Mi
suegro Francisco I
Mi matrimonio, en 1533, con Enrique de
Orleans, segundón del rey de Francia era
un asunto de Estado para Francisco I
El legado que encontró el último de su
predecesor, Luis XII fueron deudas y una política internacional cuya debilidad Maquiavelo puso bien en evidencia. Yo era una
tabla de salvación. Mi tío, el papa Clemente VII compartía un enemigo con el
monarca francés: el emperador germánico y rey de los romanos Carlos V, el nieto
del rey Católico que gobernaba España con el título de Carlos I.
El 24 de febrero de 1525, Francisco I
sufrió dura derrota en la batalla de Pavía. Francia había sido humillada, en
1520, al ver despreciada la candidatura de su soberano en la elección del
emperador del Sacro Imperio, el nieto de Maximiliano I había tenido muchos más
apoyos.
El soberano ultrajado considero que
era el momento apropiado para conseguir
la anexión del Milanesado que su predecesor había dejado en litigio.
Hubo una gran guerra entre 1521 y 1524.
La última terminó con el Tratado de Madrid, en 1526. Mi suegro estaba
prisionero en España y firmó su renuncia al Milanesado, a Nápoles, a Flandes, a
Artois y a Lorena. Despúes quedó libre, pero sus dos hijos mayores fueron
tomados como rehenes.
Aquí intervino mi tío el papa con su
alianza con el monarca francés contra Carlos V. La cosa terminó con el saqueo
de Roma, en la rebelión contra los Médici en Florencia,con los ultrajes que
sufrió mi persona y con mi compromiso matrimonial. Enrique y yo nos casamos, en
la capilla del palacio pontifical de
Marsella, el 27 de octubre de 1533;
cuando se consideró que ambos habíamos alcanzado la pubertad.
Llevaba una gran dote: 100.000 escudos
de plata a los que había que añadir los 28.000 en que estaban valoradas las
joyas.
A estas cantidades había que añadir la
promesa del sumo pontífice. La muerte de éste en 1534 impidió que mi tío
cumpliera sus promesas; el nuevo papa, Pablo III era un Farnesio y desde el
principio de su pontificado ignoró las disposiciones de su predecesor.
Francisco I me tenía en gran aprecio,
ambos coincidíamos en nuestras opiniones sobre El Príncipe y en nuestra pasión por el Renacimiento italiano. Yo
diría que entre nosotros había una amistad. Me fue de gran apoyo en una corte
que me reprochaba el gran boato con el que había llegado, en la galera papal y
con una boda a la que había asistido el sumo pontífice.
Tampoco se me perdonaba el incumplimiento
de Pablo III que tuvo consecuencias en las ambiciones francesas.
Mi suegro me llevaba a todas sus
cacerías, eso era provocación en una corte que detestaba a la “Florentina”.
Había muchas más cosas que nos unía:
la temprana orfandad, aunque en el caso del rey fue únicamente de padre y sobre
todo, la hermana del soberano, Margarita.
Gracias a l@s 604 que acudisteis a la cita de ayer: https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/
Gracias a Iris
Gracias a ti
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