Caminitos II
Villaviciosa, dos de septiembre, 19’31
Habrá un prólogo.
Llámame Marco
Villaviciosa, dos de septiembre, 19’33
Tenía que salir del proceso paranoico que me engullía.
Estaba a la deriva y no se me ocurrió nada mejor que comprometerme a compartir
en tuiter y en el blog, un capítulo diario de mi nuevo relato.
Había miedo, sí, y
éste se combate con arrojo, que no arrogancia. La embarcación hace aguas por todas partes. No parece el
momento de navegar a la deriva.
Pues ha sido así; lo he hecho.
Pese a las fiestas de Villaviciosa, que duran tres semanas y
son mi tormento y su gozo, mi proveedor de “maría” ha venido.
Llamémosle Marco. Le
ha gustado el cuento que él me inspiró y que inserto a continuación.
¿Por qué soy afilador?
Llámame Marco. No es mi nombre.
Sé dónde y cómo está mi madre y ésta nunca me ha abandonado. Se busca la vida.
Me gustaría que lo tuviera más fácil, pero bueno, siempre me echa una mano.
Sueño con aquél niño feliz que
imagino. Nací en una carreta. Costumbres
de gitanos. En los bloques en los
que nos han metido somos asilados y así nos lo hacen sentir. Me dolió de niño.
Aún ahora tengo la nostalgia de un sueño que no consigo dar forma. Se mezcla con cohetes, priva y de
lo “otro”. El trapicheo me da muy justo.
Me gusta escribir. Viki, la que
intentó ocuparse de mi docencia, me
ayudó a apañarme y me anima cada vez que nos encontramos.
Lleva nuestra cruz sobre sus espaldas. ¿Qué
puede hacer contra un programa que margina
a los marginados?
Viki es paya, pero también sueña
con carretas.
-
¿Por qué no te haces afilador?- pregunta.
Rompe mi silencio.
-
Te compro las herramientas y abro la lista de una clientela que te
prometo completar pronto, será un buen comienzo.
- Yo quiero escribir la historia
que empecé contigo- Me ha parecido que
alguien me daba voz.
- Serás el afilador…
Llámame Marco. Te contaré mi
viaje.
Le gusta mi cuento. Él
no ha escrito el suyo, pero su hermano pequeño, aún escolarizado, escribe.
-
Mi padre está esquizofrénico, mi madre tiene que
arreglar los destrozos, y me toca hacer un poco de padre… - ha confesado. Tras
una larga pausa, ha remachado- Está engordando demasiado de tanto escribir.
Prometí ayudarle. No sé hacerlo. Es un niño…
-
Veremos lo que hacer. Ahora tengo compromisos;
son las metas que me pongo. ¿No le dan
tratamiento a tu padre?
-
No quiere, dice que le duerme y que no le
permite trabajar. Algo hace, pero los rollos que monta caen sobre mi madre. Un
día no encontrará solución – calla y engancha.
-
Un vaso de agua, porfa- Veo que la necesita a
gritos.
-
¿No le
das a la coca?- Aclara.
-
He probado de todo pero me quedo en la “maría”,
espero que no metáis nada.
No ha contestado. Me ha parecido ver una pregunta en su
mirada “¿A quién importa eso? Esta gente se mete de todo…
Pues ya estoy en “Caminitos II”: mi aquí y mi ahora. El que
conocemos por Marco tiene una historia abrumadora.
Yo me apoyo en mi compromiso y saco pecho. Vamos a entrar en la vivencia de los de los
bloques que tengo en frente. Es una forma de integrarnos en el “aquí” y el
ahora. En todo el globo hay “bloques” y “Bloqueos”. Yo los tengo justo
enfrente. Me “codeaba” con ell@s sin
aspavientos. El supuesto Marco me presta su mirada.
La de “Caminitos I” le parece de otra época.
Sí; hay otra época, aunque no nos guste a ninguno de los
dos. Ambos somos de carreta y denunciamos los “bloques”.
Caminitos II no irá al “armario de los recuerdos” porque
estás tú, la familia del tal Marco, las carretas y los bloques.
Villaviciosa ha estado, casi siempre presente en mi obra y hace tiempo que empecé
“Caminitos”, que pretendía ofrecer una mirada más profunda de la Villa.
Abandoné el proyecto por otros y por otras vivencias. No estoy realmente “aquí
y ahora”.
Hay algo de huída. Hoy es segunda jornada del festival de
gaitas. Excelente iniciativa. Lo que no entiendo es cuando, en la madrugada,
esa música acariciadora, es substituida por decibelios que rasgan las nubes y
los cerebros.
No logro consensuar una protesta a presentar en el Ayuntamiento. Todos mis
intentos de activar implicación ciudadana han fracasado. Tendré que aprender.
De momento ya he superado un gran foco de mi brote: las tres
semanas de fiestas de Villaviciosa han dejado de obsesionarme.
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