martes, 4 de junio de 2019

Borrador capítulo 14


El general Prim
Anoche recibí una nota de Cecilia en la que indicaba su deseo de visitarme. El mismo mensajero llevó mi invitación a compartir el desayuno esta mañana.
Ya no madrugo como ha sido mi costumbre hasta el pasado mes. Siempre he sufrido de insomnio sin que esta dolencia me impidiera levantarme, cada día, a las 6 de la mañana. Ahora tengo que esforzarme para hacerlo a las 9.
Sé que mi querida sobrina desayuna a las 8 y por tanto, la cita ha sido para esta hora.
Ya estaba bien acicalado cuando ha llegado mi invitada.
No he tenido que hacer ningún esfuerzo.  La ilusión me ha dado borbotones de razones para vivir.
Además de los alimentos que acarician los paladares de ambos han colocado un florero con calas, que eran ya las flores preferidas de mi difunta hermana y lo son de su homónima.
—No creo que Julia haya encontrado muchas respuestas en tu relato de ayer. Bueno, no sé exactamente lo que busca…Yo tengo algunas preguntas…
—Dispara. Estoy ansioso por recibir fuego amigo.
—¿Por qué financiaste las movidas de Prim?
—Financié el fin de la dinastía Borbón y el ascenso al poder de una dinastía que asumiera la jefatura del Estado amparados por una Constitución de monarquía democrática como fue el caso de Amadeo de Saboya en 1871
—Poco duró, abandonó el trono el 11 de febrero de 1873.
—El tiempo suficiente para darnos el marquesado.
Soy muy consciente de que mi respuesta no satisface a mi sagaz interlocutora. Ella saborea y me ignora. Rompo un silencio que me incomoda:
—Prim, el artífice de la Constitución de 1869,  fue asesinado dos días antes de la llegada a España del nuevo rey. Nunca se sabrá la identidad de los autores; hay muchos poderes empeñados en mantener el anonimato.
 Un rey constitucionalista extranjero tuvo que arreglárselas para formar gobiernos con unos representantes parlamentarios que no daban la talla para afrontar los graves problemas que aquejaban a España; dentro, como lo muestra el nuevo estallido de las Guerras Carlistas y fuera, como es el caso de los conflictos que desencadenaron  la guerra de Cuba. En su corto reinado recurrió a 6 gobiernos que no hicieron sino agravar la situación.
Es muy triste ver a un rey que carece de confianza en las Cortes que lo eligieron; no nos vino por la “Gracia de Dios”,  y cuando se sintió amenazado  se refugió en la embajada italiana y pidió  asilo político . No creo que esta situación se hubiera presentado si hubiera vivido Prim.
Cecilia me mira con sorna y calla hasta que considera que el silencio ha tenido los efectos que desea. Cuando habla expresa las evidencias:
—Prim supo aglutinar el rechazo a Isabel II desde que las intrigas de los isabelinos con Napoleón III le llevaron a entrar en guerra contra el presidente mexicano Benito Juárez; la razón invocada por Su Majestad Católica era la de reclamar al Estado atacado una deuda que se negaba a pagar. Los ejércitos franceses y británicas que ayudaron en esta guerra reivindicativa lo hacían, supuestamente, por empatía con la ex metrópoli ultrajada. Cuando se obtuvo la firma del Convenio de la Soledad, en 1862, el general español consideró su misión cumplida y se retiró. Napoleón III no lo hizo porque la suya era entronizar a Maximiliano de Austria como emperador de un México que se proponía conquistar. El agravio que sintió el militar engañado fue el detonante de la revolución de 1868 que germinó en la Constitución de 1869. De acuerdo, pero no veo mucha diferencia entre Prim y Espartero, pese a que el primero se rebeló contra el autoritarismo del primero y lo derrocó en 1843. Hasta entonces había sido fervientemente isabelino. Por otra parte, su rebelión facilitó el ascenso de los “moderados”; Ramón María Narváez  gozó del gobierno más largo de la época.
Efectivamente, Prim había hecho mal sus cálculos y yo era muy consciente de estas deficiencias. Cecilia me mira con la esperanza de una respuesta que  disipe sus dudas.
—En primer lugar, la casa Urquijo se ha mantenido al margen de las luchas políticas; hemos sacado beneficios de todos los bandos. El caso de Prim era especial; desde la oposición supo aglutinar.
Mi respuesta saca la irritación de Cecilia:
—Y tanto, en su etapa de gobernador de Puerto Rico, te recuerdo que fue en 1847, cometió los mismos errores y crueldades que Espartero…
Cecilia calla y yo necesito encontrar mi réplica.

Gracias a l@s 480 que acudisteis a la cita de ayer: https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/
Gracias a Iris
Gracias a ti

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