miércoles, 11 de agosto de 2021

Cita cotidiana

 

El 11 de agosto de 1936 fue ejecutado Blas Infante. Isidoro Moreno lo explica muy bien: “Las descalificaciones a Blas Infante”: https://www.diariodesevilla.es/opinion/tribuna/descalificaciones-Blas-Infante_0_1388261223.html

 

Inesperadamente, Blas Infante ha ocupado varios días de agosto páginas enteras de prensa, coincidiendo con el 83 aniversario de su asesinato la noche del 10 al 11 de agosto de 1936, días después de haber sido sacado de su casa familiar de Coria del Río, donde ejercía de notario, y llevado al cine Jauregui de Sevilla, convertido en improvisada prisión, para luego aplicarle el "bando de guerra" en la antigua carretera de Carmona. Es grotesco que no fuera hasta mayo de 1940 cuando un denominado Tribunal de Responsabilidades Políticas "legalizara" su muerte, en base a dos acusaciones: haber sido un revolucionario y haberse distinguido como propagandista del andalucismo. Dos calificativos rigurosamente ciertos. Y aunque no constara en la sentencia, Infante fue también condenado a algo más: al silenciamiento. Doy fe que en la Facultad de Historia de Sevilla, a la altura ya de los años 60, nunca fue nombrado en ningún aula, como tampoco nadie nos habló de la existencia de una bandera, un himno, un escudo de Andalucía o un anteproyecto de autonomía impulsados por él, que solo el golpe militar-fascista impidió que se consolidaran.

El 11 de agosto de 1968 se produjo la ocupación de la catedral de Santiago de Chile. Red cultural lo presenta muy bien: “11 de agosto de 1968: la toma de la catedral de Santiago”: https://red-cultural.cl/11-de-agosto-de-1968-la-toma-de-la-catedral-de-santiago/

La madrugada del domingo 11 de agosto de 1968 las rejas de la Catedral de Santiago amanecieron con cadenas y candado. De sus torres, que miran a la Plaza de Armas, colgaba un lienzo que decía: “Cristo es igual a la verdad. Por una Iglesia junto al pueblo y su lucha. Justicia y amor”. Un grupo de laicos, sacerdotes y religiosas – llamado “Iglesia Joven”–, realizaron una toma del recinto. Adentro, celebraron una misa, pidieron por las víctimas de la guerra de Vietnam, por los obreros de América Latina y por los procesados políticos de Brasil. La “Iglesia Joven”, con este acto espectacular, buscaba hacer un llamado de atención a los católicos chilenos.

La toma de la Catedral generó enormes repercusiones en el mundo católico chileno y fue un símbolo que visibilizó a distintos grupos rebeldes que surgían en su interior. La ocurrencia del acto en un recinto religioso era una novedad. En primer lugar, porque las “tomas” eran una práctica política esencialmente de izquierda y los espacios tomados hasta ese momento habían sido fábricas, fundos y terrenos urbanos. Salvo exactamente un año atrás, el 11 de agosto de 1967, en que la Casa Central de la Universidad Católica había sido tomada por un grupo de estudiantes. En segundo lugar, la novedad estaba dada por la participación de sacerdotes en un acto de esta naturaleza.

La toma de la Catedral –a pesar de no haber durado más de unas pocas horas– puso de manifiesto las divisiones religiosas, ideológicas y políticas que se acrecentaban en el catolicismo chileno. En el debate estuvieron presentes los sacerdotes que –insertos en las poblaciones– pedían mayor compromiso de la Iglesia con el mundo de los pobres; los obispos, desconcertados y tironeados al ver cómo se cuestionaba el sello social y renovador de la Iglesia chilena, y los laicos; algunos participaron y apoyaron la toma, otros se escandalizaron frente a este acto violento –y, para algunos, subversivo– que ponía en evidencia aquel “desvío” posconciliar en que una parte de la Iglesia católica había incurrido. Ahí estuvieron también las fuerzas de derecha que plantearon que era una obra más del comunismo en su escalada por la toma del poder en Chile. Parecía ser que todos los hilos que se estaban discutiendo dentro del mundo católico con respecto a su acción temporal y propiamente política confluían en este acto de ocupación de la Catedral.

La antesala de la toma fue organizada por el grupo Iglesia Joven, que formaba parte de aquellos sectores críticos que surgían dentro de la Iglesia. Entre sus planteamientos generales, destacaba su deseo de volver al cristianismo de los primeros tiempos. Criticaban la escasa renovación pastoral y acercamiento a los pobres por parte de la Iglesia, y sentían que su posición crítica no trascendía, que no se les tomaba en cuenta en la estructura eclesiástica. Ya habían realizado algunos actos previamente, cómo enviarle una carta al Papa Pablo VI, con motivo de su visita a Colombia, y una protesta de cincuenta fieles como rechazo a la construcción del Templo Votivo de Maipú, en julio de 1968.

 Gracias a l@s 966 que acudisteis a la cita de ayer

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