jueves, 2 de junio de 2022

Nuestra cita cotidiana

 

·       El 2 de junio de 2014 Juan Carlos I anunció al presidente Rajoy su decisión de abdicar a favor de su hijo. Alejandro Torres Gutiérrez lo presenta así: “A Propósito de la Abdicación del Rey Juan Carlos I”: https://www.cairn.info/revue-civitas-europa-2014-2-page-277.htm

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El pasado 2 de junio de 2014, Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I, comunicó al Presidente del Gobierno su voluntad de abdicar, poniéndolo asimismo en conocimiento de los Presidentes del Congreso y del Senado. La abdicación a la Corona es un acto expreso, voluntario, personalísimo, unilateral, recepticio e irrevocable. Con más precisión, podríamos definir la abdicación como el abandono o dejación voluntaria del oficio regio por el titular de la Corona, causándose la transmisión de sus derechos al sucesor[1

En la tradición constitucionalista española del siglo XIX se entendía que el Rey para abdicar debía estar autorizado por la Nación, mediante sus representantes en las Cortes, a partir de la existencia de un pacto expreso o tácito entre el Rey y la Nación. MONTERO RÍOS afirmaba en 1875, que el Rey debería reinar mientras física, moral e intelectualmente le fuera posible. Es decir, el Rey no podría hacer dejación caprichosa de sus funciones. Y COLMEIRO, a partir de razonamientos éticos y jurídicos, concluía que los reinos no se habían creado para satisfacer la ambición, la vanidad o la codicia de los Reyes, por lo que el reinar, en cierto modo no era sólo un derecho, sino también un deber. Los lamentables sucesos de Bayona, con las abdicaciones de Carlos IV y Fernando VII, que ponen la Corona en manos de Napoleón, y que coinciden en el tiempo con la recepción del principio de soberanía nacional, tienen como consecuencia la aprobación del Decreto de 24 de septiembre de 1810, por el que las Cortes proclaman a Fernando VII, y declaran nula la cesión de la Corona a favor de Napoleón. Esta toma de posición se apoyaría no sólo en la falta de consentimiento libre de los renunciantes, como señalara ARGÜELLES, sino también en la falta de consentimiento de la Nación, por ello el artículo 172.3 de la Constitución de 1812 exigiría el consentimiento de las Cortes para poder proceder a la abdicación

 

 Público añade: “Cronología de las andanzas de Juan Carlos I: de la huida de España a los archivos de las causas”: https://www.publico.es/politica/cronologia-andanzas-juan-carlos-i-huida-espana-archivos-causas.html

 

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Juan Carlos dejó España cuando estaba a un paso del banquillo. Ahora, después de que la Fiscalía cerrara sus investigaciones, entre críticas de la izquierda, lo que ha motivado un recurso a la Justicia Europea, el rey emérito regresa este jueves al país. En el Parlamento tampoco se ha podido investigar las andanzas del anterior jefe del Estado, a pesar de las decenas de intentos de la izquierda. Primero visitará Sanxenxo y el próximo lunes se reunirá con su hijo, Felipe VI.

 

Pablo de Palació aclara: “Los motivos del autoexilio del Rey Juan Carlos I”: https://diario16.com/los-motivos-del-autoexilio-del-rey-juan-carlos-i/

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Así pues, los asesores del Rey Felipe VI habrían recomendado a la Casa Real que el emérito se autoexiliara fuera de España. Y mayor peso gana esta teoría al recordar que el Rey Juan Carlos I nunca ha estado imputado ante los Tribunales de Justicia, sino investigado por la Fiscalía General del Estado (órgano encargado de velar por el interés público y entre cuyas labores se encuentra la de ejercer la acusación pública respecto de los actos presuntamente punibles).

Por lo tanto, no existiendo imputación penal del monarca, nula era la necesidad de exiliarse fuera de España. Pero lo hizo. Y lo hizo para dejar vía libre al reinado de su hijo y no ensuciar su imagen con los errores de su pasado. Ahora bien, ¿resulta lógico que la Fiscalía archivara todas sus investigaciones? 

Con el objetivo de dar una visión detallada acerca de este particular, permítanme recordar los motivos jurídicos en los que se amparó el garante del interés público (Fiscalía) para no denunciar al Rey emérito y proceder al archivo de las investigaciones. El primero fue la prescripción de las conductas punibles a cuyo argumento nada tengo que objetar en tanto en cuanto responde al principio de seguridad jurídica.

El segundo, no obstante, no puedo compartirlo: la inviolabilidad del rey en el momento de la comisión de los hechos. El entender del Ministerio Fiscal pasa por considerar que la figura del Rey es inviolable en todos y cada uno de los actos de su vida, sean profesionales o ajenos a ésta. Dicho de otro modo, el Rey se encuentra jerárquicamente por encima de la ley dado que ningún acto cometido por este durante su reinado podrá ser enjuiciado ante los Tribunales de Justicia.

Me permitirán que formalmente lo critique. Y lo hago porque en una democracia carece de lógica que una persona por su cargo, oficio o profesión pueda quedar al margen de cualquier responsabilidad ante el incumplimiento de un principio legal. Dicho de otro modo, de igual forma que sucede con diputados y senadores, la inviolabilidad del Rey debería estar circunscrita únicamente al ejercicio funcional como jefe del Estado.

Hoy tendremos postres. Iñigo Sáez de Ugarte puntualiza: “Otro mito de la Transición que hay que archivar en la papelera”: https://www.eldiario.es/politica/mito-transicion-juan-carlos-suarez-arabia-saudi_129_8398947.html

 

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·       El enfrentamiento de Juan Carlos con Suárez y los fondos secretos que recibió de Arabia Saudí durante décadas quedan confirmados por los documentos personales del general Manglano, director del Cesid durante quince años

Juan Fernández Miranda y Javier Chicote añaden: Juan Carlos I, sobre Suárez: A medida que ganaba elecciones me hacía menos caso. Hacía de jefe de Estado»: https://www.abc.es/espana/abci-manglano-suarez-enf-202110100156_noticia.html

 

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En La Zarzuela preocupaba la posición de Adolfo Suárez, el presidente del Gobierno que el Rey eligió para pilotar el proceso de la Transición, que después ganó las elecciones de 1977 y 1979 y que acabó dimitiendo a finales de enero de 1981. A comienzos de ese año algo se rompió en la relación de confianza entre el Monarca y el ya expresidente del Gobierno. Según le confesó Don Juan Carlos el 27 de mayo de ese año al director del Cesid, Emilio Alonso Manglano, «a medida que ganaba elecciones (77 y después 79), me hacía menos caso». Después de seis años como Rey, Don Juan Carlos estaba cómodo en su papel de jefe del Estado, de símbolo de la unidad del país y de primer representante de todos los españoles.

 Gracias  a l@s 1431que acudisteis a la cita de ayer

Gracias a Iris

Gracias a ti

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