El Alzheimer de mi difunta madre.
Son las 8:00 Pm escucho los aplausos y quiero expresar mi
agradecimiento, aunque no los merezco. He vuelto al trabajo como cuidadora en
la residencia de ancianos porque me
gusta mi trabajo, mamá me ha quitado los miedos desde el más allá.
Mi difunta madre, Paula,
decía, en su demencia, que la naturaleza se defenderá del daño que le estamos
haciendo. No me parecía tan loca; ella se crió, prácticamente ella sola desde
que su madre, la tía Ción, comenzó a perder la “chaveta”
La niña tenía 8 añitos y, a su
padre le habían matado, al regresar de la feria de ganado cuando la niña tenía tres. Mamá tenía que
ocuparse de casi toda la labranza. Entonces las herramientas eran las mismas
que se utilizaban en el imperio romano.
Eran muy pobres, pero los
alimentos tenían otro sabor.
La incidencia del Coronavirus
me ha hecho comprender a la difunta.
Ésta siempre añadía, en su
locura “¡Será como un fuego purificador!”
Me he metido en la cabeza de
mi Paula cuando ella sufría de Alzheimer y yo era una de sus cuidadoras en la
residencia de ancianos donde trabajaba yo hasta que comprendí que me debía más a la crianza de mi hija. Mamá había muerto años
antes. Ahora la niña vuela ya con sus propias alas y yo tengo posibilidad de
recuperar mi puesto. Me gusta ese trabajo.
Además escucho la voz de mi
difunta madre cuando estaba “loca”: “Lo que habrá que hacer, cuando llegue el
primer zarpazo, es comprender que ya nada podrá ser igual, por mucho que los
poderosos se empeñen”.
Las Sinergias y el "Magara" deben vencer la avaricia que
destruye nuestra "Pachamama".
#NuestrosHéroes
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