viernes, 5 de julio de 2019

Nuestra Cita Cotidiana



Esta mañana he recibido una llamada de mi amigo de infancia José Miguel Elvira: http://www.euskalnet.net/teatro/trayectoria.html 

Hacía montones de años que no habíamos hablado. Ahora tú estás en nuestras conversaciones.
Ahora tengo que ir al médico para recoger los resultados de mi analítica.

Continúo trabajando sobre la inmerecida decadencia    asturiana. Los Mineros asturianos que participaron tan desinteresadamente en el rescate de Julen: http://www.rtve.es/alacarta/videos/noticias-24-horas/mineros-asturianos-preparados-para-afrontar-ultimo-tramo-tareas-rescate-julen/4950498/ 

han sido ignorados por los Pemios Princesa de Asturias pese a que solicitábamos para ellos muchas y muchos el premio a la Concordia:

Te regalo el relato que tampoco mereció el premio de relato de La Felguera:

MARIPEÑA
Tendría unos cinco años cuando mi padre me llevó  a la inauguración del cine Maripeña. 
Sé que fue en 1961  ¿Por qué me hago el tonto?
La cuestión es que no he vuelto a La Felguera desde entonces.
Mi psicoanalista  me acorrala con los miedos
“¡Hicimos muchos kilómetros para asistir al evento!”
“¿Por  qué me llevó mi padre?”
No pregunta; se limita a mirarme, y ha decidido que soy PÉRE/VERSUS.
Se supone que no quería ir porque él quería llevarme.
Agradezco el viaje a mi finado padre. Fue un excelente inicio de la formación que me ha legado.
Ignoro si Maripeña  estaba en el acto 
Sé  que me enamoré de una niña que habría inspirado a su papá el aprovechamiento del espacio y la activación del espectáculo.
Pues sí, Maripeña  ha sido mi primer amor, aunque no haya tenido el gusto de conocerla.
Me supo muy mal  cuando, a principios de milenio, se optó, en su reapertura,  por quitar al cine  el nombre tan querido,  y por poner en su lugar el de Nuevo Teatro.
Hacía ya mucho tiempo que pensaba haber olvidado mis tiernos amores. Es curioso que me afectara el cambio-
Sí, es cierto  que  he sido sometido a  una dura carrera de obstáculos para seguir los pasos de mi padre; no basta con pasar la oposición; hay que concursar para ascender. ¡Pero, los años acumulan y he hecho viajes de placer ¡
No  solamente me enamoré de la protagonista. El local me impactó hasta el punto en que decidí estudiar Arquitectura. Cosas de niños. La vocación no me duró más que mi primer amor.
Quedó la semilla: allí todos creíamos que estábamos poniendo la primera piedra de un festival internacional de cine; el broche de oro al nombramiento de la Felguera  como Kilómetro más culto de Europa, por la Unesco, en el mismo año.
Es posible que no haya vuelto por miedo. No solamente se ha quitado el nombre de la niña al local; la explotación de las minas y el tejido industrial que alimentó esa ilusión se han ido.
Siempre me he reprochado mi retraso en dar el salto que me dispongo a dar. Lo exigen los cánones y mi autoestima. El niño aquel me supone un lastre que tengo que digerir para seguir navegando.
Tengo  que ir a La Felguera, pero lo haré desde que termine el nuevo concurso al que me he inscrito.
Ya me he hecho esa promesa demasiadas veces como para que pueda funcionar ahora.
¡Siempre tendré un concurso para subir en el escalafón. Así  hasta mi jubilación!
Otros, más previsores que yo, han sabido invertir muy bien nuestro generoso sueldo y, a mi edad, han abandonado la  carrera. Es lo que nos proponemos todos cuando empezamos a opositar en la UE.
Tengo atenuantes; un divorcio y muchos  sueños rotos. Dinero y desajuste emocional.
Tras un feliz matrimonio que ha durado 22 años y fructificó cuatro maravillosos hijos escribo, en este blog anónimo, mi desgarro.
¿Por qué ella se sentiría incómoda con mi mención a Maripeña?
¿Por qué imagino que fuera así?
Mi ex tiene su vida bien montada.
Cierto que cada vez  que yo proponía visitar La Felguera ella anteponía sus queridas Canarias o Israel. 
En nuestro trabajo nos pasamos la vida volando. Los días de descanso, apetece quedarse en casa y gozar de la cercanía. Me estoy, descaradamente, comiendo el coco.
No he ido a la Felguera porque  tengo miedo de encontrar allí la imagen de mi fracaso.
¿Fracaso?
En un momento  en que el presidente Sánchez lleva al Congreso un proyecto que afecta al cierre de las minas de Carbón, mineros especializados en salvamento minero, de Mieres, se ofrecen para rescatar a Julen; el niño que se cayó a un pozo incontrolado  en la provincia de Málaga.
No veo allí  signos de fracaso, sino de un saber hacer que perdura pese al castigo económico.
¿No es ésta una nueva llamada tranquilizadora de La Felguera?
Claro, tengo que concursar. Estaría muy mal visto retirarme y no creo  que aguantara la humillación.
Me quedan unos años para jubilarme…
¿Y dónde está mi fracaso?
No he parado de ganar concursos de promoción interna desde que entré, por oposición, en la UE. Mi salario está en el tramo superior.  A mis hijos  nada les falta.
¿Por qué tantas ansias de escalar?
Mi padre me llevó a la inauguración del Cine Maripeña. Yo no he sido capaz de ofrecer algo similar a mis hijos; la que fue mi querida esposa imponía sus viajes.
Llevábamos casados cinco años cuando se nos impusieron su madre y mis padres, al mismo tiempo.
Los últimos tenían antojo de disfrutar de sus nietos  y Nueva Delhi  no les caía muy cerca.
Se montó la bronca entre las madres, en la cocina.
La mía había anunciado que nos prepararía la cena.
La de ella, proclama que solamente se sentó allí para aprender.
La cosa no quedó entre ellas, ¡no! Mis padres se fueron tras acusarme de “calzonazos”.
No consideraba que mi padre lo fuera hasta entonces. La suegra es una metete, la cocina muy íntima y hay claro odio entre ambas mujeres desde el día que las presentamos. ¡Por eso hemos  luchado para que no coincidieran en la estancia!
Aquella estaba programada para mis padres desde hacía meses. La suegra había encontrado un chollo en la compra del vuelo y ese argumento valía para presentarse  Así nos dejamos  meter en la batalla.
Tenían que salir los odios contraídos por estas dos ¿Por qué nos dejamos inmiscuir?
La diferencia entre las madres y nosotros es que ellas se desahogaron a su manera y nosotros éramos sufridores.
Para padre no fue problema programarse otras vacaciones.
Yo no puedo permitirme una visita de tres días a La Felguera.
Tampoco he sido capaz de averiguar  algo más que el nombre del primer amor de mi vida.
Carezco de tiempo para hacer averiguaciones; mucha  lejanía con  una Felguera relegada al baúl de los sueños perdidos.
¿Sigo soñando?
Las respuestas a mis preguntas  se hunden en  pozos sin fondo.
¡Ay!  ¡Ese  nombre fue quitado al cine antes de que yo  tomara tiempo para  encarnar  esa tierra que dejó profunda huella en los primeros pasos de mi mismidad!
Estoy, aunque no lo parezca, inmerso en la preparación de la  entrevista  decisiva para que se me acorde el puesto al que aspiro.
Soy consciente de lo que toca; va de resolución de conflictos, y en estos momentos, el departamento a cuya directiva aspiro  lo tiene muy crudo con los conflictos de intereses y de controles.
¿Por qué pienso en Maripeña o en mi ex suegra?
Tengo que centrarme en estudios de casos y en propuestas.
¿Qué se espera de mí?
¿En qué me afectara la subida en el escalafón?
Desde luego, el aumento  de sueldo y de otros “privilegios” no será de gran ayuda para mi constante bancarrota: gastaré más por el aumento del crédito.
Carezco de interés por la rígida plantilla en la resolución de problemas de la U.E.
La Brigada de Salvamento Minero ha rescatado el cadáver del pobre niño caído en un pozo incontrolado en Totalán,  este enero de 2019.
¡Hace años que la Cuenca Minera sufre de cierres; éstos empezaron pocos años después de la inauguración del cine Maripeña!
¡Los mineros están ahí!
Pensaba cuando he recibido la llamada de mi hijo David.
—Sigues sin comprender.
Dice para mostrarme que lee mi blog. Por supuesto, no explica cómo dio con mis anónimas “intimidades”
—Ignoras; más bien pienso que te haces el tonto, que la ciudadanía de La Felguera  no acepta el nombre oficial de Nuevo Teatro.
No respondo. Me regocijo en escuchar esa voz tan querida y que echo tanto en falta.
Apenas nos llamamos.
Tengo miedo de que confirme mis temores.
Éramos buen padre y buen hijo hasta  que  la ley nos separó. Vive en Las Palmas de Gran  Canaria. Empezó regentando las propiedades que adquirimos en el Archipiélago para asegurar  la pronta liberación de los bien pagados puestos que teníamos mi ex y yo.
Me explica que él ha hecho sus propias inversiones. Van bien las relaciones con la familia; es el “ojito derecho” de mi ex suegra, pero ésta no para de amenazar con estirar la pata.
— ¿Por qué dejaste que me pusieran David?
Interrumpe, en seco, lo que me estaba contando.
Explico que era  el nombre de un piloto jubilado de Air Lingus que conocí en Las Palmas cuando viajaba con su madre. Alguien bueno y sabio que no era evangelista y que fue enterrado como tal por su “viuda alegre”.
La elección no tuvo que ver con la Estrella de David y la madre de mi hijo no había aún descubierto su fe judaica, por mucho que fuera hija de judía conversa.
—Me opuse a que te circuncidaran.
Digo, sin enfado alguno.
David no me escucha. Tiene una amplia letanía de reproches. Me los merezco.
No ofrezco resistencia ¿Para qué? Hace tiempo que me acuso del sufrimiento que el divorcio infringió a  mis hijos.
Eran menores, aunque fue separación  amistosa. La distancia y mi constante falta de numerario explican el resto.
No le vale.
Parece que no hubiera más que decir.
Discrepa y ataca:
—El abuelo nunca dejó de venir a vernos…
Lo sabía. Desde luego no necesitaba que me lo recordara. No corto la llamada pese a los miedos y al apremio de mi carrera.
David me cuenta, por primera vez, su vida.
Sus reproches son un bálsamo;  es menos crítico que yo…
—No tienes por qué seguir el trayecto que te marcó tu familia.
Dice, a sabiendas de que pertenezco a una saga de diplomáticos.
—Subir un peldaño más en tu carrera no te dará las medallas y los dineros del abuelo. Yo te quiero aunque me dejaste en mi tierna infancia. Fue mejor de lo que piensas: me ahorraste el trance de “matar” al padre. Lejos de mí la tentación de hacer leña del árbol caído.
Tenemos una conversación que vale más que mil sesiones de sicoanálisis. Y me sale gratis; David paga la llamada.
—No he podido localizar a Maripeña, pero, te aseguro que lo haremos; la ciudadanía de La Felguera continúa designando con su nombre el Nuevo Teatro.
El énfasis de mi hijo me asusta. Después me indica que en mi buzón electrónico encontraré  un billete que me llevará mañana a esa tierra  que me hizo soñar cuando tenía la edad de mi interlocutor en el momento del divorcio
¡Al diablo las promociones!
David me invita a compartir lo que queda de aquellos sueños. Y queda, como hemos podido comprobar ambos en el rescate de  Julen por la Brigada de Salvamento Minero.
Siento la ilusión que me transmite y dejo los miedos cuando David me anuncia:
—Es tu turno: he sacado los billetes sin fecha de regreso ¡Tenemos tanto que arreglar!
Ya estoy preparando mi equipaje y una buena excusa para justificar mi ausencia.

Gracias a l@s 512 que acudisteis a la cita de ayer: https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/
Gracias a Iris
Gracias a ti


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