Gaspar de Coligny
Los hijos de la gran nobleza francesa tienen y deben tener el
privilegio de compartir juegos y educación con los hijos que tuviera el
soberano de su edad.
Así ocurrió con Gaspar de Coligni y con los hijos de Francisco I:
el delfín Francisco y mi difunto esposo.
Durante su reinado, mi marido Enrique II, no olvidó a un amigo de
la infancia que valoraba tanto como mostraban los nombramientos del mismo de
ministro principal y de almirante de Francia.
En 1560, a sus 41 años, un hombre tan encumbrado y en un momento
en que comenzaban a estallar esas guerras de religión que ensangrientan a
Francia aún, oficializó su protestantismo.
Yo recurrí a él en 1561, al objeto de asegurar el éxito el
coloquio de Poissy, que se proponía debatir sobre los encuentros y
desencuentros en las divergencias de las interpretaciones bíblicas entre los
franceses.
La cruel beligerancia de Guisa sembró la guerra donde nosotros
plantábamos paz.
Fue el principio de las Guerras de Religión: Coligny encabezaba el
bando protestante junto con Condé.
Tuve que castigarle, pero, en 1570 aprecié su capacidad de
negociar la paz de Saint-Germain y concedí gustosa la libertad de culto y el
perdón al castigado. Coligny fue
admitido entre los consejeros de mi real hijo.
Pensaba tener todo bajo mi control. No fui capaz de ver que el rey
iba creciendo y que así ocurría con la influencia que tenía sobre él un
consejero que le había puesto de buen grado.
Estas amistades peligrosas decidieron apoyar a Guillermo de Orange
en las luchas que mantenían los protestantes en Flandes contra Felipe II de España.
Incendiaron otra guerra en Francia con la consiguiente amenaza de
alianza de los católicos franceses con Felipe II de España.
Gracias a l@s 647 que acudisteis a la cita de
ayer: https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/
Gracias a Iris
Gracias a ti
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