El 21 de mayo de 1871 las mujeres de París
lucharon hasta la muerte para defender una Comuna que se caía a pedazos. Éloi
Valat lo cunta así: “La insurrección
de las mujeres”; https://mondiplo.com/la-insurreccion-de-las-mujeres
Debes pinchar. Para motivarte, copio:
El 21 de
mayo de 1871, con la entrada de los versalleses en París, comienza la Semana
Sangrienta, “esas noches trágicas que –en palabras de Victorine Brocher– siete
veces tocarán a muerto”. “Sábado 27. Nos asedia una descarga de fusilería muy
cerrada, se desata el pánico, la multitud llega gritando: ‘Belleville está
parcialmente tomado, el ayuntamiento ha sido abandonado, las calles están
llenas de muertos y heridos¸ nos disparan desde todos lados; los federados y
los voluntarios luchan como leones’. Con nuestra bandera al frente, nos
agrupamos para el combate final; había restos de todos los batallones. (…) El
28 a mediodía, el último cañonazo federado parte de lo alto de la calle de
París; la pieza, cargada con el doble de munición, exhala el último suspiro de
la agonizante Comuna. ¡Una vez terminado el sueño, comienza la caza del hombre!
¡Detenciones! ¡Masacres!” (9).
Louise Michel cuenta: “Me marcho con el destacamento del 61º
regimiento al cementerio de Montmartre, donde tomamos posiciones. (…) Al llegar
la noche, aunque éramos un puñado, estábamos muy decididos. Caían, a intervalos
regulares, algunos obuses; como los golpes de un reloj, el reloj de la muerte.
En aquella noche clara, embalsamada con el perfume de las flores, los mármoles
parecían vivir. (…) Con la bandera roja al frente habían pasado las mujeres;
tenían su barricada en la plaza Blanche. Estaban allí Élisabeth Dmitrieff, la
señora Le Mel, Malvina Poulain, Blanche Lefebvre y Excoffon. André Léo
[pseudónimo de la periodista Victoire Léodine Béra] estaba en las de
Batignolles. Más de diez mil mujeres diseminadas o juntas, combatieron por la
libertad en los días de mayo. (…) Sobre las petroleras circulan las más
absurdas leyendas, pero no hubo petroleras: las mujeres lucharon como leonas,
pero solo me vi a mí gritando: ‘¡Fuego! ¡Fuego ante esos monstruos!’.
Desdichadas madres de familia, que no combatientes, que en los barrios
invadidos se creían protegidas por cualquier utensilio que evidenciara que iban
en busca de alimento para sus pequeños (un perol de leche, por ejemplo), eran
consideradas incendiarias, portadoras de petróleo, ¡y llevadas al paredón! (…).
Hoy tendremos monotema. Ainhoa Campos lo presenta así: “Sangre
y fuego en París. El final de la Comuna”; https://historia.nationalgeographic.com.es/a/sangre-y-fuego-paris-final-comuna_16312
Debes pinchar. Para animarte, copio:
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