El 12 de diciembre de 2004 Ramón Jauregui
publicó este artículo: “El
PSOE y la empresa”
https://elpais.com/diario/2004/12/12/negocio/1102860210_850215.html
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Este
proceso de revaluación del papel de la empresa en la nueva sociedad transcurre
paralelo a la crisis del Estado-nación y a la debilidad sindical internacional.
El viejo tripartismo del siglo XX, Estado-sindicatos-empresas, ha roto su
equilibrio porque el Estado ha visto limitadas sus facultades legislativas y
económicas en los espacios supranacionales, en los estrictos márgenes de los
planes macroeconómicos de estabilidad y en las exigencias de la competencia de
los mercados globales. La respuesta local de los sindicatos a empresas
internacionales debilita, a su vez, la fuerza del trabajo, que camina
inexorablemente hacia una reducción de su influencia, por la creciente
individualización de las relaciones laborales y por la devaluación de la huelga
como su principal instrumento de lucha.
Nuria Rius añade: “Las
dos décadas de euforia privatizadora en el Estado”: https://es.ara.cat/economia/decadas-euforia-privatizadora_1_4152506.html
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Los años álgidos de privatizaciones fueron los del gobierno
del Partido Popular (1996 -2005), pero ya desde 1985, bajo el gobierno de
Felipe González (PSOE), se estaba cocinando la liberalización de múltiples
empresas de diferentes sectores. De hecho, la presencia del Estado en el sector
del automóvil desapareció antes de 1996. El PSOE ya había privatizado una
treintena de empresas a través de la venta directa de acciones, y también había
puesto en el mercado paquetes de acciones de compañías públicas. Ahora bien, a
pesar de aquellas operaciones, en la gran mayoría de compañías seguía habiendo
un "control público" porque el ejecutivo mantuvo una parte de las
acciones, como recuerda el catedrático de Economía Financiera de la Universitat
Autònoma de Barcelona Joaquim Vergés. La apoteosis llegaría después, de 1996 a
2005, cuando se vendieron más de 45 empresas y en la mayoría de casos el Estado
dejó de estar en ellas. En total, fueron dos décadas de euforia privatizadora
en las que el sector del textil, el energético y el de las telecomunicaciones
fueron perdiendo "las joyas de la corona".
Fernando Vallespín añade: “El
síndrome de las ‘puertas giratorias’: ¿cuándo es ético que los políticos se
pasen a la empresa privada?”: https://elpais.com/ideas/2021-11-07/el-sindrome-de-las-puertas-giratorias-cuando-es-etico-que-los-politicos-se-pasen-a-la-empresa-privada.html
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Ya
vimos el caso de Barroso, y podemos mencionar muchos otros, como el hecho de
que Rodrigo Rato fuera contratado en 2013 como asesor de Telefónica, tratándose
de una empresa que fue privatizada mientras él ocupaba el cargo de ministro de
Hacienda, o Pedro Morenés, que proviniendo de la industria armamentística acaba
de ministro de Defensa. O, con considerable menor nivel de gravedad, el más
reciente de Antonio Miguel Carmona y su acceso a una vicepresidencia de Iberdrola
en momentos de máxima tensión entre el Gobierno y dicha empresa por los precios
de la luz. Este último caso creo que tiene más que ver con la relación personal
entre el expolítico y su propio partido —al que asestó un importante golpe de
imagen— que con una cuestión que encaje de lleno en el síndrome de las puertas
giratorias. Más flagrante es la facilidad con la que otros cargos han
pasado de la política a los consejos de administración de empresas de este
mismo sector.
Esto es lo que
piensan los que nos imponen el poder, pero, Nuso nos muestra la otra cara de la
moneda: “Tejer ciudadanía
social en el siglo XXI”: https://nuso.org/articulo/tejer-ciudadania-social-siglo-XXI/
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El
movimiento global que se inició con la revuelta de Seattle en 1999 visualizaba el
punto de partida de una nueva era. Movimientos ecologistas y pacifistas,
iniciativas juveniles, ong y sindicatos, con distintos registros y
lenguajes, luchaban por una globalización humana y ecológica; es decir,
demandaban que las transformaciones productivas, sociales y culturales
beneficiaran a las mayorías sociales, el conjunto de los lugares y el ecosistema.
Sujetos plurales y mestizos se movilizaron en diversas ciudades del planeta
coincidiendo con las reuniones de varios organismos internacionales, como el
Fondo Monetario Internacional (fmi), el Banco Mundial (bm) o la Organización Mundial del Comercio (omc): buscaban
bloquear el normal funcionamiento de estos encuentros con el objetivo de
influir en el nuevo sistema-mundo en construcción. Al final del ciclo de
protesta, estas revueltas mutaron y tomaron forma de movimiento contra la
Guerra de Iraq. La guerra global permanente se presentaba como el complemento
de la globalización neoliberal.
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