El almuerzo sin siesta.
Apartamento de Angelita, la misma fecha
Tomaban cerveza con soberano. Habían caído cincobotellas
desde que se fuera el fiel marido. Al principio fue éste el tema de
conversación, se preguntaron si era de los que follan durante la siesta.
Concluyeron que tenía pinta. Hicieron unas risas y hablaron del poderoso que
buscaba chaperos en el urinario cercano. Cuestión de rutina, puesto que sabían perfectamente que
no eran asno para esas mieles.
Disimulo. La historia que les había juntado era un
lastre que no podían tirar por la borda, de momento. Una y otro lo sabían.
Resignarse es otra cosa y el disimulo tomó otros rumbos.
––Supongo que no has almorzado, tengo un pescado
exquisito y ya no me cabe en la nevera. Vivo cerca de aquí.
Es ella. No se había atrevido a proponerlo antes; siente vergüenza del apartamento en que ha
caído.
–– ¡Divino!
Dijo él sin esforzarse. Continuó esperanzado:
–– ¿Podrías encontrarme algo así? Acabo de llegar y
estoy en un hotel hasta que encuentre algo así, en la playa de las Canteras,
cerca de Parque de Santa Catalina, a dos pasos
de El Trebol, la joya del mariconeo… ¿Te imaginas lo fácil que me será
traerme los ligues a casa?
––La playa está ahí, pero solamente veo el cochambroso patio
¡Nunca había caído tan bajo!
––Esto lo arreglo yo y a la noche damos una fiesta…
–– ¿Qué dices? No tengo yo el chocho “pa ruidos”. La
mirada triste se ilumina un poco.
–– ¿Tenés algo preparado?
–– ¡Claro!
Dicho y hecho. Angelita saca de la nevera la merluza a
la portuguesa que había dejado preparada para su cena. Ella ya había almorzado,
pero la jornada laboral de Ensio termina a las tres y su madre siempre repite
que no es bueno beber con el estómago vacío.
––Una joya gastronómica ––Dijo tras dejar el plato
límpio.
––Era cocinera cuando me arrestaron.
–– ¿Te violaron?
––No. No me encontraron apetecible. Fue después cuando
empecé a arreglarme y buenos duros he ganado. He tenido noches de sacarme
veinte “talegos”
––¡Veinte mil pesetas por noche!. Ya ves, yo gano
120.000 al mes y me siento afortunado.
––No era de las que más ganaba…Ya no me cogen en ningún
club desde que empecé con las hemorragias. Me queda algún apaño y saco para
pagarme esta mierda, pero no puedo mandar nada a mi madre y la muy sinvergüenza
me amenaza con volver a denunciarme. Tampoco puedo pagar a la familia que cuida
a mi pequeña. Cuando ganaba me trataban como a una reina, ahora…
––Ahora sós una reina
Ensio se acaricia sus cuidados bigotes antes de
disparar.
–– ¿Por qué te pide el juez el contrato de trabajo?
El matrimonio de la hija de los cuidadores no ha dado
aún fruto. Se han encaprichado con mi niña. La reclaman con el argumento de que
la cuidan desde que nació. Es cierto. En cuanto me recuperé del parto tuve que
retomar el trabajo. Estaba sin un duro y quería que mi niña estuviera bien
cuidada. Me parecían buena gente y pagué bien hasta que…
No llora, no, pero Ensio ofrece un pañuelo de fina batista.
––Para chulos nosotros. Saca esa lagrimita, te hará
bien… ¿Cómo te quedaste embarazada, con tu experiencia?
––Quería tener un hijo de Chano
–– ¿Te dejó?
––Lo hice yo. Dejemos el tema…Me había hecho demasiadas
ilusiones ante un primer amor en la vejez. Mi padrastro empezó a violarme a los
once. Después era ya quien le buscaba: quería vengarme de mi madre…Los otros
vinieron por, como dicen, “el uso conyugal”. Me casaron antes de que se notara
el embarazo. Nadie me preguntó, el se bebió en una semana lo que le pagaron.
Silencio. Abrazo de dos seres que se encuentran en un
universo perdido. Después un pasodoble. Eran las ocho y Ensio es de ideas fijas.
––Tenemos que preparar la fiesta.
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