lunes, 16 de julio de 2018

Disculpas Nuestra cita cotidiana



Mis disculpas por el retraso en acudir a la cita. Hoy la prioridad era enviar Esto no es un infierno a la dirección indicada en el concurso y tanto Iris como yo, hemos despertado de pesadillas.

No es tan fácil salir de las garras del “discontinuo e inacabado: cada lectura, de las múltiples que hemos hecho del relato nos ha rebelado síntomas de persistencia de la dolencia.
No podemos pasarnos la vida en un continuo regreso al principio del relato y tampoco podemos dejar que el texto delate nuestras debilidades.

Sería un eterno regreso, en el espacio que nos deja el muro que construimos para impedir que germine el (la) niñ@ que puede mostrarnos el camino para encontrar nuestro sitio en este mundo.

No ha sido así: hemos enviado un relato que nos gusta.
El trabajo no se ha hecho con excavadora o bisturí. Es posible, y, prácticamente estamos convencidos de  que una nueva lectura hubiera pulido. Tenemos que parar de volver al principio. No podemos caer en otro eterno regreso.
Hemos dado un paso, el relato está menos inacabado y cada vez nos parece más adaptado a las expectativas del concurso.
Tendremos que esperar a finales de octubre para conocer el fallo del jurado. Hemos hecho nuestro trabajo y una editorial con la que compartimos perfil se reserva el derecho durante unos meses, de ofrecer un contrato de publicación a l@s autor@s de relatos que no han sido premiados, pero que consideran de su interés.

Antes,  Esto es un infierno era una novela muy poco visible en los catálogos. El esfuerzo por transformarla en Esto no es un infierno ha sido una terapia que ha impactado en la obra y que ha abierto nuevos caminos en la búsqueda de nuestro lugar en este mundo.
¡Siempre nos quedará París!

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