Nímesis
Esta mañana lo tenía todo preparado para ir a Villajoiosa.
Antes me proponía hacer la primera corrección del texto y dejarlo preparado
para añadir mi nueva vivencia.
El ordenador se ha vuelto loco, poseído por una némesis que
distorsionaba cualquier intento; necesitaba, con urgencia un/a exorcista.
No era mi caso. Estaba muy contrariado, eso sí y
lamentablemente dependo de la máquina.
Me he pasado horas tratando de encontrar solución, oía las
carcajadas de un Mr. Hyde y hasta incluso éste me transmitía su inmenso placer
en su sonoro innecesario frotar de manos.
_ Estoy en el 98 de
Apartamentos Concorde de la alicantina playa de san Juan. Tan protegido que he
logrado empezar a recuperar espacio que me has ido quitando. No pienso dar un
paso atrás…
Lo pensaba, no lo verbalizaba. Habría gritado, cosa mal vista
en los Apartamentos Concorde.
Mi mente lo sostenía con acero, del que se fundía en
Amezketa, el barrio donde nací. En el fondo cuando puse Amezketak a mi café
cultural. Pensaba en fuego, en hierro, en nieblas y en brujas.
Esa ha sido mi lanza. Fracasé en mi negocio pero la llama ha
sido avivada en esta catarsis. No he vuelto a pisar ese local que mis manos y
mi mente crearon con tanto esfuerzo y sueño.
Era bonito y lleno de vida. Lo que rompió ya está roto; estoy
recogiendo mis pedacitos y veo, en la cima, un caballo blanco, que pace en su
espacio, sin sentirse molesto por las actividades que le rodean. Se llama
Azkatasuna, traducido al castellano: Libertad.
He tenido que pasar un buen rato hablando con autómatas hasta
que he logrado comunicar con un técnico, en el fondo, un humanoide que cobra
nómina, cuestión que lo pone más difícil, porque las máquinas controlan el
número de casos resueltos satisfactoriamente para la clientela.
No sé por qué le ha costado tanto comprender que necesitaba
una limpieza, la que ofrece el seguro. Creo que Mr. Hyde se niega a ver mis
avances; en todo caso me lo ha puesto muy duro.
He conseguido, sin embargo, escuchar la llamada del tranvía e
irme a Villajoiosa, con la certeza de que mientras tanto se ocuparía, por
control remoto, de exorcizar el ordenador.
Tenía que seguir la catarsis y la última implica que hoy,
como he hecho cada día, te contaría el relato de mi proceso.
Aquí lo tienes; Mr. Hyde, las máquinas, los humanoides y las
cuestas no me han impedido llegar al restaurante La Caravelle, al final de la
playa.
Necesitaba, evidentemente, templar mejor mi incipiente acero
y mirar a Azkatasuna, que llevaba tantos años esquivando. Lo he visto corretear
y rumiar de lo que queda sin construir en colinas pedregosas y áridas.
También en una playa interminable que se impone desde que ha
iniciado mi trayecto en el tranvía.
En esta visión todo se une en la terraza del 98. Y así ha
sido en la terraza del Caravelle, la brisa me acariciaba y me ha traído a Cádiz.
No he conseguido la manzanilla a la vieja usanza que conserva El Chiclanero de
Medina Sidonia. Tampoco había aceitunas, también de la vieja usanza, no me
gustan las embudas. He conseguido un Fino y una excelente tapa compuesta de
garbanzos triturados, mezclados con salmón y algo más que daba exquisitez,
obsequio de la casa.
Después he tomado arroz cremoso con pato y he terminado con
atún rojo poco hecho. Me han invitado al postre, piña natural acertadamente
troceada, acompañada de helado casero.
Hacía mucho tiempo que Julen y yo no habíamos comido tan bien
y saboreado tan acertadas combinaciones. El/la cociner@ tiene recursos y le
pone empeño.
Lo mejor es que se ha captado mi satisfacción. Estaba
sentado, al lado mío su madre, bueno, sentada no ha estado mucho; tenía muy
claro lo que tenía que hacer y cuando. De pronto, se ha acercado a mi mesa y me
ha pedido permiso para sentarse. Se lo he dado gustosamente.
_ Perdone, aunque creo
que podemos tutearnos. Se me cae la baba cuando tengo el privilegio de ver el
aprecio del esfuerzo de mi hijo _Discretamente indica a un camarero su deseo
que el “hacedor” se presente a recoger su palma.
Todo va tan rápido que solamente le da tiempo que en la
formación participaron Arguiñano su
hermana.
No sé cómo habría reaccionado si el humanoide no hubiera
resuelto la “posesión”; no es el caso, pero creo que la nueva prueba era un requerimiento
para admirar la cabalgadura decidida de Azkatasuna.
¿Cómo no comentarte que en Villajoiosa se celebra entre el
tres y el doce la 17e Mostra Cuina marinera? El menú degustación de La
Caravelle me ha seducido, yo estaré allí.
Relincha conmigo, Azkatasuna cabalga decidido por las colinas
pedrizas y áridas que quedan en la costa alicantina; he publicado mi capítulo
hoy ¿Quién nos impedirá recuperar nuestros sitios?
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