La Conjura de los Iguales
La viuda de Babeuf
París 24 de
diciembre de 1817
He podido
visitar, al fin, a mi hijo Emilio, arrestado en el Mont-Saint-
Michel. Ya puedo descansar tranquila; tras la conversación que tuvimos sé
que saldrá pronto, pese a que había
desatado las iras de Luis XVIII por la publicación del único número que
apareció del periódico satírico Nain tricolore.
Fue una locura que no pude impedir. No dejo de comprender las razones de
un joven de la treintena que se había forjado con su padre y conmigo, en la
lucha por la libertad de prensa y por el poder ciudadano.
Mi amado esposo fue ejecutado el 27 de mayo de 1797, sin haber
cumplido los 37 años. ¿Por qué? Por la Conjura de los Iguales, que pretendía
oponerse a la deriva del Directorio, que desembocó en el I Imperio. Toda una
vida luchando por una sociedad justa, primero contra los abusos de la nobleza,
después contra los de la Revolución y al fin, carne de cañón.
Éramos un
equipo. Emilio y yo continuamos luchando tras la pérdida de nuestro ser más
querido, para conservar la visibilicen de su obra. Nunca he perdido mi
confianza en la misma, pero Babeuf no hubiera querido enviarnos al martirio.
Tenemos que preservarnos para defender la causa.
La
restauración borbónica es un paso en falso, uno más. No doy larga vida a un
régimen que nos ha sido impuesto por las potencias extranjeras. La cuestión es
seguir nuestra lucha y prepararnos para el momento oportuno.
Emilio no
entendía eso. Desenmascarar a un monarca que pretende conservar las esencias de
la bandera tricolor, que tanto dolor y sangre nos ha costado, es un acto
heroico, pero inútil, puesto que solamente salió el primer número del periódico
y no creo que la visión del enano aplastado por el símbolo de la revolución
haya llegado más allá de una audiencia que hemos conquistado durante años con tanto esfuerzo.
Mis razonamientos
fueron inútiles. Mi hijo tiene sus
propios criterios. Insisto, los comprendo.
Ha tenido, sin
embargo, la sensatez de amoldarse a la condena. Las buenas referencias de sus
guardianes calmarán las iras de un soberano que se siente insultado. Así me lo
han hecho saber, tanto mi hijo como nuestros amigos que tienen influencias. Un
buen augurio es el hecho que se me ha permitido la visita.
Ahora ya
puedo ocuparme de escribir mi vida. No busco protagonismo, no. Era iletrada
cuando conocí a Babeuf. Él me enseñó todo lo que sé y el amor no ha sido la
única razón de que abrazara su causa; ésta era, asimismo, la mía.
Gracias Carlos me alegraste la mañana con tu cita,me ha gustado.
ResponderEliminarEscribe Iris