Hoy teníamos
que ir a Oviedo, Iris y yo, para
arreglar el papeleo. Las previsiones de lluvia nos han hecho desistir. No me
gusta conducir en ciudades y tendríamos que recurrir a un aparcamiento fácil,
cuya elección no tendría en cuenta criterios de cercanía a los objetivos de
nuestro viaje.
Ya está todo
arreglado: ha bastado con una llamada telefónica y la amabilidad de dos mujeres
que nos han facilitado la tramitación sin necesidad de desplazamiento.
¡Esto no es
un infierno!
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