El 4 de agosto de 1909 inició en Suecia una huelga general.
Eduardo Montagut lo cuenta muy bien: “La huelga general sueca de 1909”: https://www.nuevatribuna.es/articulo/historia/huelga-general-sueca-1909/20170802140305142308.html
Debes pinchar, te copio los dos primeros párrafos para
incitarte:
La huelga general en Suecia, iniciada
el 4 de agosto de 1909, constituye un acontecimiento muy importante en la
Historia contemporánea del país, protagonizado por el movimiento obrero sueco,
la Confederación de Sindicatos Suecos (LO). Intentemos ofrecer algunas claves,
al respecto, incidiendo en su repercusión entre los socialistas españoles.
La huelga general de 1909 se enmarca
en el conflictivo inicio del siglo XX en Suecia, y que provocó que la patronal
también se organizase en la SAF, promoviendo respuestas al creciente papel
sindical con cierres patronales o lock-outs.
Se calcula que Suecia fue el país europeo que los primeros años del siglo XX
tuvo el número más alto de días afectados por conflictos laborales y huelgas.
Pero también es cierto que, dado el alto grado de organización en el mundo
laboral en ambos sectores, se desarrollase con creciente fuerza la idea de la
negociación colectiva, algo vital para el futuro.
El 4 de agosto de 2011 se produjo, en Chile, un gran
movimiento que reclamaba la enseñanza pública y gratuita. Macarena Segovia lo
presenta muy bien: ““4 de agosto de
2011: el Día D del movimiento estudiantil”: https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2016/08/04/4-de-agosto-de-2011-el-dia-d-del-movimiento-estudiantil/
Debes pinchar. Por si las prisas te copio algunos párrafos:
Luego de tres meses
de masivas movilizaciones en contra del sistema educacional chileno, la
administración de Piñera, primera de la derecha en Chile tras el fin de la
dictadura, vivía momentos complejos. La derecha dura y sus medios presionaban
contra la “emergencia social en las calles”, pero La Moneda debía combatir el
estigma del autoritarismo y la represión. La solicitud de dos marchas para la
jornada del 4 de agosto marcó un punto de inflexión en su política que apostaba
al desgaste natural del movimiento y decidió no autorizar ninguna marcha más
por la Alameda. La negativa significó “meterle más leña al fuego” y lograr un
apoyo ciudadano histórico, “era todo Chile contra Piñera”.
La tarde del
miércoles 3 de agosto los dirigentes estudiantiles aún esperaban que el
Gobierno cambiara su posición. Pero tras una reunión de emergencia en La
Moneda, el ministro Hinzpeter señaló a la prensa: “Se acabaron las marchas estudiantiles por la Alameda” y agregó que el Gobierno establecería
"todas las medidas necesarias" para “hacer respetar las decisiones de
la autoridad". “Los tiempos de las marchas también culminan y hay entender
que, cuando culminan, la intransigencia puede ser el principal obstáculo”,
frase con la cual sellaba lo que desde el mundo secundario fue leído como una “declaración de guerra que
no dejaríamos pasar”.
Bajo este clima, los estudiantes movilizados decidieron
convocar a dos manifestaciones para el 4 de agosto. Una a las 10:00 de la
mañana, llamada por los secundarios, principalmente la Asamblea Coordinadora de
Estudiantes Secundarios (ACES), y otra a las 18:30 hrs., convocada por el
Colegio de Profesores y la Confech. En ese entonces la relación entre los
secundarios y universitarios no era muy fluida. La entonces dirigenta del
Cordón Ñuñoa y posterior vocera de la Aces, Eloísa González, recuerda que la
Confech “era súper conflictiva, fría y distante con los secundarios, sobre todo
con la ACES”.
La bruma y baja temperatura de la madrugada del 4 de agosto
en Santiago, parecía anticipar un día complejo. La jornada de protesta comenzó
temprano. Se registraron barricadas desde las 6:00 de la mañana. En Santiago las principales manifestaciones se
desarrollaron en las esquinas de Vicuña Mackenna con Irarrázaval, Buenos Aires
con Recoleta, San Pablo con La Estrella, Independencia con Carrión y Santa Rosa
con Mirador.
El clima en La Moneda se cortaba
con cuchillo, las barricadas matutinas y la marcha no autorizada eran coronadas
por las negras cifras de la
encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP). La aprobación del
entonces Presidente de la República, Sebastián Piñera, caía al 26%, la más baja
de la historia de las CEP. Piñera recibía un duro golpe de manos del Movimiento
Estudiantil, que tenía convencida a la opinión pública de que “el Gobierno de
los mejores” no era capaz de manejar el conflicto educacional.
Esa
mañana los medios de comunicación reflejaban la tensión que había en el aire,
las portadas se disputaban los titulares entre las cifras negras de Piñera y
los focos de conflictos que se empezaban a desencadenar en Santiago. En El Mostrador el rating estaba disparado, la columna “Bajemos el
paro”, que jugaba con la tensión entre el clásico discurso del orden
de la élite, contra el estallido callejero de los estudiantes, no dejaba de ser
leída y compartida en redes sociales, lo que vaticinaba que la energía del día
estaría centrada en dicho conflicto.
Pasada las 9:00 de la mañana,
columnas con cientos de secundarios, provenientes desde distintos sectores de
Santiago, intentaban llegar hasta Plaza Italia, pero el centro de Santiago
estaba acordonado por un
contingente especial de mil efectivos de carabineros, destinados
especialmente a contener las escaramuzas que comenzaban a proliferar. Había
vallas papales que bordeaban la Plaza Italia y cortaban el paso peatonal a dos
cuadras a la redonda, un clima gélido, de agosto completamente invernal, daba
la sensación de un ambiente medio tétrico y grisáceo.
Los estudiantes comenzaron a
denunciar, vía redes sociales, que Carabineros estaba impidiendo el paso a las
distintas formas de movilización. En la estación “Vicente Valdés” de la Línea
4, ubicada en la comuna de La Florida, se le negó el acceso a un grupo de
estudiantes. Sin mediar explicación, los guardias les prohibieron el ingreso.
Situaciones similares se replicaron en las estaciones Las Rejas, Sótero del Río
y Plaza Puente Alto, hechos que fueron lamentados por la empresa Metro,
durante la jornada.
La entonces dirigenta, Eloísa
González, junto a sus compañeros del Liceo Experimental Manuel de Salas
–ubicado en la comuna de Ñuñoa–, tomaron una micro para llegar a Metro estación
El Salvador. En el trayecto observaban que cada dos cuadras había un radiopatrulla,
los funcionarios de Carabineros paraban los buses y bajaban a los secundarios,
a los compañeros de Eloísa “los subieron altiro a la cuca”, recuerda.
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