domingo, 24 de marzo de 2019

Mi amigo Maquiavelo V



La Liga de Cambrai

Fernando de Aragón pasó una buena temporada en Nápoles, tuvo que regresar a España a la muerte de su yerno, Felipe el Hermoso, en 1507. Sus obligaciones le llevaban a un reino gobernado por su hija Juana, a quien se consideraba loca.

El rey ya había manipulado a Julio II, por algo es uno de los personajes mencionados en El Príncipe.
Aprovechó su viaje de regreso para intrigar con Luis XII; ambos soberanos  se habían entendido muy bien en los años precedentes en la solución al contencioso existente entre Francia y España sobre las  posesiones de ambos reinos  en Nápoles  Todo parecía haber quedado arreglado por el tratado de Lyon, firmado en 1501 por el rey consorte de Castilla, Felipe el Hermoso y el soberano francés.

En el mismo se concertaba el matrimonio de Carlos y de Claudia, hijos respectivamente de Felipe y de Luis XII. Ambos tomarían los títulos de reyes de Nápoles y duques de Apulia y Calabria.

Los futuros contrayentes eran menores y a la espera de su mayoría, Francia gobernaría el norte napolitano y Felipe el sur.

Este acuerdo entre dos amigos fue rubricado en el I Tratado de Blois, en 1504.
El rey Fernando, en descuerdo, desactivó un proyecto que consideraba perjudicial para Aragón, aprovechó el cambio en las políticas de Luis XII que implicaban la ruptura del compromiso matrimonial de su hija Claudia con Carlos  para prometerla al conde de Angulema en 1506
Así, el rey de Aragón   logró que se firmara el II Tratado de Blois, el 12 de octubre de 1505.

Luis XII cedía los derechos que se atribuía sobre el reino de Nápoles a su sobrina, Germana de Foix.
La última se casó con el rey Fernando el  18 de marzo de 1506.
¡Todo había sido hábilmente preparado!
Era  una venganza contra Felipe  y contra el padre de éste, Maximiliano de Austria.

En las conversaciones que tuvo Fernando con Luis XII en este viaje de regreso del primero a España se trató de este tema y de la urgencia de Julio II en cortar las alas a la insolencia veneciana. Idearon un tratado satisfactorio para todas las partes que dio sus frutos en la Liga de Cambrai: el 10 de diciembre de 1508, Luis XII, Julio II, Fernando, rey de Aragón y regente de Castilla y Maximiliano I de Austria se comprometían a recuperar los territorios conquistados por Venecia en la península itálica y a repartírselos.
Así conseguía el papa mostrar su poder y todos los aliados se llevaron su parte italiana y se desembarazaban de un peligro para las posesiones que tenían en la Península.

Una vez satisfecho Julio II consideró que su enemigo no era Venecia, sino la gran influencia gala en la región entre Génova y Milán.

El papa contaba  con la lealtad de Fernando y con la falta de numerario de los firmantes de la Liga,  así ofrece a aquél, el 3 de julio de 1510 una investidura  sacralizada sobre el reino de Nápoles y la dispensa de tributos, a cambio de 300 soldados que España debía ofrecer para defender al Sumo Pontífice, así se aseguraba el último la neutralidad hispana.

Julio II jugó todas sus cartas contra Francia.

Cuando ascendió al trono de Inglaterra Enrique VIII, en 1509, sabía que tenía que casarse con la viuda de su hermano, Catalina de Aragón. Esta, como hija de los poderosos Reyes Católicos era la aliada que necesitaba una Inglaterra destinada a crecer.

¡Con el papa hemos topado!,  y Julio II supo disipar los escrúpulos de la Santa Madre Iglesia ante un matrimonio entre cuñados; encontró  testigos que “mostraban” que no había habido unión carnal en el matrimonio precedente; así surgió el primer matrimonio de Enrique y el segundo de Catalina.
¡Todo tan rápido!
La proyectada unión de las fuerzas se produjo  el mismo año en que moría el padre y suegro y Catalina pasaba de esposa de heredero a reina.
Los jóvenes monarcas adoraban al papa y éste se esmeró en carantoñas; el ocho de abril de 1510 les envió  la “Rosa de Oro”

El Sumo Pontífice aprovechaba para motivar una intervención de la marina inglesa en las costas occidentales galas de forma que se satisficiera el sueño de recuperar la Aquitania que Leonor de Aquitania hizo inglesa , en su matrimonio con el príncipe de Gales, posteriormente Enrique II, el 18 de mayo de 1157.
A mi forma de ver, Julio II era un cursi.
¿A quién se le puede ocurrir regresar  a las  Guerras de los 100 Años, que, felizmente, terminaron hace cientos y cientos de años?

El representante de Dios en la tierra vio también otros intereses en atacar a Francia, en el propio Fernando el “Católico” o en el emperador Maximiliano I de Austria, quien debía su sacralización  al papa.

Fueron historias que derivaron en acciones supuestamente inauditas, pero que servían, claramente, unos intereses.
Un buen ejemplo es la deriva en acciones como el desembarco de la flota del almirante inglés Dorset, en Guipúzcoa, en junio de 1512.
No fue por despiste, no; les esperaba las fuerzas del duque de Alba, para, juntos, lanzar una ofensiva sobre Aquitania
Julio pensaba ser el estratega, pero la idea se la habían dado Fernando de Aragón y Luis  de Eduardi VIII de Inglaterra.
El objetivo real era la toma del reino de Navarra. Así lo hizo el duque, los ingleses perseguían el sueño de la recuperación de su Aquitania
¡Claro que Fernando de Aragón sabía sacar tajada!


Gracias a l@s 508 que acudisteis a la cita de ayer: https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/

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