martes, 31 de enero de 2023

Nuestra cita cotidiana

 

El 31 de enero de 2004, “El País” publicó este artículo: “El Consejo de Europa cita a TVE como ejemplo de manipulación informativa por influencia política”: https://elpais.com/diario/2004/01/31/sociedad/1075503607_850215.html

 

Debes pinchar. Para animarte, copio:

 

La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa ha citado a Televisión Española como ejemplo de influencia del poder político en la radiodifusión pública por la condena de la Audiencia Nacional con motivo de la huelga general del 20-J. El sindicato Comisiones Obreras llevó a los tribunales la emisión de aquella noticia en los informativos y ganó. La Primera de TVE tuvo que leer la sentencia. El periodista Alfredo Urdaci, responsable de informativos de la cadena pública, fue el encargado de hacerlo, pero extendió aún más la polémica porque al citar el nombre del sindicato demandante lo hizo leyendo las siglas de una forma inusual: ce ce o o.

 

Cándido Marquesán Millan ofrece un interesantísimo artículo sobre el tema: “Manipulación mediática y política”

https://www.nuevatribuna.es/articulo/actualidad/manipulacion-mediatica-comunicacion-politica/20220807082736201558.html

 

Debes pinchar, es un artículo excelente. Para animarte, copio:

Existe un artículo muy interesante de Georgina Blakeley titulado “Vestir el muñeco”: Torcuato Fernández-Miranda, la herestética y la ley para la Reforma Política. Tal como describe Miguel Ors Villarejo en su artículo El arte de la manipulación política en su blog El justo miedo: ¿Cómo salió adelante la Transición española? Había tres jugadores (continuistas, reformistas y rupturistas) y ninguno tenía fuerza suficiente para imponer su proyecto. Pero Adolfo Suárez maniobró herestéticamente. Sabía que la oposición nunca pactaría con el franquismo. Se alió alternativamente con unos y con otros hasta sacar la Ley para la Reforma Política. El diseño de reglas de votación también desempeñó un papel decisivo. El caso más notorio fue la designación del propio Suárez. Los miembros del Consejo del Reino jamás lo habrían incluido en la terna que debía presentarse a Juan Carlos I para que eligiera presidente, pero Torcuato Fernández Miranda (el estratega en la sombra de la Transición) agrupó a los aspirantes por familias ideológicas, argumentando que todas debían estar representadas, y organizó un agotador carrusel de votaciones eliminatorias hasta que no quedó más que un candidato por familia. Suárez era un falangista gris que, a diferencia de José María de Areilza o de Manuel Fraga, no suscitaba gran rechazo entre los guardianes del régimen. El ultra Martín Sanz expresó cierta sorpresa porque “un tal Suárez” superaba todas las votaciones, pero solo Joaquín Viola, el alcalde de Barcelona, manifestó su oposición. “Soy de Cebreros”, dijo, “y conozco muy bien a este muchacho”. Demasiado tarde. La ley electoral tampoco se dejó al azar. Suárez encargó un sistema que diera la mayoría absoluta con el 35% de los sufragios (los que los sondeos atribuían a la UCD) y que favoreciera a las zonas rurales (donde la UCD tenía mayor implantación). De ahí la famosa frase del ministro Pío Cabanillas: “No sé quiénes, pero ganaremos”.




Gracias a l@s 1475 que acudisteis a la cita de ayer

Gracias a Iris

Gracias a ti

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