La primavera de 1917 II
Callejeando y en la chacra, principio de la tarde-.
El corte de las chicas inyecta
soledad en Julen y en mí. Las calles están desiertas y espero que Iris se haya
levantado. ¿Por qué no ha venido aún en nuestra búsqueda? ¿No escucha nuestra
llamada? ¿Dormirá aún?
Temo que hemos robado el instinto a Julen, nos cuesta volver a
la chacra. Veo a Gonzalo que sale de un colmado, cargado cual mula.
—Nos alegra el encuentro. Estábamos perdidos y tomemos algo en
el colmado.
¡Había hablado tan poco con Gonzalo! No me olvido de Iris; somos
un equipo. No esperaba un nuevo corte y aún menos, una aclaración tan
importante.
—No es momento, compañero, tenemos que volver ya, hay que poner
ya la carne a asar; toma varias horas para estar a punto.
—Veo que no empieza aquí tu trabajo…
No necesito revelaciones del “Espíritu Santo” para adivinarlo.
Este hombre lleva en ajetreo desde mucho
antes de que yo me despertara.
—Déjame ayudarte, al menos.
—Yo estoy acostumbrado y ya caminas bastante lento como para
cargarte más. Tenemos prisa.
Trato de amoldarme a su paso, aunque, en realidad, es él quien
se amolda al mío.
No hablamos gran cosa; me han pasado las prisas y, una vez
alcanzado su objetivo, tendríamos tiempo de conversar.
—Felizmente que he contado con la ayuda de Iris. Me había
preparado un buen mate para tranquilizarme. No había previsto las nuevas
ordenanzas del Departamento para prevenir incendios forestales. Todo se me
venía abajo; el asado nuestro se hace en el campo, requiere un buen fuego de
nuestra leña, mucho fuego para tener ascuas suficientes para asar la carne
empalada en hierro clavado en la tierra. Son nuestros aromas. Iris me ha venido
llovida del cielo, atraída por el aroma del mate.
— ¿A qué hora?
—Poco después de que te fueras…
—Trabajó hasta muy tarde...
—Esta mujer es un torrente. En minutos ha resuelto mi terrible
contrariedad. Ha improvisado todos los salva fuego que requerían las ordenanzas
más exigentes, ha contactado con éstas, ha vencido todas las resistencias que
se le han puesto para hablar directamente con los expertos y lo ha arreglado. ¡Qué
suerte tienes!
Julen y yo corrimos a abrazar a Iris mientras Gonzalo colocaba
su carne. Él es especialista en imagen. ¡Lástima que no se viera! Un merecido
descanso y mucha ilusión.
—Esta chica ha previsto todo. La protección de los lugares donde
prepararemos las ascuas que substituirán a las actuales cuando no ofrezcan el
calor necesario… También ha previsto la copita de chacolí y picoteo agridulce y
salubre, ya lo he probado y tú conoces sus artes. También tiene ya el proyecto
de la guarnición. Lo que me queda es simplemente controlar el asado.
—Es curro
Respondo tras observar su atención.
—Es amor
Responde Iris.
—Me gustan esas tradiciones.
—Apreciamos, sobre todo por el esfuerzo que has tenido que hacer
para encontrar vuestra leña, aquella de los árboles que están siendo
reemplazados por otros más adaptados a la especulación y a los incendios.
Iris lo dice todo en una frase lapidaria. Aclara.
—Tenemos que hablar de eso, pero estábamos en la primavera
ciudadana de 1917. Fue global, pero, como todas las que hemos vivido o
conocido, se localizó rápidamente, en la Rusia Revolucionaria, en Francia, en
Alemania, en USA, en España...
—Así es, en un proceso que se inicia en 1916, se produjeron
varios cambios en un periodo de tres años: en Rusia se impusieron los bolcheviques,
en Alemania, la República (1918)…
Iris no necesita mi defensa. Lo suyo es la geopolítica…
—Fueron huelgas pacíficas y muy organizadas; la clase
trabajadora supo dejar muy claro su papel. Lo pagó muy caro, por cierto.
Gonzalo duda en intervenir. Su franqueza le impulsa.
— ¿Cómo comunicaban?
—La Edad Media despega con el impulso económico de la
construcción de las catedrales; generaron mercados y ferias por toda
Europa Los mercantes y especuladores
estaban muy organizados. Un ejemplo: podían encargar su mercancía en la feria
de Medina del Campo y recibirla en la de cualquiera del continente. Otro; ya
había financieras multinacionales. Los trabajadores de las catedrales supieron
poner en valor su pericia, se unieron para defender sus salarios.
Me interrumpe Álvaro. Se
le entiende muy mal porque tiene la boca llena de la manzana que está
disfrutando
— ¿Por qué estás hablando de la masonería?
.
— Parece, en efecto, que los poderosos se apropiaron del
invento. Los maçon, termino francés
que designaba a los artesanos de las construcciones, usaban códigos que
solamente conocían ellos para poderse reconocer y para divulgar las consignas.
También tenían rituales para garantizar el cumplimiento de los compromisos.
¿Está buena la manzana? ¡Tienes una cara de felicidad!
El recién llegado nos trae aún más paz, pero en la última sale su vena vasca.
En la primavera española de 1917 se perdió la oportunidad de
sacar de la mordaza del modelo
territorial español.
Pero una vez más
estallan las “Españas”
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