Las palomas
que posan en nuestro césped se asustaron. Los gritos insultantes que sufría una
de las señoras que les echan, cada día, alimento, no eran para menos. La escena
se representaba en el lado más alejado del edificio en que vivimos Julen, Iris
y yo. Soy de los convencidos de que los gritos no se arreglan con gritos y de
que de nada sirve recordar que el ave es
el símbolo de la paz.
Una pareja se puso del lado de la gritona. La
nodriza, pese a estar en minoría, invitaba a sus agresores a contactar con la
Asociación Protectora de Animales y Plantas.
No lo harán, carecen de espacio libre en sus agendas.
Cuando se acercó a mi ventanal la pareja que
apoyaba a la gritona, les pregunté la razón de su enfado. Les parece injusto
que ellos tengan que limpiar los excrementos que dejan estos animalitos en sus
ventanas.
Expliqué que la única alternativa es debatir y
consensuar. En este apartamento que está en el mismo edificio en que habita la
pareja pensamos que nuestras sobras que pueden ser recicladas en la
alimentación de animales que parecen molestar, no deben tirarse a la basura.
No habrá debate o intento de consenso, l@s que gritan están demasiado ocupad@s.
¿Se equivocó la paloma? Estoy convencido de que no
sería el caso si hacemos que este susurro sea más escuchado que los gritos que
nos paralizan: https://www.youtube.com/watch?v=XT14xkRtfIM
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