Joan
Era azafata de AerLingus,
mi segundo y último amor. Me había costado muchos años olvidar a Marie Christine.
Yo era así. La quería y solamente logré calmar mi dolor cuando me enamoré de
Joan.
Habían pasado muchas
cosas entremedio. Mi experiencia de Safi fue una auténtica caja de Pandora y un
aprendizaje. Cuando llegué al instituto Hassan II encontré alumn@s que se
negaban a aprender español.
_ ¿Para qué? –Decían absolutamente convencid@s_
Los españoles son pobres. No pueden hacer turismo.
No les faltaba razón y
además, aún colonizábamos parte de Marruecos y el Sahara Occidental.
Pero Franco había
firmado un acuerdo con Hassan II, que consistía en reservar la mitad del
alumnado de lengua extranjera, en secundaria, para la lengua cervantina.
Mis alumn@s habían sido
designad@s por sorteo, contra la voluntad de los mism@s y la mayoría entraban a
clase empujados por severos vigilantes que se mantenían a la puerta del aula
para impedir que se fueran. Hubo, incluso, golpes brutales; Hassan era mucho
más cruel que Franco, pronto pude comprobarlo.
¿Cómo alguien que había
pasado por Vincennes y que era “rebelde sin causa” podría no comprender la
rebeldía? Por otra parte la comprendía. Yo también deseaba ardientemente
aprender inglés para entenderme con los hippies, abundantes en los entornos.
Comprendieron muy bien
que no era un enemigo y por ambas partes cometimos la torpeza de hacernos
aliados.
Al principio la cosa se
transformó en un mérito. Aquí surgieron las excelentes relaciones que tuve con
el director. Este llegó a decirme.
_ Gracias; me has evitado el uso de la
represión.
Había muchas más cosas
que transmitía su mirada. No era necesario verbalizar. Eso sí, me dio un
abrazo.
Mis clases funcionaban
muy bien, mejor que nunca. Una lástima que estallara una huelga en
universidades e institutos, que duró hasta el fin de curso.
No faltaban razones;
l@s estudiantes marroquíes que habían concluido sus estudios universitarios
sufrían de un terrible paro mientras l@s “cooperantes” ocupábamos sus puestos
en primaria y sobre todo, en secundaria.
La “cooperación” era
una palabra “piadosa” que encubría el proceso de neo colonización. España y USA
no invertían dinero en sueldos, puesto que se nos pagaba lo mismo que a l@s
marroquíes. Canadá era quien más gastaba en este capítulo; sus ciudadan@s
recibían el equivalente de siete sueldos. Los franceses el de dos.
L@s norteamericanos
pertenecían al Cuerpo de la Paz, cada vez más relacionado con la CIA, por
fuentes bien informadas. Llegaban a su destino tres meses antes de empezar su
trabajo, al abjeto de aprender, por inmersión lingüística, el árabe dialectal
que se hablaba en la zona. Me consta que el método funcionaba.
Había muchas otras
razones para la huelaga. Pienso que es suficiente con citar una: cuando los
ciudadan@s del territorio, teóricamente soberano, se cruzaban en una acera con
“l@s blanc@s”, tenían que bajarse para cedernos el paso, aunque hubiera paso
para tod@s. De aquí se puede deducir que no se les permitía la entrada a
nuestros cineclubs o pistas de tenis, por ilustrar mejor el ejemplo.
Al principio de la
huelga estábamos atrapados entre las amenazas de las metralletas de los agentes
del “orden” y la de las piedras y puños de un@s alumn@s decidid@s a defender su
causa. L@s ultim@s cometieron un grave error. Gritaron que dos compañeros y yo
no teníamos que temer sus agresiones; éramos sus amigos.
Esa amistad nos
denunció; desde aquel día nuestros enemigos no nos perdían de vista. Para
entrar en nuestras casas teníamos que soportar los insultos de los agentes que
hacían guardia permanente a la entrada.
Sé que el director hizo
lo que pudo, al menos logró que se retirara a los esbirros.Fue horrible,; al
menos Franco hacía juicios sumarísimos. Nuestr@s alumn@s más activ@s
desaparecían.Nadie sabía la razón, pese a que, en muchos casos se encontraron
sus cadáveres con evidencias de haber sido sometid@ a torturas. No contaban
entre las víctimas de Hassan II.
Tendría mucho que
contar de Marruecos, pero ahora es el turno de Joan. Nos conocimos por la
necesidad que me transmitieron mis alum@s de conversar con los hippies. Primero
fui a Londres. Trabajaba de criado en un colegio.
Me habían asegurado que
los españoles solamente teníamos esa alternativa para conseguir permiso de
trabajo en UK. Pronto comprendí que era un error y conseguí trabajo como
profesor en la secundaria pública. Inaudito en un país latino, aunque me quedé más
sorprendido cuando comprobé que la administración confiaba en mi palabra. No
necesité mostrar apeles, bastaba con dar los datos de la titulación, la fecha
de la misma y el nombre de la universidad emisora. Por otra parte se me
invitaba a presentar un resumen de mis actividades previas.
El broche de oro fue
cuando descubrí que se valoraban unas experiencias que en la mentalidad latina
de la época y temo que de la actualidad, serían consideradas como signos,
cuando menos de inestabilidad.
Fui muy feliz en
aquellos felices 70s londinenses, pero mi inglés estaba demasiado impregnado
del cockeney de los bajos fondos que frecuentaba.
Mi padre me encontró el
puesto de jefe de estudios en el Instituto Cultural español de Dublín y conocí
a Joan una alumna de los much@s que nos confiaba la línea aérea irlandesa.
Creo que fue un
flechazo, a menos que no exista Cupido. La cuestión es que cuando le tocaba
volar, creo que eran setenta horas semanales, nos echábamos en falta hasta el
punto que en una ocasión en que se tomó tres días de vacaciones en Las Palmas de
Gran Canaria se pasó una semana disculpándose.
_ Lo teníamos programado con Paola- Me la había
presentado. Era azafata de Alitalia_ desde hace más de un año…
No hacía falta que
añadiera que le hubiera gustado conocer las Islas Afortunadas conmigo.
Estaba, triste, en mi
despacho. Sabía que me iba a llamar y tuve el placer de escuchar su voz cuando
más ardientemente deseaba hacerlo.
Fue un amor muy
profundo, aunque breve.
Todo empezó por lo que
Baudelot llamaba mi orgullo pequeño burgués.
Entre las obligaciones
de mi puesto y las del bibliotecario
estaba la de asistir a las recepciones de la embajada, entonces esquivada, como
todas las franquistas, por los altos cargos de las embajadas de los Estados
“democráticos”.
No tardamos en
comprender la razón de nuestra elección: se nos empujaba a la bebida y a montar
el esperpento. Muy pronto tuvieron llenazo las recepciones de la embajada española
de Dublín.
No se puede tirar tanto
de la cuerda: Joan Manuel Serrat cantó “La nana de la cebolla” y la “Elegia”,
de Hernandez en una embajada franquista.
Yo era uno de los asistentes. Álguien levantó su copa de vino tinto y gritó en
sarcasmo macabro.
_ ¡Por la sangre del pueblo español!
Algo más que la sangre
me hervía cuando me encontré junto al cantante.
_ ¡Eres una puta!_ Escupí.
_ La única diferencia es que soy de las caras y
tú de las baratas.
Tenía razones sobradas.
Inmediatamente me consolé con la presentación de mi dimisión.
_ ¿No has pensado que debieras habérmelo
consultado?- Joan no me acusaba, simplemente lo lamentaba.
_ Volveré a París, nada te impide fijar allí tu
residencia…
_Sabes que cada vez me
da más miedo volar.
_Precisamente, encontraremos
salida, podrás dejarlo.
No es tan fácil
encontrar un sueldo como el mío y tanto tiempo libre… _ Lo dijo con tristeza.
Dejaba asomar lejana esperanza _ Tenemos que organizar una fiesta de despedida.
_ Mi vuelo sale mañana temprano y tengo que
dejar el apartamento limpio.
_ Déjalo en mis manos. Dormirás en el vuelo.
Fue el segundo error.
La fiesta fue espléndida.
Estaban todos los amig@s. Nada faltaba, puesto que los miembros de EarLingus y
los diplomáticos fueron generosos con sus reservas para ocasiones y es conocido
el arte de los irlandés@s, especialmente con el arpa y la balada, pero…
…El cansancio, la
emoción, los porros, las intrigas y los celos destruyeron la gestación del
amor.
_ Ven y verás –Era Judith, la secretaria de
inglés del centro del que me despedía.
Algo me decía que la
ignorara, pero presté escucha a quien no debía.
En uno de los balcones
conversaban, sin más, el novio de la denunciante y la mujer de un piloto, amigo
de Joan y mío y por otro lado el último y mi amada.
Yo no vi el mínimo
motivo de inquietud, pero Judith me dijo cuando nos alejábamos del lugar del
“crimen”.
-
Estoy segura de que me han visto cuando
los he descubierto. Las dos parejas estaban cercanas al coito. ¡Qué rápido han
sabido maquillar su felonía! Hubiera podido perdonar que me pusiera los
cuernos. No puedo soportar el disimulo.
La dejé con el
argumento de que debía ocuparme de l@s invitad@s, pero su odio me repugnaba. Un
tierno beso de Joan me volvió a la fiesta.
_ Me alegra mucho comprobar que todo el mundo
lo está pasando bien _ Joan había hecho lo imposible para que así fuera. No
pude devolver el beso_ ¿Algo va mal?.
_ Judith…
_ Siempre hay piedras
en las lentejas
Cada uno de nosotros
jugó su papel de anfitrón@ aún con mayor ahínco, hasta que nos quedamos solos.
_ ¿Qué te pasa? ¿Por qué esa repentina
frialdad?
No sabía por dónde
empezar. La piedra cada vez tomaba mayores dimensiones en el zapato. Se lo
conté sin tapujos.
Ella, a penas dejó
escapar una lágrima, pero se sentía que hubiera necesitado echarlas a mares.
_ Me he acostado con Anthony y con otros
comandantes; son los que nos califican y créeme, no es fácil ascender en mi
carrera. Ya no necesito hacerlo; soy jefa de cabina y aprecian mi trabajo. Por
otra parte tienen carne más fresca y dócil. Anthony, Nula y yo somos muy
amigos. En cuanto al pelele ese; se nos pegó, muy a nuestro pesar y nos daba el
turre. No sé lo que ha visto Judith. Se lo que ha pasado. Pero tú has dudado.
Dormimos abrazados las
pocas horas que nos quedaban.
_ La próxima semana nos veremos en Bilbao. He
conseguido que me asignen ese vuelo y
dispondremos de una hora.
Después nos veríamos en
París, donde nos instalaríamos desde que lograra un trabajo que me permitiera
alquilar un apartamento decente.No vino a Bilbao y tampoco a París. Lloraba la
última vez que hablamos por teléfono.
_ No me llames más. Tengo miedo.
Recordé
el calvario de su amiga Maggi , torturada por los celos de su marido español.
Reconocí que Judith había logrado avivar los míos. Mi estancia en Dublín no
debería haber terminado tan precipitadamente… No he vuelto a ver o sabido algo
de Joan. He sufrido durante largos años de su ausencia.
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