La Liga de
Cambrai
Fernando de Aragón pasó una buena
temporada en Nápoles, tuvo que regresar a España a la muerte de su yerno,
Felipe el Hermoso, en 1507. Sus obligaciones le llevaban a un reino gobernado
por su hija Juana, a quien se consideraba loca.
El rey ya había manipulado a Julio II,
por algo es uno de los personajes mencionados en El Príncipe.
Aprovechó su viaje de regreso para
intrigar con Luis XII; ambos soberanos se habían entendido muy bien en los años
precedentes en la solución al contencioso existente entre Francia y España
sobre las posesiones de ambos reinos en Nápoles Todo parecía haber quedado arreglado por el
tratado de Lyon, firmado en 1501 por el rey consorte de Castilla, Felipe el
Hermoso y el soberano francés.
En el mismo se concertaba el
matrimonio de Carlos y de Claudia, hijos respectivamente de Felipe y de Luis
XII. Ambos tomarían los títulos de reyes de Nápoles y duques de Apulia y
Calabria.
Los futuros contrayentes eran menores
y a la espera de su mayoría, Francia gobernaría el norte napolitano y Felipe el
sur.
Este acuerdo entre dos amigos fue
rubricado en el I Tratado de Blois, en 1504.
El rey Fernando, en descuerdo,
desactivó un proyecto que consideraba perjudicial para Aragón, aprovechó el
cambio en las políticas de Luis XII que implicaban la ruptura del compromiso
matrimonial de su hija Claudia con Carlos
para prometerla al conde de Angulema en 1506
Así, el rey de Aragón logró
que se firmara el II Tratado de Blois, el 12 de octubre de 1505.
Luis XII cedía los derechos que se
atribuía sobre el reino de Nápoles a su sobrina, Germana de Foix.
La última se casó con el rey Fernando
el 18 de marzo de 1506.
¡Todo había sido hábilmente preparado!
Era una venganza contra Felipe y contra el padre de éste, Maximiliano de Austria.
En las conversaciones que tuvo
Fernando con Luis XII en este viaje de regreso del primero a España se trató de
este tema y de la urgencia de Julio II en cortar las alas a la insolencia
veneciana. Idearon un tratado satisfactorio para todas las partes que dio sus
frutos en la Liga de Cambrai: el 10 de diciembre de 1508, Luis XII, Julio II,
Fernando, rey de Aragón y regente de Castilla y Maximiliano I de Austria se
comprometían a recuperar los territorios conquistados por Venecia en la
península itálica y a repartírselos.
Así conseguía el papa mostrar su poder
y todos los aliados se llevaron su parte italiana y se desembarazaban de un
peligro para las posesiones que tenían en la Península.
Una vez satisfecho Julio II consideró
que su enemigo no era Venecia, sino la gran influencia gala en la región entre
Génova y Milán.
El papa contaba con la lealtad de Fernando y con la falta de
numerario de los firmantes de la Liga,
así ofrece a aquél, el 3 de julio de 1510 una investidura sacralizada sobre el reino de Nápoles y la
dispensa de tributos, a cambio de 300 soldados que España debía ofrecer para
defender al Sumo Pontífice, así se aseguraba el último la neutralidad hispana.
Julio II jugó todas sus cartas contra
Francia.
Cuando ascendió al trono de Inglaterra
Enrique VIII, en 1509, sabía que tenía que casarse con la viuda de su hermano,
Catalina de Aragón. Esta, como hija de los poderosos Reyes Católicos era la
aliada que necesitaba una Inglaterra destinada a crecer.
¡Con el papa hemos topado!, y Julio II supo disipar los escrúpulos de la
Santa Madre Iglesia ante un matrimonio entre cuñados; encontró testigos que “mostraban” que no había habido
unión carnal en el matrimonio precedente; así surgió el primer matrimonio de
Enrique y el segundo de Catalina.
¡Todo tan rápido!
La proyectada unión de las fuerzas se
produjo el mismo año en que moría el
padre y suegro y Catalina pasaba de esposa de heredero a reina.
Los jóvenes monarcas adoraban al papa
y éste se esmeró en carantoñas; el ocho de abril de 1510 les envió la “Rosa de Oro”
El Sumo Pontífice aprovechaba para
motivar una intervención de la marina inglesa en las costas occidentales galas
de forma que se satisficiera el sueño de recuperar la Aquitania que Leonor de
Aquitania hizo inglesa , en su matrimonio con el príncipe de Gales, posteriormente
Enrique II, el 18 de mayo de 1157.
A mi forma de ver, Julio II era un
cursi.
¿A quién se le puede ocurrir regresar a las
Guerras de los 100 Años, que, felizmente, terminaron hace cientos y
cientos de años?
El representante de Dios en la tierra
vio también otros intereses en atacar a Francia, en el propio Fernando el
“Católico” o en el emperador Maximiliano I de Austria, quien debía su
sacralización al papa.
Fueron historias que derivaron en
acciones supuestamente inauditas, pero que servían, claramente, unos intereses.
Un buen ejemplo es la deriva en
acciones como el desembarco de la flota del almirante inglés Dorset, en Guipúzcoa,
en junio de 1512.
No fue por despiste, no; les esperaba
las fuerzas del duque de Alba, para, juntos, lanzar una ofensiva sobre
Aquitania
Julio pensaba ser el estratega, pero
la idea se la habían dado Fernando de Aragón y Luis de Eduardi VIII de Inglaterra.
El objetivo real era la toma del reino
de Navarra. Así lo hizo el duque, los ingleses perseguían el sueño de la
recuperación de su Aquitania
¡Claro que Fernando de Aragón sabía
sacar tajada!
Gracias a l@s 508 que
acudisteis a la cita de ayer: https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/
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