sábado, 16 de julio de 2016

Mi artículo de hoy

En Madrid como en Estambul


Turquía no es España;  lo sé. También sé que en el “Tejerazo” no hubo derramamiento de sangre y que en la tentativa de golpe de Estado turca de este sábado ha habido una sangría. ¿Por qué será que ésta última  me ha evocado el 23 F? Te lo cuento.

En primer lugar porque la forma de contarnos ambas es una chapuza;  nadie en su sano juicio piensa en meterse en un golpe de Estado con tan poca chicha como para caer como las hojas de otoño, al primer soplo de viento. Por el contrario podemos afirmar sin ser tratados de locos, que el fracaso de estas intentonas tan chapuzas refuerza  la representación del Estado que ostentan los que los golpistas proclamaban combatir.
Así ha sido para Juan Carlos I y así ha sido para Erdogan, ambos han ganado  legitimidad democrática en un momento en que la necesitaban ellos y otras instituciones internacionales.
No digo que en cualquiera de los casos hubiera habido conspiración alguna. ¡Dios me libre! Sí afirmo que hay muchas coincidencias entre ambas tentativas de golpe de Estado.
Eso sí, ha subido el dramatismo con las centenas de víctimas de la noche del viernes, pero, teniendo en cuenta la sangría de Niza de la noche del  jueves, el espectáculo pedía más sangre.


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