El 11 de agosto de 1936 fue ejecutado Blas Infante. Isidoro
Moreno lo explica muy bien: “Las descalificaciones a Blas Infante”: https://www.diariodesevilla.es/opinion/tribuna/descalificaciones-Blas-Infante_0_1388261223.html
Inesperadamente, Blas Infante ha ocupado varios
días de agosto páginas enteras de prensa, coincidiendo con el 83 aniversario de
su asesinato la noche del 10 al 11 de agosto de 1936, días después de haber
sido sacado de su casa familiar de Coria del Río, donde ejercía de notario, y
llevado al cine Jauregui de Sevilla, convertido en improvisada prisión, para
luego aplicarle el "bando de guerra" en la antigua carretera de
Carmona. Es grotesco que no fuera hasta mayo de 1940 cuando un denominado
Tribunal de Responsabilidades Políticas "legalizara" su muerte, en
base a dos acusaciones: haber sido un revolucionario y haberse distinguido como
propagandista del andalucismo. Dos calificativos rigurosamente ciertos. Y
aunque no constara en la sentencia, Infante fue también condenado a algo más:
al silenciamiento. Doy fe que en la Facultad de Historia de Sevilla, a la
altura ya de los años 60, nunca fue nombrado en ningún aula, como tampoco nadie
nos habló de la existencia de una bandera, un himno, un escudo de Andalucía o
un anteproyecto de autonomía impulsados por él, que solo el golpe
militar-fascista impidió que se consolidaran.
El 11 de agosto de 1968 se produjo la ocupación de la
catedral de Santiago de Chile. Red cultural lo presenta muy bien: “11 de agosto
de 1968: la toma de la catedral de Santiago”: https://red-cultural.cl/11-de-agosto-de-1968-la-toma-de-la-catedral-de-santiago/
La
madrugada del domingo 11 de agosto de 1968 las rejas de la Catedral de Santiago
amanecieron con cadenas y candado. De sus torres, que miran a la Plaza de
Armas, colgaba un lienzo que decía: “Cristo es igual a la verdad. Por una
Iglesia junto al pueblo y su lucha. Justicia y amor”. Un grupo de laicos,
sacerdotes y religiosas – llamado “Iglesia Joven”–, realizaron una toma del
recinto. Adentro, celebraron una misa, pidieron por las víctimas de la guerra
de Vietnam, por los obreros de América Latina y por los procesados políticos de
Brasil. La “Iglesia Joven”, con este acto espectacular, buscaba hacer un
llamado de atención a los católicos chilenos.
La toma
de la Catedral generó enormes repercusiones en el mundo católico chileno y fue
un símbolo que visibilizó a distintos grupos rebeldes que surgían en su
interior. La ocurrencia del acto en un recinto religioso era una novedad. En
primer lugar, porque las “tomas” eran una práctica política esencialmente de
izquierda y los espacios tomados hasta ese momento habían sido fábricas, fundos
y terrenos urbanos. Salvo exactamente un año atrás, el 11 de agosto de 1967, en
que la Casa Central de la Universidad Católica había sido tomada por un grupo
de estudiantes. En segundo lugar, la novedad estaba dada por la participación
de sacerdotes en un acto de esta naturaleza.
La toma
de la Catedral –a pesar de no haber durado más de unas pocas horas– puso de
manifiesto las divisiones religiosas, ideológicas y políticas que se
acrecentaban en el catolicismo chileno. En el debate estuvieron presentes los
sacerdotes que –insertos en las poblaciones– pedían mayor compromiso de la
Iglesia con el mundo de los pobres; los obispos, desconcertados y tironeados al
ver cómo se cuestionaba el sello social y renovador de la Iglesia chilena, y
los laicos; algunos participaron y apoyaron la toma, otros se escandalizaron
frente a este acto violento –y, para algunos, subversivo– que ponía en
evidencia aquel “desvío” posconciliar en que una parte de la Iglesia católica
había incurrido. Ahí estuvieron también las fuerzas de derecha que plantearon
que era una obra más del comunismo en su escalada por la toma del poder en
Chile. Parecía ser que todos los hilos que se estaban discutiendo dentro del
mundo católico con respecto a su acción temporal y propiamente política
confluían en este acto de ocupación de la Catedral.
La
antesala de la toma fue organizada por el grupo Iglesia Joven, que formaba
parte de aquellos sectores críticos que surgían dentro de la Iglesia. Entre sus
planteamientos generales, destacaba su deseo de volver al cristianismo de los
primeros tiempos. Criticaban la escasa renovación pastoral y acercamiento a los
pobres por parte de la Iglesia, y sentían que su posición crítica no
trascendía, que no se les tomaba en cuenta en la estructura eclesiástica. Ya
habían realizado algunos actos previamente, cómo enviarle una carta al Papa
Pablo VI, con motivo de su visita a Colombia, y una protesta de cincuenta
fieles como rechazo a la construcción del Templo Votivo de Maipú, en julio de
1968.
Gracias a ti
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