de café y, por
supuesto, de ti. Se metió en nuestra movida.
Gracias a l@s 344 que acudisteis a la cita de ayer: https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/
Gracias a Iris
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