El 28 de junio de 1579 fue encarcelado el secretario de
Felipe II, Antonio Pérez. National Geographic lo presenta muy bien: “Intrigas
en la corte de Felipe II, la conjura de Antonio Pérez”: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/intrigas-corte-felipe-ii-conjura-antonio-perez_7116/6
Y es que aquel 31 de marzo, nuestro protagonista
se topó con quienes iban a quitarle la vida. De repente, en la hoy conocida
como calle de la Almudena, cinco asesinos a sueldo cayeron sobre él;
uno de ellos lo atravesó de parte a parte con su espada, derribándolo de la
montura y causándole la muerte casi en el acto. Los asesinos se enfrentaron con
algunos vecinos y los criados de la víctima; en la refriega perdieron algunas
armas y sus capas, pero pudieron huir.
La víctima, además, no era un cualquiera;
se trataba de don Juan de Escobedo, secretario y hombre de la máxima confianza
de don Juan de Austria, hermano bastardo de Felipe II y por aquel entonces
gobernador de Flandes.
En 1578, Antonio Pérez era un hombre de 38
años, elegante, amante de la vida lujosa, aficionado a la pintura y la literatura,
y también enormemente ambicioso. Su ascenso en el gobierno de Felipe II le vino
facilitado por su padre, Gonzalo Pérez, antiguo secretario de Carlos V. Su
agudeza, desenvoltura, inteligencia e instinto político sedujeron al monarca,
que le concedió importantes responsabilidades. Pero la política no le bastaba,
y Antonio Pérez aprovechó su posición para traficar al más alto nivel con
influencias y cargos, obteniendo de ello grandes beneficios económicos.
La llegada de Juan de Escobedo a Madrid en el
otoño de 1577, enviado desde Flandes por su amo don Juan de Austria, fue vista
por Pérez como una amenaza directa a su posición. Se ha
especulado mucho sobre lo que temía Pérez: quizá que Escobedo denunciara al rey
sus tráficos, o bien, según una tesis más novelesca, que
descubriera la relación amorosa entre Pérez y la princesa de Éboli, la gran
aristócrata que se había convertido en aliada del secretario.
El conflicto entre Escobedo y Pérez
tenía, en realidad, razones políticas ligadas a la compleja situación de la
guerra de Flandes. Pérez había recomendado en su día a Escobedo para que
trabajase con don Juan de Austria; siempre ladino, pretendía contar con un
espía para mantener vigilado al imprevisible don Juan. Pero la
jugada le salió mal, y Escobedo y su señor se hicieron amigos íntimos.
Escobedo pasó a defender los planes más atrevidos de don Juan en Flandes, en
particular el de llegar a un acuerdo de paz con los rebeldes y a continuación
emplear los tercios españoles en una invasión de Inglaterra; un proyecto que
Felipe II juzgaba temerario y al que se oponía igualmente Antonio Pérez.
Este último tenía un motivo particular para
temer a don Juan y a Escobedo: ambos sabían que el secretario mantenía
negociaciones secretas en torno a la guerra de Flandes, a espaldas del rey. Era
un caso que podía costarle el puesto, y quizás algo más. Pérez decidió
contraatacar y se propuso convencer al monarca de que su hermano tenía
intenciones subversivas.
Cuando Escobedo llegó a la corte, Pérez lo
pintó ante el rey como instigador de las peligrosas maniobras políticas de don
Juan. Felipe II estaba dispuesto a detenerlo, pero Pérez le convenció de que
eso no era suficiente. Le aseguraba que «si éste [Escobedo] volvía [a Flandes],
revolvería el mundo; si se prendía, se alteraría don Juan, y que lo mejor era
tomar otro expediente, darle un bocado o cosa tal». Con un «bocado» se refería
a envenenarlo. El rey y su ministro discutieron largamente el asunto, hasta que
el monarca dio su consentimiento al asesinato.
Antonio Pérez parecía haber ganado la partida.
Durante los meses siguientes gozó de la protección de Felipe II, que rechazó
todas las acusaciones en su contra, como decía un embajador: «Habiendo su
Majestad aclarado que [Pérez] no ha matado a Escobedo, y que de esta calumnia
está casi libre». Poco después murió en Flandes don Juan de Austria, liberando
a Felipe de preocupaciones por ese lado
Al mismo tiempo, el rey se sentía
cada vez más molesto con la princesa de Éboli, gran aliada de Pérez y que al
parecer aspiraba a casar a uno de sus hijos con el heredero de la Corona de
Portugal; «no he querido leer los billetes de la señora, porque basta lo que me
ofende con sus obras, sin que vea también lo que me ofenda con las palabras»,
dijo el rey en una ocasión.
Finalmente, Felipe llegó a la
conclusión de que Pérez lo había engañado, que le había hecho creer falsamente
en la traición de don Juan para autorizar el asesinato de Escobedo. De este
modo, la noche del 28 de julio de 1579, Felipe envió al alcalde de corte de
Madrid y veinte alguaciles a casa de Antonio Pérez. Éste, que esa misma mañana
había despachado con el soberano, estaba desprevenido.
El 28 de junio de 1969 ocurrieron disturbios de Stonewall. La Silla Rota lo presenta
muy bien: “Disturbios de Stonewall, el origen del Dia Internacional del Orgullo
Gay”: https://lasillarota.com/lacaderadeeva/disturbios-de-stonewall-el-origen-del-dia-internacional-del-orgullo-gay/397913
Tienes que pinchar la web no me deja copiar.
Muchas gracias a l@s 1001 que acudisteis a la cita de ayer
Gracias a Iris
Gracias a ti
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