Medianoche
No sonaron campanadas; solamente se produjo la orden de
desalojo y la policía municipal se hizo oír.
–– ¡Todo el mundo fuera!
Los invitados salieron de estampida. Más ruidos que se
juntaban a la alta contaminación acústica proveniente del Trebol, de los puti-clubs,
de la calle…
Nadie se atreve a hablar. Angelita cuchichea a Ensio.
–– ¡Es la Puri!
–– ¿Qué Puri?
––Una amiga… Ya sabes; los “agentes del orden” gustan
de putas. Al principio porque nos tienen gratis. Algunas sacan partido. Mira la
Loly se nos casa con un policía nacional.
–– ¿Y la Puri?
–– ¡No me hables de esa zorra!
–– ¿Qué tiene que ver con esto?
––Tiene “enchochao” a un “munipa”…
Ya pueden subir el volumen de voz. Se han quedado
solos…
––Si me puedes echar una mano para poner los muebles en
su sitio…
–– ¡Sin prisa! No ha terminado la fiesta…Me pregunto
cómo esos señores “munipas” no han olido…
––No venían a eso…La Puri sabe que no fumo porros y
éstos andarán “sobraos” de costo y
faltos de ganas de papeleo. Contaba con que no me dejaras tirada y aquí no se
puede dormir hasta la madrugada...
La Angelita y el Ensio seguían estando “divinos”. Ensio
ha cosido los trozos de retales para vestir a Cenicienta con un manto ceñido
por un cinturón Louis vuitton que se había traído del hotel.
La chica es bajita. Para vestirla ha sido necesario
tirar mucho de aguja, sin embargo. El modisto se había inspirado en una prenda
que había visto en una boutique de Buenos Aires: trozos cosidos y costuras
llamativas. Costaba un pastón.
Los retales de Angelita eras de excelente calidad.
Bastaba con combinar y desentonar colores dibujos y cosidos, y con cubrir el cuerpo de la menopáusica. Ya
había previsto el cinturón, para sujetar y mostrar marca y ambigüedad. Pero…
–– ¿No tienes otra ropa interior? ¿Unas medias malva?
¿Un…? El demandante para el carro ante las reiteradas negativas.
––Me fui con lo puesto de mi último apartamento.
También fue una putada de la Puri; me echó a la pasma por una simple denuncia
de impago de alquiler. ¡En el barrio se producen cientos a diario y tuvo que
tocarme a mí!
––Ya hablaremos de la tal Puri. En mi hotel tengo un
tutú. Servirá. ¡Voy rápido a buscarlo!
Ella intentó responder pero tocaba obedecer:
––Prepara alioli como el de antes, sancocha las papas…
La aludida tenía sus planes. Cuando Ensio volvió se la
encontró llorando. Ya no tenía su pañuelo, tendió una servilleta de papel.
––Lávate esa cara y siéntate, vamos a arreglar eso.
Lo arregló con sus órdenes.
––Usa esto.
Sales de baño, una yema de huevo batida con vinagre de
manzana, una esponja, champú…
–– ¿Te has traído todo esto?
––Me dijiste que tuviste que irte con lo puesto. Veo tu
pelo y tu piel…
Sobraban las explicaciones. Tenían que darse prisa.
––Primero te lavas bien. Después te aplicas el menjunje
en el pelo. Veinte minutos que puedes emplear para relajarte en las sales…
¡Suerte que tienes bañera! ¡Ah! y para arreglarte esas uñas. ¿Tenés guantes?
La respuesta era previsible. De ilusión también se
vive…
El resultado era, cuando menos, interesante. No era
Lolita Pluma y hubiera habido bronca si Angelita se hubiera presentado así en
el Parque de Santa Catalina.
No fueron. Buen cuidado pusieron en evitar
confrontaciones. Con los retales llegó para un turbante. Por mucho esmero que
puso Ensio, el pelo quemado por los tintes baratos que había usado la modelo no
servía. Había que ocultarlo.
No se puede sacar belleza donde no la hay, pero el
resultado no estaba nada mal, tras un lifting, maquillaje, una crema que Ensio
preparaba con miel y vitamina E, turbante y manto que daban la impresión de que
los trozos de tejido que almacenaba la usuaria habrían quedado para vestirla
ahora.
En Buenos Aires, la prenda hubiera alcanzado un buen
precio. En Las Palmas era una extravagancia más. Eso sí, de marca.
El detalle de los zapatos de cristal fue idea del
propietario de la tienda de Ensio.
El último se había vestido a tono: un pantalón rojo
ajustado en función de la capacidad de adaptar el tejido de puro algodón. Había costado una
pasta y requería de ayuda para enrollarlo y dar con el formato previsto.
Perfecto y la camisa de estampado y teñido artesanales
había sido creada para combinar con el pantalón.
– ¿Y cuando vas a mear?
– Elijo un compañero que me vista y desvista.
También Ensio calza zapatos especiales. Provienen de
una marca venezolana.
––Antolín…
No tuvo tiempo de terminar ante el entusiasmo de su
compañera de fatigas.
–– ¡Parece que hubieran sido
hechos para tus pies! Mi padre era zapatero ¡Y ese cuero!
No había tiempo de explicaciones.
Ya todo estaba preparado. Faltaban los invitados. Salieron en su búsqueda y
encontraron a doce.
¡Todo hubiera salido tan bien si
un munipa no se hubiera “encoñao” con la Puri!
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