lunes, 22 de julio de 2019

Nuestra cita cotidiana


 Las palomas que posan en nuestro césped se asustaron. Los gritos insultantes que sufría una de las señoras que les echan, cada día, alimento, no eran para menos. La escena se representaba en el lado más alejado del edificio en que vivimos Julen, Iris y yo. Soy de los convencidos de que los gritos no se arreglan con gritos y de que de nada sirve recordar  que el ave es el símbolo de la paz.
Una pareja se puso del lado de la gritona. La nodriza, pese a estar en minoría, invitaba a sus agresores a contactar con la Asociación Protectora de Animales y Plantas.
No lo harán, carecen de  espacio libre en sus agendas.
Cuando se acercó a mi ventanal la pareja que apoyaba a la gritona, les pregunté la razón de su enfado. Les parece injusto que ellos tengan que limpiar los excrementos que dejan estos animalitos en sus ventanas.
Expliqué que la única alternativa es debatir y consensuar. En este apartamento que está en el mismo edificio en que habita la pareja pensamos que nuestras sobras que pueden ser recicladas en la alimentación de animales que parecen molestar, no deben tirarse a la basura.
No habrá debate o intento de consenso,  l@s que gritan están demasiado ocupad@s.
¿Se equivocó la paloma? Estoy convencido de que no sería el caso si hacemos que este susurro sea más escuchado que los gritos que nos paralizan: https://www.youtube.com/watch?v=XT14xkRtfIM

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