Aún no tiene título. Primer borrador, como prometido.
Angelita
Delegación
del ministerio de Trabajo de Las Palmas, 10 de octubre de 1986
––Busco trabajo, de lo que sea
––Rellene estos impresos.
Angelita
llevaba un buen rato esperando su turno. Ensio había captado angustia mayor, si
cabe, en unos ojos secos y cansados.
––Verá…
La peticionaria lucha para recuperar una voz sepultada
en los requisitos de los formularios. La emoción del funcionario libera unas
entrañas que no han encontrado sino muros.
––Estoy en busca, captura y rebeldía.
–– ¿Por qué?
Mi marido no
traía a casa otra cosa que borracheras y mala ostia. Me pegaba porque no
quedaba nada para él. Tenía que apañarme para alimentar y cuidar a nuestros
cinco hijos… bueno, cuatro; el primero no era suyo.
Ensio ya imagina el resto. Escribe, con mucho cuidado,
una nota que pone en la mano de la desgraciada: “No cuente más. Aquí hay oídos.
15, 15 en el Rio”
Angelita comprende. El lugar de la cita queda cerca de
su apartamento. Al fin alguien está dispuesto a escucharla.
No ha sido inútil su recurso a la delegación del
ministerio de Trabajo de Las Palmas.
Era el primer día de trabajo de Ensio. Se sabía
controlado.
––Verá… Puede usted rellenarlos cuando mejor le venga. En
cuanto los traiga le daremos curso. Para eso estamos, para ayudar a encontrar
trabajo. Ruego se retire y deje que avance la cola.
Inútil esfuerzo. Las paredes oyen y un jefe que ha
mostrado hostilidad desde la presentación sabe utilizar esos recursos para
deshacerse del intruso. Hace llamar a éste de inmediato.
-Don Antonio dice que quiere verte, inmediatamente, en
su despacho.
Es Juan, el “recadero” Un buen hombre, el único que recibió con amabilidad
al trasladado. Él también provenía del extinto ministerio secretariado del
Movimiento Nacional Eran dos pequeños funcionarios.
La simpatía mutua no había surgido, precisamente de una
“comunión” con su antiguo empleo o con el actual. Eran dos marginados…
Pero… hay gente esperando en la cola…
Se atrevió a insinuar el nuevo.
––Mejor que vayas ahora. Está furioso…
Ensio se encaminó al “matadero”
––Ha dejado que se vaya, tan ancha, ignorando que está
perseguida…
E poder da mucha seguridad y la condición de subalterno
fragiliza.
––No comprendo, lo siento_Una forma de ganar tiempo.
–– ¡Un funcionario está obligado a dar caza a los
prófugos! –– Sentencia la voz de la razón de Estado.
–– ¿Esa pobre mujer una prófuga? ––Es un primer
intento.
––Así lo ha afirmado ella misma…
––No sabe lo que dice…
Ensio Observa y ve que necesita pruebas.
–– ¿No se lo ha comentado Juan? ––El peligro hace
cometer imprudencias.
–– ¿Qué? ¿Por qué?
Él fue quien me comentó que esa mujer está loca
El osado conocía el protocolo, aludía a un subalterno como él. Nadie les pregunta opiniones.
La táctica funciona. No es un miagro. E testigo afirma.
No sabe nada de esa mujer. Es la primera vez que la ha visto, pero toma la
opción que le dicta el entuerto en que se encuentra este pobre hombre tan
altamente rechazado por tod@s a los que odia.
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